Sobrevivir a los 80, esquivando los cientos de leyendas urbanas que se contaban entre chavales y en los patios de colegio, fue una tarea hercúlea. Esperar dos horas antes de bañarte, los dealer que aguardaban a la salida del cole con caramelos y calcamonías con droga, los chicles que se pegan a las tripas o las hebras de los plátanos como alucinógeno; un sinfín de afirmaciones locas que, durante décadas, gracias al boca a boca, han ido formando un casi folklore nacional.
Imaginar a un Pablo Escobar haciendo negocio y pudiendo nadar en dinero gracias a un alucinógeno tan accesible y cotidiano como las hebras de plátano, es un ejercicio de inocencia. Aunque aún a día de hoy, con Internet, smartphones y Fortnite, los adolescentes siguen pidiendo a sus madres que no tiren esta parte del plátano porque lo necesitan para un experimento. Qué tierno, el experimento de desmontar su primera fake news, de descubrir que no todo lo que se cuenta es siempre cierto.
El truco consiste en coger las hebras del interior de la cáscara del plátano, conocidas como paquetes de floema, y ponerlas a secar al sol. Para después, como el protagonista de Breaking Bad pero en versión instituto, ofrecerlas al resto de compañeros y meterlas en algún cigarro, sustraído a alguno de los progenitores o cedido por algún primo, y fumarlas creyendo que han burlado el sistema, que ni María ni Marío, que las hebras son el alucinógeno casero definitivo.
El chasco obviamente es mayúsculo, aunque alguno trate de fingir estar colocado. Una vergüenza que se puede ahorrar a tiempo leyendo estas líneas o teniendo una conversación con las generaciones venideras. ¿De dónde viene esta leyenda urbana? Jorge, que regenta una grow shop a las afueras de la capital, señala a un periódico clandestino de 1967, The Berkeley Barb como origen. Sin embargo, fue el Libro de cocina del anarquista de William Powell, publicado en 1971, el que popularizó el mito.
En los 70 fue creencia popular
La sustancia se conocía como bananadina, un término ficticio sobre una sustancia ficticia que llegó a aparecer en The New York Times en 1967, y se le adjudicaban propiedades alucinógenas. Tal fue la repercusión que en la película de Alfredo Landa, La dinamita está servida, se reproduce un diálogo en el que un hombre ofrece al protagonista fumar las hebras de plátano, haciendo alusión a sus efectos psicotrópicos. Sin embargo, Landa, hace lo único que se debe de hacer con el plátano y funciona, comérselo.
Por la época, pero al otro lado del charco, durante una manifestación de hippies en Central Park, se intercambiaron hebras de plátano secas para fumar, y alcanzó tal fama el asunto que las autoridades sanitarias de EEUU llegaron a investigar si estas propiedades eran ciertas. Concluyendo, por supuesto, que la corteza de esta fruta y sus hebras carecen de químicos intoxicantes.
Google mantiene viva la leyenda
Basta con escribir en un buscador fumar hebras para que el autocompletador añada como primera opción la palabra plátano. Es cierto que muchos de los resultados son de publicaciones y blogs desmontando la leyenda urbana, pero muchos otros corresponden a foros en los que se sigue manteniendo la postura de que las hebras de plátanos, fumadas, colocan. Desde la grow shop aseguran que, agregadas al cigarro, le aportan un gusto afrutado, un olor algo distinto, pero nada más, cero efectos.
Mejor cómete las hebras
Las hebras de los plátanos, aunque puedan ser molestas al comer, contienen condensadas varias vitaminas. Su finalidad es la de transportar y hacer circular nutrientes por toda la fruta mientras está en el árbol, por eso son tan interesantes nutricionalmente. "Además de vitaminas, estas hebras son pura fibra, por lo que son beneficiosas para regular el tránsito intestinal", explica José Gallardo, nutricionista especializado en obesidad y sobrepeso.
Un estudio de 2011 reveló también que la cáscara de plátano contiene polifenoles y carotenoides, nutrientes con un alto poder antioxidante, además de vitaminas B6 y B12, minerales como el potasio y el magnesio y proteínas. "Comerse la cáscara y las hebras tal cual puede ser incómodo y poco gustoso, lo mejor es incluirlas a la hora de hacerse un zumo o un batido, junto con otras frutas", señala Gallardo. En resumen, el plátano no coloca pero es la mar de nutritivo.