Los especialistas llevan advirtiendo desde hace años que la relación entre el coste y los beneficios del alcohol, incluso a bajas dosis, no sale rentable para el consumidor. Los compuestos beneficiosos de algunos mostos alcohólicos, como pueden ser los polifenoles, se acaban cancelando frente a la evidencia de que un poco de alcohol diario "eleva el riesgo cardiovascular" y el único consumo recomendable es "cuanto menos, mejor.
"El consumo de alcohol en bajas dosis puede incrementar la incidencia de hipertensión arterial, miocardiopatía dilatada, fibrilación auricular e ictus, mitigando cualquier tipo de beneficio", concluían los profesionales de la Medicina Internal en fecha reciente. Además, "un patrón de consumo intensivo, de beber 4-5 copas en corto período de tiempo, conduce a este mayor riesgo cardiovascular".
Ahora, el consumo de alcohol se ha relacionado con un nuevo problema de salud visual que muchos ni sospechan: puede conducir al desarrollo o progresión de la miopía, según la conclusión a la que han llegado investigadores de la Universidad de Navarra y del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).
El artículo, publicado en Drug and Alcohol Dependence, está enmarcado en el Trabajo de Fin de Grado de la alumna de la Facultad de medicina de la UN Covadonga Menéndez Acebal, que lo firma como primera autora y está basado en una investigación dirigida por el doctor Alfredo Gea.
En una nota de la UN, Menéndez Acebal explica que "la miopía es un trastorno muy prevalente y una de las primeras causas de ceguera. A su vez, se ha demostrado que el consumo de alcohol es un factor de riesgo para muchas enfermedades y uno de los principales contribuyentes a la carga mundial de morbilidad, aunque ningún estudio hasta ahora había evaluado la asociación a largo plazo entre la ingesta de alcohol y la miopía".
Para llevar a cabo esta investigación el equipo evaluó a 15.642 graduados universitarios, reclutados entre 1999 y 2018 en la cohorte prospectiva dinámica española Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), y seguidos cada dos años mediante cuestionarios enviados por correo.
"Por una parte, determinamos la ingesta habitual de alcohol de cada uno de los participantes al inicio del estudio. Posteriormente, cada dos años se recogió el desarrollo o la progresión de la miopía durante el seguimiento" detalla la investigadora.
Tras analizar estos datos, los resultados mostraron que la ingesta de alcohol se asoció lineal y significativamente con un mayor riesgo de desarrollo o progresión de la miopía.
De tal forma, un aumento de 10 gramos en la ingesta diaria de alcohol (equivalente aproximadamente a una copa de vino o una caña de cerveza) aumentaba relativamente el riesgo en un 5 %.
"La magnitud de la asociación que encontramos no es muy grande, pero debido a lo común del consumo de alcohol, la importancia de la miopía como condición de salud y la novedad de esta evaluación, creemos que estos hallazgos son de relevancia", señala.
Aun así, la investigadora apunta que todavía es necesaria la confirmación de los mecanismos a través de los cuales puede ocurrir esta asociación, por lo que se necesitan investigaciones sucesivas para verificar estos hallazgos.