Aunque el trigo, el centeno y otros cereales se deben excluir de las dietas sin gluten, sustituyéndolos por otras alternativas vegetales, un producto ampliamente consumido por la población general se consideraba, aunque que con matices, seguro para las personas que sufren intolerancia al gluten o celiaquía. Se trata de la avena.
Ahora, un nuevo e innovador estudio publicado en la revista Nature confirma, tras descifrar el genoma de este cereal, que la avena es segura para las personas que no pueden tomar gluten. Y aún hay más: su consumo sería recomendable frente a otras opciones por los beneficios específicos que reporta.
El estudio ha sido llevado a cabo por los investigadores de la Universidad Edith Cowan (ECU), de la Agencia Científica Nacional de Australia CSIRO y WEHI (Instituto de Investigación Médica Walter y Eliza Hall), de la Universidad de Lund y del Centro de Investigación Industrial ScanOats y Helmholtz de Munich. Se ha basado no solo en el análisis geneticode la avena, sino en entender mejor qué genes serían los responsables de sus destacados beneficios para la salud.
Los investigadores estaban particularmente interesados en descubrir por qué la avena y sus derivados provocan menos alergias e intolerancias que otros cereales. Y, según sus hallazgos, se debe a que posee menos proteínas capaces de producir las reacciones inmunológicas propias de la celiaquía, al contrario de lo que sucede por ejemplo con el trigo.
Tanto a nivel genético como proteico, la avena contiene menos secuencias de proteínas capaces de desarrollar alergias e intolerancias alimentarias en general. En comparación a otros cereales, la avena también contiene una mayor proporción de betaglucanos, los cuales ayudan a reducir el colesterol sanguíneo y tienen un efecto positivo en las personas con enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.
Los genes que codifican secuencias similares al gluten, potencialmente dañinas en personas diagnosticadas de celiaquía, son poco frecuentes y se expresan en un nivel muy bajo en la avena, confirma este trabajo. De hecho, la avena tendría una mayor similitud genética y proteica con el arroz, que no tiene gluten, que con el trigo o el centeno.
Así mismo, los investigadores sugieren que la avena brindaría mayor tranquilidad y seguridad a los consumidores de dietas sin gluten. Las preocupaciones sobre sus proteínas han llevado a países como Australia y Nueva Zelanda a excluirlas de las recomendaciones alimentarias, una falsa creencia como queda demostrado ahora.
Se sabe que las personas diagnosticadas de celiaquía, debido a las restricciones dietéticas, suelen consumir en general menos granos integrales, un hecho que se relaciona con las mayores tasas de enfermedad cardiovascular que suelen sufrir. Incluir la avena sin temor en su alimentación reduciría estos perjuicios para la salud.
Para finalizar, cabe destacar que el cultivo de avena es más sostenible que el de otros cereales: se requieren menos insecticidas, fungicidas y fertilizantes. Además, gracias a estos nuevos conocimientos sobre el genoma de la cena, será posible acelerar su producción y cultivo, mejorar los perfiles nutricionales de este cereal y hacerlo más resistente a enfermedades y sequías.
De momento, sin embargo, el riesgo de contaminación cruzada con otros cereales sigue existiendo en los productos comercializados a gran escala, por lo que se insta a los consumidores a adquirir avena que garantice que se ha mantenido 'sin gluten' en todas las etapas de su producción.