¿Es usted de los que, adicto a la expresión 'no ha pasado nada', contesta a los reproches de su pareja con evasivas? ¿O quizás es, por el contrario, de los que se enfadan y discuten e intentan dejar claro que (claro) es usted quien tiene la razón? La repuesta a esta pregunta, sobre todo si tiene una pareja desde hace mucho tiempo, puede ser determinante para su salud, según un estudio publicado en la revista de la Asociación Estadounidense de Psicología, Emotion.
El autor del trabajo, el investigador de la Universidad de Berkeley Robert Levenson, lleva décadas obsesionado con las parejas o, mejor dicho, con lo que puede aportar al estudio de la psicología un análisis de sus comportamientos.
Según ha contado en varias ocasiones, a Levenson le llamó la atención la elevada tasa de divorcios que se registraba en EEUU en la década de 1980, que superaba el 50%. Esta cifra se compaginaba con la de aquella parejas que no sólo no se divorciaban sino que, al menos aparentemente, protagonizaban un matrimonio exitoso de larga duración.
Así que el psicólogo decidió observar a estas rara avis, y seleccionó a 156 parejas que llevaran al menos 15 años juntos. A partir de ahí, entrevistas en profundidad se han repetido cada lustro y se ha ido observando cómo interactuaban. Y lo de observar es literal: las interacciones eran grabadas en video y analizadas con un sistema de decodificacion de gestos desarrollado por otros colegas estadounidenses.
Impacto físico
El último hallazgo fruto de su investigación no se restringe únicamente a la psicología. Por el contrario, lo que demuestra es que la relación de pareja afecta a la salud física y que lo hace, además, cuando se trata de una relación duradera. El efecto difiere según la forma de reaccionar ante las "discusiones" provocadas por los investigadores a lo largo de estas décadas. Los psicólogos analizaban primero una conversación entre cónyuges de 15 minutos y observaban qué temas podrían ser más conflictivos para la pareja. A continuación, y siempre con una cámara como testigo, se encargaban de que volvieran a tratar esos asuntos en otra entrevista de 15 minutos. La discusión estaba casi asegurada.
Según los datos, que sólo se han demostrado muchos años después de iniciado el estudio, la forma de reaccionar a las mismas implica la aparición de unos u otros problemas de salud. Por lo que parece, esto sólo sucedería en las relaciones largas, ya que en las ediciones previas de la investigación no se observó ninguna correlación.
Los miembros de la pareja que reaccionaban con enfado a las discusiones eran más proclives a padecer después problemas cardiacos, como dolor en el pecho o hipertensión. Pero aquellos que aparentemente se mantenían impertérritos al chaparrón también sufrían lo suyo, eso sí, de otra manera. Estos últimos tendían más a desarrollar problemas musculares, como dolor en el cuello o en la espalda.
Según el investigador principal, se trata de observaciones que tienen sentido desde el punto de vista fisiológico. "Observamos conversaciones sobre temas conflictivos para la pareja que duraban sólo 15 minutos y pudimos predecir el desarrollo de problemas de salud durante los siguientes 20 años", explicó otro de los autores del estudio, la socióloga Claudia Haase.
Para dictaminar quiénes de los miembros de la pareja tendían más al enfado o a encerrarse en sí mismos y evadirse de la discusión, los especialistas se fijaron en ciertos signos faciales. Así, signo de enfado serían tener los labios apretados, el ceño fruncido o elevar o disminuir el tono de voz sobre el habitual. Síntomas de una especie de impenetrabilidad a la discusión serían la rigidez facial, de los músculos del cuello y evitar o mantener poco contacto visual.