El ayuno intermitente ha ido ganando adeptos de forma exponencial durante los últimos años. Y no es para menos, dado que promete una pérdida de peso significativa, sin pérdida de masa muscular, siempre que se haga correctamente: no son pocos los que usan este mecanismo con el objetivo de contrarrestar excesos en comidas pasadas o futuras.
Sin embargo, esta tendencia dietética se habría relacionado con actitudes y comportamientos alimentarios peligrosos, relacionándose en muchos casos con trastornos alimentarios entre adolescentes y adultos jóvenes, como ya llevan años advirtiendo algunos psicólogos especializados en estos trastornos.
Recordemos que el ayuno intermitente se describe como un ayuno de más de 8 horas seguidas, pudiendo llegar a ser de 12, 16 o incluso 24 horas continuadas sin probar bocado. Actualmente los formatos más populares son el ayuno 16:8 (ayunando 16 horas y comiendo solo durante una ventana de 8 horas al día), y el ayuno 5:2, donde se dan dos días de restricción de alimentos, llegando a consumir solo un 25% de la ingesta habitual, mientras que los otros 5 días se consume alimento de forma habitual.
Su otra cara
Sea como fuere, y a pesar de que diversos estudios sugieren beneficios para la salud a medio y largo plazo, sus daños potenciales podrían haberse subestimado, como sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Eating Behaviors: el ayuno intermitente podría potenciar trastornos de la conducta alimentaria.
En este nuevo trabajo, los investigadores analizaron datos de más de 2.700 adolescentes y adultos jóvenes del Estudio Canadiense de Comportamientos de Salud de los Adolescentes, detectando que el ayuno intermitente estaba relacionado con todos los trastornos alimentarios de las mujeres, incluidos los atracones y los comportamientos compensatorios como los vómitos y el ejercicio compulsivo. En el caso de los hombres, los que practicaban ayuno intermitente eran más propensos a realizar ejercicio compulsivo.
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Según los datos del estudio, el ayuno intermitente habría calado significativamente en la sociedad canadiense: el 47% de las mujeres, el 38% de los hombres y el 52% de personas transgénero o género no binario informaron haber realizaro ayuno intermitente en los últimos 12 meses. Además, de media en los tres grupos estudiados, se habrían realizaro unos 100 días de ayuno intermitente en esos últimos 12 meses.
Como bien comenta Kyle Ganson, profesor asistente de la Facultad de Trabajo Social Factor-Inwentash de la Universidad de Toronto y autor principal del estudio, "es problemático cuán frecuente era el ayuno intermitente en nuestra muestra".
Ola de trastornos alimentarios
Por su parte, Jason Nagata, profesor asistente en la Universidad de California en San Francisco y coautor del estudio, refiere que "las asociaciones encontradas entre el ayuno intermitente y los comportamientos acordes a trastornos de la conducta alimentaria son particularmente destacables, dado el aumento significativo de los trastornos alimentarios entre adolescentes y adultos jóvenes desde el comiento de la pandemia de la Covid-19".
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Los investigadores responsables del estudio hacen hincapié en la importancia de sus conclusiones, las cuales deberían servir de advertencia para los profesionales de la salud sobre las posibles recomendaciones del ayuno intermitente como medio para perder peso, dado que no solo podría ser un error llevar a cabo esta recomendación, sino que se podría llegar a facilitar actitudes y comportamientos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria.
De hecho, a día de hoy, ya son varios los trabajos que habrían sugerido que el ayuno intermitente no es superior a la restricción calórica como medio para perder peso; la restricción temporal tan solo sería una forma más de facilitar dicha restricción calórica, pero no tendría ningún beneficio adicional.
Como conclusión final, los investigadores sugieren que es necesaria más educación en los entornos de atención médica, y una mayor conciencia en la cultura popular, incluyendo redes sociales, para no subestimar los potenciales perjuicios del ayuno intermiente. Los beneficios propuestos, explican, aún no están claros ni están respaldados por la evidencia científica, y sus daños potenciale sí son cada vez más claros.