El sobrepeso, la obesidad y la hipercolesterolemia son algunos de los múltiples problemas de salud que asolan el planeta, y en especial a la sociedad occidental. Por el momento, muy pocas sustancias han demostrado ser efectivas para combatir estos factores, por lo que los estudios al respecto no cesan de publicarse.
Ahora, un reciente estudio llevado a cabo por investigadores japoneses ha intentado vislumbrar una nueva forma de combatir tanto colesterol como obesidad mediante una sustancia conocida, la vitamina E. Y los resultados son prometedores.
Así pues, en el nuevo trabajo publicado en la revista Molecules, los investigadores habrían usado un subtipo de vitamina E conocido como tocotrienoles. Estos habrían tenido éxito tanto en la prevención de la obesidad como en la reducción de los niveles de colesterol LDL o "colesterol malo" en ratones.
Como ya es sabido, la obesidad no suele desarrollarse de forma aislada, sino que suele asociarse a otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión y otros problemas cardiometabólicos. Y si bien es cierto que una dieta equilibrada y un buen nivel de ejercicio físico puede prevenir estos problemas, no siempre es tan sencillo.
De hecho, algunos de los mecanismos de las enfermedades asociadas a la obesidad aún no están claros. Se sabe que el sobrepeso aumenta el estrés oxidativo, y se sospecha que dicha oxidación colaboraría en el desarrollo de trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer. Por dicho motivo, una de las hipótesis barajadas para crear nuevos fármacos es buscar sustancias con funciones antioxidantes.
Así pues, los investigadores del Instituto de Tecnología de Shibaura (SIT) de Japón, dirigidos por el profesor Koji Fukui, iniciaron su investigación con tocotrienoles o T3, un subtipo de vitamina E. Los T3 han demostrado la capacidad de suprimir el aumento de peso en ratones alimentados con dietas altas en grasa, aunque los mecanismos mediante los cuales se logra esto son desconocidos.
Por dicho motivo, el nuevo estudio realizó varios experimentos con ratones. Un grupo llevó a cabo una dieta alta en grasas, otro grupo recibió una dieta alta en grasas y fue tratado con T3, y otros dos grupos se alimentaron con una dieta control con o sin T3 asociado.
El grupo de ratones que llevó a cabo una dieta alta en grasas durante 13 semanas aumentó mucho de peso en comparación al grupo control. Sin embargo, los ratones alimentados con unadieta alta en grasas junto a T3 poseían un peso corporal significativamente menor, y se detectó una menor acumulación de grasa alrededor de hígado y riñones. Así mismo, T3 también redujo los niveles de colesterol LDL o "colesterol malo" sin afectar a los niveles de colesterol HDL o "colesterol bueno".
Por otro lado, dado que en estudios previos se habría relacionado la obesidad con disfunción cognitiva, los investigadores también realizaron experimentos con T3 en este aspecto. No hubo diferencias significativas, pero los ratones que llevaron a cabo una dieta alta en grasas sola sin T3 parecían moverse mucho menos, un comportamiento relacionado con la ansiedad y la depresión en roedores.
Según los datos del estudio, la dieta alta en grasas sin la "protección" de T3 habría dado lugar a un aumento de biomarcadores de oxidación cerebral en los ratones, y a la expresión del factor neurotrófico cerebral. Aún así, no hubo diferencias notables entre el grupo control sin T3 y el grupo de dieta alta en grasas sin T3, por lo que no está claro cómo las dietas altas en grasas dan lugar a este comportamiento alterado en ratones.
Por el momento, y aunque los efectos generales de los T3 son un misterio, este estudio ya arroja algo de luz sobre los potenciales futuros tratamientos médicos para combatir la obesidad. Fukui y sus colegas esperan que esta investigación sea uno de los primeros pasos para fabricar tratamientos efectivos contra la obesidad.