En los últimos años, numerosas publicaciones han alertado de los efectos perjudiciales que tienen en nuestra salud los perfluoroalquilados y polifluoroalquilados (PFAS). Además de alterar la densidad ósea ya desde la adolescencia, la exposición a estas sustancias aumenta el riesgo de sufrir un cáncer de hígado, como demuestra un nuevo estudio.
Que las siglas PFAS no nos resulten familiares quizás se deba a que están en inglés, pero no a que no nos hayamos topado alguna vez con este tipo de agentes químicos. Y es que se pueden encontrar en productos cotidianos como baterías de cocina, cajas de pizza o repelentes de manchas.
Además, también se localizan en agua potable y alimentos que se han envasado en materiales que contienen PFAS o que se han cultivados en tierra o agua contaminada con estos disruptores endocrinos. El hecho de que estén en un número tan grande y variado de productos es porque no se degradan y, además, pueden acumularse con el paso del tiempo.
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Un reciente estudio, publicado en la revista JHEP Reports, ha relacionado estas químicas sintéticas con el carcinoma hepatocelular no viral, el tipo más común de cáncer de hígado. Se trata de la primera investigación que confirma una asociación entre esta enfermedad y la exposición a los PFAS utilizando muestras humanas, pues antes ya se había demostrado en animales.
Cuántos desarrollaron cáncer
El cáncer de hígado es "uno de los puntos finales más graves de las enfermedades hepáticas", como reconoce uno de los autores de este estudio, el doctor Jesse Goodrich. Es por esto que el proyecto realizó un seguimiento de más de 200.000 residentes de Los Ángeles y Hawái para detectar el desarrollo de cáncer y otras enfermedades.
De esta manera, los investigadores pudieron encontrar a 50 participantes que acabaron desarrollando cáncer de hígado. Las muestras de sangre tomadas antes de su diagnóstico sirvieron para compararlas con las de otras 50 personas en las que no había aparecido esta enfermedad durante el estudio.
"Cuando se examina una exposición ambiental, se necesita recoger muestras desde mucho antes del diagnóstico porque el cáncer tarde en desarrollarse", dijo Veronica Wendy Setiawan, profesora de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California (USC), la entidad encargada de realizar este estudio. Así, la investigación ha encontrado varios tipos de PFAS en las muestras de sangre que se tomaron antes de que el participante desarrollara el cáncer de hígado.
El trabajo también reveló que la asociación más fuerte con el cáncer de hígado se producía con el sulfonato de perfluorooctano (PFOS), que forma parte de las PFAS analizadas. De hecho, quienes estaban más expuestos a este agente químico tenían 4,5 veces más probabilidades de desarrollar cáncer de hígado que aquellos que mostraban niveles más bajos.
Alteraciones en el hígado
Los PFAS no solo pueden desembocar en el desarrollo de esta enfermedad, sino que también afectan al normal funcionamiento del hígado. El equipo de investigadores ofreció pruebas de hasta qué punto esta sustancia química modifica el proceso del metabolismo de la glucosa, el de los ácidos biliares y el metabolismo de los conocidos como aminoácidos de cadena ramificada.
La alteración de los procesos metabólicos normales en el hígado puede hacer que se acumule más grasa en el hígado. Esta acumulación de grasas que no es causada por consumir demasiado alcohol provoca la llamada enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA). En estos casos, el riesgo de desarrollar cáncer de hígado es mucho mayor.
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Algunas empresas dejaron de utilizar los PFAS que se encontraban en muchos productos industriales y de consumo. La primera ocasión en la que se detectaron estas sustancias en la sangre de personas fue en la década de los años 70. Sin embargo, se trataba de individuos expuestos a estas sustancias, pues no sería hasta 1990 cuando se encontrara en la sangre de la población en general.
Estas detecciones llevaron a que la sociedad se concienciara acerca de los posibles riesgos que tenía para su salud. Aunque de nada serviría ya, puesto que se trata de agentes químicos de larga duración. Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, los PFAS se encuentran en más del 98% de su población.
Los investigadores de la Facultad de Medicina Keck, dirigidos por la doctora Leda Chatzi, han llevado a cabo gran parte de la investigación sobre los vínculos entre la exposición a los PFAS y los daños hepáticos, las enfermedades del hígado y, ahora, el cáncer de hígado. Esperan seguir validando sus hallazgos sobre la relación con el cáncer de hígado en un estudio más amplio a finales de este año.