Comienzan las vacaciones y la elección de muchas personas es marchar a descansar a zonas costeras. A pesar del pasaporte Covid, las previsiones apuntan a que el turismo nacional volverá a ser el preferido entre los españoles. En concreto, se estima que supondrá el 77% del total de la afluencia turistas en España, según el Barómetro Turístico elaborado por la consultoría Braintrust.
No hay nada más característico de las costas mediterránea y atlántica que los chiringuitos. El sitio en el que tendrán lugar los principales rituales gastronómicos de muchas familias españolas durante este verano. Es tiempo de descansar, pero en ocasiones, esa sana ‘dejadez’ puede extenderse a cosas como los hábitos alimenticios, añadiendo en la dieta algunos alimentos de forma más habitual que el resto del año.
Uno de estos alimentos son las gambas, un crustáceo parecido al langostino pero de menor tamaño. Este animal cuenta con un delgado exoesqueleto que se retira para su ingesta, y, en cuanto a sus hábitats, se encuentra en casi todas las partes del mundo, tanto agua dulce como salada.
En la película Forrest Gump, Benjamin Buford ‘Bubba’ Blue se encargaba de enumerar todas y cada una de las recetas existentes que se pueden elaborar con gambas, y aquí reside otra de las claves de sus beneficios y contraindicaciones. “Evidentemente son más sanas a la plancha que rebozadas o fritas”, indica María del Mar Silva, nutricionista, especialista en alteraciones del sistema digestivo.
Su inclusión en la dieta mediterránea ha originado un debate en el que muchos nutricionistas no se ponen de acuerdo. Por ejemplo, algunos expertos como Ana Luzón, médico y nutricionista, señalan que "como proteína de origen animal, puede consumirse sin problema todos los días".
Por su parte, Silva, puntualiza que "los mariscos pueden elevar los niveles de ácido úrico en sangre si se comen en exceso. Por lo que no se recomienda su consumo diario en personas con hiperuricemia, es decir, con niveles altos de este compuesto".
Beneficios para la salud
Alrededor de 100 gramos de gambas contienen unas 70 calorías. Están compuestas en un 85% de agua, con 15 gramos de proteína y menos de un gramo de grasas, saturadas e insaturadas. Hasta aquí todo son valores positivos a los que acompaña su buen perfil nutricional. Estos crustáceos son ricos en vitamina B, necesaria para la obtención de energía de los alimentos. También en calcio y hierro, clave para la coagulación de la sangre.
También son una fuente de selenio, vinculado al buen funcionamiento del sistema inmune y reproductivo. Además contribuyen a la salud de la tiroides, según desvela un estudio llevado a cabo por un investigador del Instituto de Endocrinología Experimental, del Hospital Universitario Charité de Berlín, Alemania.
Los datos presentados revelan que el estado del selenio se ve alterado por las enfermedades tiroideas benignas y malignas. Por lo que se han utilizado positivamente compuestos de selenio para prevenir o tratar enfermedades generalizadas como el bocio, la enfermedad tiroidea autoinmune o el cáncer de tiroides.
Aunque no sean tan ricas en omega-3 como un filete de salmón, las gambas contienen ácido docosahexaenoico, un tipo de ácido graso omega-3 esencial para el desarrollo del cerebro, compuesto por más del 60% de grasa. Es por esto que su ingesta habitual brinda una dosis sólida de grasa.
También cuentan entre sus nutrientes con cobre y sobre todo zinc, entre 5 y 6 miligramos por cada 100, cantidad similar a la de la carne roja. De esta forma, contribuyen a la producción de colágeno y hemoglobina, que aceleran el proceso de cicatrización del cuerpo.
Riesgos para la salud
Los mariscos como las gambas, aparte de sustancias beneficiosas para el organismo, pueden aportar sustancias tóxicas como el metilmercurio, según datos de un estudio llevado a cabo por una científica de la División de Evaluación, Coordinación y Política de Exposición de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU.
Entre los efectos para salud que puede conllevar su ingesta prolongada, están el impacto negativo en el desarrollo cognitivo (en fetos y niños recién nacidos) y en adultos, un aumento del riesgo de alteraciones cardiovasculares y cardiopatías. Así lo expone una revisión llevada a cabo por investigadores españoles de distintos centros hospitalarios.
Por la morfología de las gambas, la zona que más toxina almacena es la cabeza, por lo que se recomienda no chupar esta parte del cuerpo del animal, que además de metilmercurio, puede contener cadmio. Sustancia que tiende a acumularse en el hígado y en el riñón durante 10 y hasta 30 años, según advierte la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan). En el documento señalan que puede causar disfunción renal y desmineralización de los huesos. También mencionan algunos indicios que lo vinculan con la aparición de algunos tipos de cáncer.
Silva recomienda limitar la ingesta de este tipo de marisco en personas con hiperuricemia, sustituyéndolo por pescados blancos, muchos más saludables en estos casos. “De todas formas, no aconsejo comer gambas todos los días. El ser humano es omnívoro, por lo que es necesario ingerir distintos alimentos para alcanzar un nivel nutricional óptimo”, sentencia la experta.