Mediante el proyecto sinAzucar.org, el fotógrafo Antonio R. Estrada ha sido uno de los principales responsables de concienciar al consumidor en España de la problemática del azúcar añadido en los alimentos. Con fotografías que muestran en forma de terrones el contenido en azúcar refinado que contiene cada producto -algunos considerados saludables hasta hace poco, o idóneos para el consumo infantil-, ha logrado cambiar los hábitos de muchos españoles y las prácticas de la industria.
Ahora, la cuenta sinAzucar.org hace hueco a productos que destacan por el motivo contrario: no contienen azúcar añadido alguno. Esto, en principio, no implica forzosamente que se trate de alimentos 'saludables' de por sí: si se ha empleado frutas trituradas como alternativa para edulcorar la mezcla, como tiende a suceder con el famoso puré de dátiles, los azúcares intrínsecos de la fruta se transforman en azúcares libres que se metabolizan rápidamente, lo que los vuelve inadecuados.
Sin embargo, el producto que ha presentado en esta ocasión goza del respaldo de los nutricionistas: el yogur griego natural de Hacendado. Precisamente por su ausencia de azúcares añadidos, este lácteo que podemos encontrar de marca blanca en muchos supermercados -pero que, ojo, no se elabora según la receta tradicional helénica- se salva de los defectos que aquejan al resto de yogures. Y es que precisamente muchos de los que se venden como 'light' está azucarados para disimular la pérdida de sabor provocada por el desgrasado.
Con el yogur griego ocurre a la inversa: no necesita mejorar su palatabilidad -aunque no faltan versiones de sabores, cuando lo idóneo sería añadirle fruta fresca, cereales integrales o frutos secos- porque es muy rico en grasas. Y es aquí donde se presenta la paradoja: se trata de grasas saturadas, aquellas que hay en principio que evitar. ¿Cómo se puede sostener entonces que el yogur griego natural es saludable e incluso que contribuye a evitar el sobrepeso?
Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, lo planteaba en estos términos en su libro Salud a ciencia cierta (Planeta). "No sabemos bien por qué la grasa del yogur, a pesar de ser saturada, no presenta efectos adversos. Quizá se relacione con la flora bacteriana o con el tipo de ácidos grasos que contiene". La conclusión, en cualquier caso, es que "se ha observado recientemente (y el hallazgo se repite de un estudio a otro con pertinencia) que el consumo de yogur se asocia a un menor riesgo de obesidad central".
Isabel Pérez, dietista-nutricionista responsable del centro Nutrisalud Dietética, arrojaba también luz sobre qué hace saludable al yogur griego natural. "El yogur griego tradicional se hace desecando el yogur, retirando parte del agua para obtener una textura más cremosa. Aquí conseguimos ese efecto añadiendo nata al proceso de elaboración, lo cual aumenta el aporte de grasa obviamente, pero no es algo negativo. La grasofobia está siendo poco a poco superada". Con unos 11 gramos de grasa por cada 100 de producto, puede considerarse una cantidad "no excesiva" que a cambio y "es fuente de vitaminas liposolubles".
El yogur griego natural de Hacendado cumple otra de las recomendaciones de los nutricionistas: no contener más de tres ingredientes. Según el portal independiente de información nutricional Open Food Facts, son la leche pasteurizada entera, los fermentos lácteos que transforman la leche en yogur, y leche en polvo que se incorpora "por motivos tecnológicos" como explicaba la farmacéutica y dietista-nutricionista Marián García en su libro El jamón de York no existe.
Conscientes de estas precupaciones, en cualquier caso, desde Mercadona lanzaron recientemente un yogur griego ligero natural con un perfil graso más parecido al del natural convencional: 2 gramos de grasas por 100 g de producto, de las que 1,7 g corresponde a saturadas. Pero, a cambio, también tiene algo más de azúcar que el griego natural: 4,7 gramos por 100 g de producto frente a 3,9 g. En todo caso, no se trata de azúcares añadidos: se trata de "la cantidad de lactosa naturalmente presente en la leche de partida que se utiliza para hacer el yogur".