Una nueva revisión científica, publicada en la revista Advances in Nutrition, examina la relación entre el consumo de ciruelas y la salud de los huesos, el estrés oxidativo, la inflamación y la salud de la microbiota intestinal. En lo que supone un análisis y síntesis de dos docenas de estudios, los investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU) ha determinado que se puede establecer un vínculo entre esta fruta y el mantenimiento de una estructura ósea saludable.
Con estos datos en la mano, los científicos proponen seguir esta línea de investigación a futuro para entender mejor los mecanismos que provocan los efectos positivos de la ciruela en los huesos. Estos pasarían por la supresión del estrés oxidativo y la reducción de los marcadores inflamatorios que los dañan, así como cambios en la composición de la flora intestinal que están relacionados a su vez con una amplia gama de parámetros de salud general.
"La osteoporosis supone un problema mayúsculo de salud para las mujeres de más de 50 años. Las intervenciones nutricionales no-farmacológicas son cada vez más populares, y las ciruelas se han estudiado en profundidad como un posible tratamiento para algunas franjas de población", explica la jefa del estudio, la Dra. Connie J. Rogers, profesora asociada de Ciencias de la Nutrición y Fisiología.
"Existen evidencias cada vez más sólidas de que los efectos protectores de las ciruelas para los huesos estarían conectados con su actividad antiinflamatoria y antioxidante, y es posible que los cambios beneficiosos que se producen en la microbiota intestinal después de comerlas también esté relacionado con mejores resultados en el mantenimiento de la salud ósea", explica la especialista.
A partir de los resultados de ensayos tanto clínicos como preclínicos, los investigadores apuntan a los compuestos fenólicos y al contenido en fibra alimentaria como los elementos que pueden alterar el microbioma intestinal para reducir la circulación de los marcadores inflamatorios, lo que en última instancia mejorará el rendimiento de los huesos. Esos mismos fenoles de las ciruelas, plantean, podrían ser responsables de la actividad antioxidante que ayuda a ralentizar el proceso de envejecimiento y pérdida ósea, al tiempo que promueven la formación de hueso nuevo.
En ese sentido, los ensayos clínicos con mujeres posmenopáusicas han demostrado un efecto prometedor de las ciruelas para la salud ósea, indicando que el consumo de entre 50 y 100 gramos diarios de esta fruta bastaría para evitar la pérdida de hueso. Además, la investigación de la relación entre la inflamación y el consumo de ciruelas sugiere también que existe un efecto positivo de la ciruela sobre la capacidad antioxidante y la reducción de los marcadores de la inflamación en las mujeres posmenopáusicas que sufren deterioro óseo.
Rogers y su equipo recomiendan seguir indagando para reforzar estas informaciones, con estudios aleatorizados a gran escala sobre la alimentación con ciruelas que incluyan el registro de los compuestos fenólicos en la sangre o la orina. Esto permitiría medir los cambios en la oxidación, inflamación y la microbiota intestinal. De este modo, los investigadores podrán determinar de forma más precisa y acertada las vías por las que estas frutas influyen sobre la salud de organismo y mejoran las condiciones en las que se encuentran los huesos.