Llegar, coger el producto y pagar. En un santiamén se puede hacer la compra en un supermercado ya que los productos que necesitamos están envasados y listos para coger. No hay que pedir la vez, ni esperar a que el carnicero, el pescadero, o el charcutero de turno haga los cortes necesarios al producto que demandamos. Pero el nutricionista Pablo Ojeda ha dado la voz de alarma sobre este tipo de prácticas. Y ha puesto como ejemplo el pollo.
De hecho, y en el programa Más vale tarde de La Sexta, ha hecho hincapié en los filetes de pollo envasados. Y fruto de su trabajo ha llegado a la siguiente conclusión: no siempre lo que se vende es pollo al cien por cien.
Eso sí, ha hecho la matización de que la seguridad alimentaria en España “es de lo mejor que hay en Europa”. Pero eso no es óbice de que “muchas veces, cuando nos venden pollo, gran parte es agua”. Así sucede aunque se venda fileteado.
¿Cómo descubrir el engaño del pollo?
La ‘prueba del algodón’ para descubrir que el pollo tiene una parte importante de agua tiene lugar en el ‘momento de la verdad’, es decir, cuando se mete en una sartén. Si se fríe, el aceite empezará a saltar más de la cuenta. Además, “ves cómo encogen. Ahí sí te pueden dar gato por liebre”, remarca el nutricionista.
Por eso, Pablo Ojeda recomienda leer la etiqueta que acompaña al producto envasado. La razón es bien sencilla: en ella tiene que estar indicado si el producto incluye algún ingrediente más además del pollo.
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¿Y qué pasa si no aparecen los ingredientes en la etiqueta? “Cuando solamente hay un único ingrediente, por ley, no es obligatorio poner ingredientes”. Y ha recalcado que, cuando se compra al corte, “por norma general es pollo”.
¿Qué otros fraudes hay?
El pollo no es el único protagonista de este tipo de fraudes. Engaños que también se desarrollan en los restaurantes en el caso del atún rojo, que no lo es, o del buey, que acaba siendo vaca vieja.
“Con el atún rojo lo que se suele hacer es echarle colorante alimenticio que es inocuo”, ha remarcado Pablo Ojeda. La manera más fácil de descubrirlo está en el precio: el atún rojo suele rondar los 30 o 40 euros el kilo. Mientras que el atún normal cuesta entre 9 y 10 euros el kilo.
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“El precio ya es un indicador seguro de que nos pueden estar dando gato por liebre por mucho que ponga rojo”, ha remarcado Ojeda. “Lo mismo sucede con la chuleta de buey, cuyo precio por kilo está en torno a los 150 euros. Si te encuentras un filete por debajo de ese precio es vaca vieja”.