Los alimentos no sólo se caracterizan por su composición nutricional, sino también por el grado de procesamiento, que es crucial para determinar el potencial sanitario general de los alimentos. Por ello, su indicación en las etiquetas ayudaría a los consumidores a elegir con mayor conocimiento, según un nuevo estudio publicado en el British Medical Journal.
El estudio italiano realizado por el Departamento de Epidemiología y Prevención del I.R.C.C.S. Neuromed de Pozzilli en colaboración con la Universidad de Insubria de Varese y Como, la Universidad de Catania y el Cardiocentro Mediterráneo de Nápoles, investigó qué aspecto de la nutrición define mejor el riesgo de mortalidad.
Los investigadores siguieron durante 12 años a más de 22 mil personas participantes en el Estudio Moli-sani, recoge Europa Press. Controlaron su estado de salud y lo asociaron a sus hábitos alimentarios, teniendo en cuenta tanto la composición nutricional de la dieta como el grado de elaboración de los alimentos.
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"Nuestros resultados confirman que el consumo tanto de alimentos pobres en nutrientes como de alimentos ultraprocesados aumenta de forma independiente el riesgo de mortalidad, en particular por enfermedades cardiovasculares", destaca Marialaura Bonaccio, epidemióloga del Departamento de Epidemiología y Prevención del IRCCS Neuromed de Pozzilli y primera autora del estudio.
"Sin embargo, cuando se tuvo en cuenta de forma conjunta tanto la composición nutricional global de la dieta como su grado de procesamiento, resultó que este último aspecto era primordial para definir el riesgo de mortalidad", apunta la experta.
"De hecho, más del 80% de los alimentos clasificados como poco saludables por Nutriscore son también ultraprocesados. Esto sugiere que el mayor riesgo de mortalidad no se debe directamente (o exclusivamente) a la mala calidad nutricional de algunos productos, sino al hecho de que estos alimentos son en su mayoría ultraprocesados", prosigue.
"Se calcula que una de cada cinco muertes en el mundo se debe a dietas poco saludables, lo que supone un total de 11 millones de muertes al año. Por eso, mejorar los hábitos alimentarios es una de las prioridades de los organismos de salud pública y de los gobiernos de todo el mundo", recuerda Augusto Di Castelnuovo, investigador del Cardiocentro Mediterráneo de Nápoles.
La composición nutricional no es el único factor a tener en cuenta a la hora de analizar la relación entre la dieta y la salud. La clasificación NOVA, en particular, en lugar de evaluar un alimento en función de sus características nutricionales, se fija más bien en el grado de transformación de ese producto, sobre todo a nivel industrial.
NOVA identifica específicamente los denominados alimentos ultraprocesados: aquellos alimentos elaborados en parte o en su totalidad con sustancias que no se utilizan habitualmente en la cocina (proteínas hidrolizadas, maltodextrinas, grasas hidrogenadas, etc.) y que suelen contener diversos aditivos, como colorantes, conservantes, antioxidantes, antiaglomerantes, potenciadores del sabor y edulcorantes.
Esta categoría incluye los sospechosos habituales: bebidas azucaradas y carbonatadas, productos de panadería preenvasados y productos para untar. Pero también los productos aparentemente inocentes deben considerarse ultraprocesados. Es el caso de los biscotes, algunos cereales de desayuno, las galletas y los yogures de frutas.
Según el sistema NOVA, propuesto hace una década por un equipo de investigadores brasileños, una loncha de carne sin procesar es más saludable que una hamburguesa vegana. La primera no ha sido sometida a manipulación industrial y posiblemente no contiene aditivos alimentarios, mientras que la segunda es el resultado de un procesamiento industrial articulado al final del cual el porcentaje de alimento entero es insignificante.
"El objetivo de ayudar a la gente a elegir alimentos más sanos es sin duda una prioridad. Sin embargo, el Nutriscore, así como otros sistemas de etiquetado, desarrollados en Italia y en otros países, sólo transmiten parcialmente el mensaje destinado a mejorar la elección de alimentos", comenta Licia Iacoviello, Directora del Departamento y Profesora de Higiene de la Universidad de Insubria en Varese y Como.
Según apunta, "aunque las letras y los colores de la Nutriscore pueden ayudar a comparar rápidamente los productos de una misma categoría, permitiendo a la gente elegir el mejor desde el punto de vista nutricional, no proporcionan ninguna indicación sobre el grado de elaboración de los alimentos. Por eso creemos, de acuerdo con otros investigadores de todo el mundo, que todo sistema de etiquetado nutricional debería integrar información sobre el nivel de procesamiento".
"Debemos recordar que la dieta de los mediterráneos se basa principalmente en productos frescos o mínimamente procesados. Por lo tanto, una estrategia preventiva eficaz debería prestar atención también al procesamiento industrial que, si es excesivo, representa una amenaza documentada para nuestra salud", concluye.