La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) considera que no se puede descartar el vínculo entre el cáncer y ocho aditivos alimentarios que se emplean para dar sabor ahumado a los alimentos. Esta valoración deriva de un dictamen científico emitido este mismo mes de noviembre tras evaluar la seguridad de ocho aromas de humo presentes en el mercado de la UE.
La autorización del uso de estos aditivos por parte de los productores alimentarios debía renovarse a solicitud de las empresas interesadas, de conformidad con la legislación aplicable según explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Sin embargo, tras realizar las pruebas científicas pertinentes, este permiso permanece en suspenso.
Los expertos que han participado en la revisión "no han podido excluir los riesgos de genotoxicidad para ninguno de los ocho aromas de humo evaluados", explican desde la autoridad de Consumo. "No obstante, la EFSA considera que una dieta equilibrada suele reducir la probabilidad de la exposición a riesgos alimentarios".
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Según explican desde la EFSA, el ahumado es un método utilizado tradicionalmente para ayudar a conservar ciertos alimentos como el pescado, la carne y los productos lácteos. Además, este proceso modifica el sabor de los alimentos y ha dado lugar a unos productos gastronómicos muy apreciados que sin embargo ya no se producen por el sistema clásico.
Desde el momento en el que la industria alimentaria ha industrializado el ahumado, las autoridades sanitarias permiten añadir aromas de humo a los alimentos para darles un sabor ahumado. "También pueden añadirse a alimentos que no se ahúman tradicionalmente (como sopas, salsas o productos de confitería). Los aromas de humo se producen mediante un proceso de combustión de madera llamado pirólisis", informa la EFSA.
Los ocho aditivos investigados son los siguientes: Zesti Smoke Code 10 (SF‐002); Fumokomp (SF‐009); SmoKEz C‐10 (SF‐005); Smoke Concentrate 809045 (SF‐003); proFagus Smoke R709 (SF‐008); proFagus Smoke R714 (SF‐001); SmokEz Enviro‐23 (SF‐006); y Scansmoke SEF7525 (SF‐004).
"La genotoxicidad es la capacidad de un producto químico de dañar el material genético de las células. Los cambios o mutaciones en la información genética contenida en una célula pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como el cáncer y las enfermedades heredadas", explica Wim Mennes, presidente del grupo de trabajo de la EFSA sobre aromas. "Para este tipo de toxicidad no es posible definir un nivel seguro".
La EFSA ya había evaluado la seguridad de estos productos entre 2009 y 2012, para sustentar la decisión de la Comisión Europea y los Estados miembros de la UE sobre si autorizar o no su uso. En este caso, prosigue Mennes, se ha utilizado una metodología actualizada. Según esta nueva tipología, de confirmarse que "un solo componente de una mezcla compleja (como los aromas de humo) es genotóxico, toda la mezcla debe considerarse genotóxica".
Se llegó así a la conclusión de que seis de los aromas de humo que se evaluaron contienen sustancias genotóxicas, y no se pueden descartar en otros dos. Sin embargo, la EFSA recuerda que sufrir cáncer depende de múltiples factores, entre ellos la genética y los hábitos dietéticos. "Una dieta equilibrada suele reducir la probabilidad de la exposición a riesgos alimentarios. Una amplia variedad de alimentos, por ejemplo carne, pescado y verduras, puede ayudar a los consumidores a reducir su ingesta de sustancias perjudiciales", concluyen.