El consumo de bebidas energéticas en cantidades moderadas puede conllevar insomnio y una reducción de la duración del sueño. Si la ingesta sube y supera los tres miligramos, los riesgos aumentan, pudiendo generar otro tipo de problemas cardiovasculares, hematológicos o, incluso, neurológicos.
Una nueva investigación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y del Instituto de Ciencias de la Salud Germans Trias i Pujol (IGTP) ha hallado un nuevo peligro relacionado a este tipo de bebidas. Según los datos de la investigación que publica la revista International Journal of Neuropsychopharmacology, mezclar bebidas energéticas con alcohol, incrementa el nivel de alcohol en la sangre y produce un falso estado de seguridad en los conductores, lo que aumenta el riesgo de sufrir un accidente de tráfico.
La investigación detalla que las bebidas energéticas, debido a su alto contenido de cafeína, reducen el efecto sedante del alcohol pero mantienen sus efectos negativos sobre la capacidad para conducir. Por el contrario, la combinación de las dos bebidas incrementa las concentraciones en sangre de alcohol y cafeína.
Este trabajo, financiado por la Dirección General de Tráfico (DGT), es el primero que estudia la relación entre las dos bebidas. Pues bien, la investigación ha comprobado que mezclar alcohol con bebidas energéticas puede provocar una predisposición a conducir a pesar de tener disminuidas las capacidades para hacerlo.
Clara Pérez-Mañá, autora principal del trabajo, comenta que "la mezcla de bebidas energéticas con alcohol, que está muy de moda entre la población más joven, predispone a conducir bajo los efectos del alcohol". No obstante, el estudio concluye que "estas bebidas con alto contenido de cafeína no son capaces de contrarrestar los efectos perjudiciales del alcohol en las habilidades para conducir, el tiempo de reacción o la coordinación entre vista y motricidad".
Para hacer el estudio, los investigadores analizaron el comportamiento y reacciones de dieciséis voluntarios jóvenes y sanos, a quienes, en diferentes sesiones, se les suministraron diferentes bebidas: solo alcohol (60 gramos), el equivalente a tres combinados; alcohol mezclado con bebidas energéticas, también el equivalente a tres latas o 240 gramos de cafeína; solo bebidas energéticas, o agua.
A todos los sometieron a diversas pruebas subjetivas y objetivas para analizar su estado y rendimiento, y les hicieron análisis para comprobar sus concentraciones de alcohol y cafeína en sangre.
Una disociación al volante
El resultado fue que, aunque añadir las bebidas energéticas disminuía el efecto sedante del alcohol y mejoraba ligeramente el rendimiento de los voluntarios, sus concentraciones de alcohol en sangre seguían indicando que no estaban en condiciones de conducir. De hecho, ellos mismos reconocieron estar igual de embriagados habiendo ingerido solo alcohol o habiéndolo ingerido en combinación con varias latas de bebida energética.
Sin embargo, según los investigadores, el efecto estimulante de las bebidas basadas en cafeína les hacía estar más predispuestos a conducir, lo que comporta un riesgo elevado de poder sufrir o provocar un accidente de tráfico, puesto que sus capacidades para conducir estaban claramente afectadas por la ingesta alcohólica.
Como apunta Pérez-Mañá, "por mucho que se combinen las dos bebidas, si se conduce se sigue estando en peligro. Mezclarlas hace que se sopesen peor las condiciones para saber si se puede conducir o no".
En este sentido, Rafael de la Torre, coordinador del Grupo de Investigación en Farmacología Integrada y Neurociencias de Sistemas del IMIM-Hospital del Mar, añade que en otros estudios de interacción del consumo de alcohol y psicoestimulantes, diferentes a la cafeína, también se observó esta disociación entre la falsa percepción de ser capaz de conducir y el peor rendimiento cuando se evalúan tareas específicas de la conducción de vehículos.
Los análisis a los voluntarios también revelaron que las concentraciones de alcohol en sangre eran mayores cuando se había consumido alcohol con bebidas energéticas: en sangre, el pico fue de 0,75 gramos por litro (g/l) con alcohol solo, y de 0,84 g/l en combinación con estas bebidas, concentraciones que se corresponden con un estado de embriaguez moderada.
En aire espirado, la prueba que se practica para estimar la alcoholemia de un conductor en un control policial, fueron, respectivamente, de 0,38 mg/l y 0,40 mg/l -los límites legales para conducir a España son de 0,5 g/l en sangre y de 0,25 mg/l en aire espirado, umbrales que son menores en conductores novatos (0,3 g/l y 0,15 mg/l).
También se incrementaron las concentraciones de cafeína en la sangre de los voluntarios, puesto que el alcohol inhibe su metabolismo, es decir, la capacidad del cuerpo para eliminarla. Según los médicos, todo ello supone un riesgo añadido en personas con baja tolerancia al alcohol y la cafeína ya que puede favorecer las intoxicaciones.