Los edulcorantes libres de calorías no gozan de buena fama últimamente. Si bien es cierto que su uso ha crecido exponencialmente gracias a su potencial para reducir el consumo calórico con respecto al azúcar, no son pocos los estudios que están encontrando perjuicios en el abuso de su consumo.
El último de ellos, llevado a cabo por los investigadores de la Universidad de Wisconsin, y presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular, ha detectado un nuevo efecto adverso potencial asociado a los edulcorantes: dos de ellos serían capaces de alterar la función de desintoxicación del hígado.
Según explica Laura Danner, autora principal del estudio y estudiante de doctorado del Colegio Médico de Wisconsin, hasta el 40% de los habitantes de Estados Unidos consumen regularmente edulcorantes no calóricos. Muchos ni siquiera saben que estos edulcorantes se encuentran en alimentos light como yogures, o en medicamentos líquidos y ciertos cosméticos.
Para su trabajo, Danner y sus colegas estudiaron dos edulcorantes acalóricos: acesulfamo de potasio y sucralosa. Usaron células hepáticas y ensayos in vitro sin células, permitiendo así el análisis de los procesos celulares como el transporte.
Según sus hallazgos, estos edulcorantes serían capaces de inhibir la actividad de la glicoproteína P (PGP), también conocida como proteína 1 de resistencia a múltiples fármacos o MDR1. Esta molécula es parte de una familia de transportadores cuya función es limpiar el organismo de toxinas, drogas y metabolitos de fármacos. Es decir, colabora activamente en la desintoxicación fisiológica y natural del hígado.
Como comenta la investigadora Stephanie Oliver Van Stichelen, PhD y directora de la investigación, estos edulcorantes afectarían la función normal de las células del hígado incluso en concentraciones naturalmente presentes en alimentos y bebidas comunes, muy por debajo de los límites "seguros" recomendados por la FDA.
Por otro lado, estos experimentos también mostraron que los edulcorantes estimulan la actividad de transporte y probablemente se unen a la proteína PGP, compitiendo e inhibiendo el transporte de otros sustratos. Es el caso de los xenobióticos, fármacos y sus metabolitos, e incluso lípidos de cadena corta y ácidos biliares.
A pesar de todo, este estudio es preliminar y debe confirmarse con otros trabajos preclínicos y clínicos, como recuerdan los mismos investigadores. Sin embargo, sus hallazgos sugerirían que los edulcorantes no calóricos podrían ser problemáticos en el caso de personas que tomen fármacos que usen PGP como transportador primario de desintoxicación. Y no son pocos: algunos antidepresivos, antibióticos y antihipertensivos se basan en este principio.
Por ello, Danner y sus colegas sugieren que si sus hallazgos se confirman en futuros estudios, sería esencial estudiar posibles interacciones entre el consumo de edulcorantes y otras sustancias, sobre todo en grupos de pacientes de riesgo. Además, explica, sería importante incluir las cantidades específicas de edulcorantes presentes en los alimentos mediante un mejor etiquetado de los mismos, para que los consumidores puedan realizar un mejor seguimiento de su consumo y sus límites "seguros".
Actualmente, y según datos de la FDA de los Estados Unidos, se recomienda como límite seguro de edulcorantes hasta 35 refrescos diarios con acesulfamo de potasio, u ocho refrescos light diarios enriquecidos con sucralosa. Los fabricantes solo están obligados a incluir entre sus ingredientes la existencia de los edulcorantes, pero no la cantidad de los mismos. Si se corroboran los resultados de este estudio, estos límites podrían y deberían cambiar con el paso del tiempo.
Con perspectiva de futuro, los investigadores planean estudiar modelos más complejos de transporte de fármacos para determinar hasta qué punto el acesulfamo de potasio y la sucralosa podrían interferir en la desintoxicación y el metabolismo de los fármacos en el hígado. Además, también se está estudiando la mezcla de estos edulcorantes, una situación más representativa de la realidad y el consumo alimentario.
Para finalizar, los investigadores recuerdan que la proteína PGP está presente en la superficie de intercambio celular de todo el cuerpo, desempeñando un papel importante en el mantenimiento de sistemas como la barrera hematoencefálica. Por este motivo sería importante investigar también si la inhibición de PGP podría interferir en el buen funcionamiento de las células de otros órganos a parte del hígado.