Siempre debemos elegir la fruta fresca por encima de las frutas desecadas, pero estas últimas también pueden resultar muy beneficiosas. Las frutas desecadas, como su propio nombre indica, son frutas a las que se les ha quitado todo su contenido de agua, que es la sustancia que compone prácticamente la totalidad de estos vegetales. Como resultado, tenemos una versión de estos alimentos más pequeña, menos pesada, pero con los mismos nutrientes concentrados.
Es decir, en una menor cantidad de alimento, hay más energía y nutrientes. Esto tiene aspectos positivos y negativos: por un lado, las frutas desecadas tienen los nutrientes saludables de las frutas y un sabor dulce más potente de manera natural; por otro lado, debemos andarnos con ojo de no pasarnos porque cada fruta desecada tiene muchas calorías y mucho azúcar que, aunque está naturalmente presente, no es bueno consumir en exceso.
El nutricionista Carlos Ríos, fundador del movimiento Realfooding, decía hace unos años en sus redes sociales que las frutas desecadas son como chucherías saludables. Se pueden comer de un bocado y son muy dulces. Las más conocidas y fáciles de encontrar en los supermercados son las uvas pasas, los orejones, los dátiles e, incluso, los higos secos. Sin embargo, existen otras muchas frutas que se pueden encontrar desecadas en las tiendas de nuestro país.
También ciruelas
Precisamente, los supermercados Mercadona cuentan en sus estanterías con unos envases de ciruelas desecadas. Esta fruta, aunque es muy frecuente durante el verano, es más rara encontrarla en el supermercado en formato desecado. El mejor aspecto de este producto es que apenas cuenta con ingredientes: este producto está únicamente formado por ciruelas y un conservador que, si bien es un aditivo, su consumo es perfectamente seguro.
La fruta desecada se obtiene hoy en día usando las técnicas de los túneles de secado o la liofilización. De todas formas, la fruta desecada está considerada como un buen procesado por sus pocos ingredientes adicionales y el hecho de que estos métodos no convierten a estos alimentos en perjudiciales. Las ciruelas desecadas de Mercadona tienen un precio de 1,95 euros por 250 gramos de producto.
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Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), las ciruelas contienen por cada 100 gramos que consumimos 51 kilocalorías y destacan por tener un 11% de hidratos de carbono y algo más de un 2% de fibra. Sin embargo, hasta el 86,3% de las ciruelas está formado por agua y, por eso, cuando se retira este líquido, sus valores ascienden. Estas ciruelas de Mercadona contienen 240 kilocalorías por cada 100 gramos.
Cuidado con el azúcar
En este caso, los hidratos de carbono ascienden hasta comprender el 57% de la composición de las ciruelas secas, de los cuales el 38% son azúcares. Es decir, que si por alguna razón nos comiéramos la bolsa entera de ciruelas desecadas estaríamos devorando 95 gramos de azúcar. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en este sentido, recomienda que no comamos más de 25 gramos de azúcar al día. Por lo tanto, debemos ser precavidos a la hora de picotear estas frutas.
La parte buena del consumo de las frutas desecadas es que no sólo conservan el contenido de fibra, sino que su proporción es más elevada. Según el etiquetado de las ciruelas desecadas de Mercadona, el 7,1% de la composición de estas frutas está formada por esta sustancia que tiene fama de mejorar la salud intestinal, pero que también contribuye a una mejor salud cardiovascular.
En resumen, las ciruelas desecadas pueden ser un buen snack si se consumen con moderación para evitar tomar un exceso de azúcares. Sin embargo, no debemos sustituir el consumo de fruta fresca por estas opciones. La fruta fresca provoca una mayor sensación de saciedad y evita que hagamos un sobreconsumo de calorías que sí es posible a través de la fruta seca.