El consumo de pescado es cada vez más popular en España, a pesar del miedo infundado de algunos en cuanto al peligro del mercurio se refiere. Como ya indicó la AESAN en sus nuevas guías sobre pescado, y también corroboró recientemente un estudio español, el consumo de pescado actual es seguro, recomendable y saludable.
Ahora, un nuevo trabajo llevado a cabo por Andrew Mente, profesor de la Universidad McMaster y del Population Health Research Institute, junto a sus colegas, y publicado recientemente en la revista JAMA Internal Medicine, ha querido ir un poco más allá.
De nuevo, centrándose en uno de los micronutrientes más populares del pescado, el omega-3, han querido analizar cuántas raciones de pescado semanales serían las ideales para prevenir la enfermedad cardíaca y cerebrovascular.
Ya en estudios previos se ha relacionado el consumo del omega-3, un ácido graso poliinsaturado de cadena larga, con un menor riesgo de eventos cardíacos y cerebrovasculares. Sin embargo, aún a día de hoy, sigue haciendo cierta discrepancia sobre el número de raciones semanales de pescado que deberían consumirse con este objetivo preventivo.
Según algunas guías, el consumo de 3-4 raciones de pescado semanales sería lo ideal, para alcanzar el equilibrio entre beneficios por parte del omega-3, y posibles perjuicios derivados del consumo simultáneo de pequeñas cantidades de mercurio. Por su parte, otras guías indican que con 2 raciones semanales sería suficiente.
En este caso, el estudio se centró en aquellas personas que ya habían sufrido algún evento cardio o cerebrovascular, y cómo el consumo de pescado podría reducir el riesgo de sufrir otro evento futuro.
Los investigadores usaron datos de casi 192.000 personas que participaron en cuatro estudios diferentes, en los cinco continentes. Además, 52.000 de estos participantes tenían historial previo de enfermedad cardiovascular. Se trata de algo llamativo, dado que estudios anteriores sobre el pescado y la enfermedad cardiovascular se habrían pasado puntualmente en datos de América del Nortem Europa, China y Japón, con poca información en otras regiones del mundo.
Según Mente y sus colegas, el consumo de dos raciones de pescado a la semana reduciría el riesgo de 1 de cada 6 personas con historial de haber sufrido previamente un infarto cardíaco o un ictus cerebral. Sin embargo, en el estudio, no se observaron beneficios derivados del consumo de pescado en personas sanas, sin historial de eventos cardio o cerebrovasculares previos.
Aún así, indican, los resultados del estudio serían importantes en cuanto a pautas dietéticas se refiere: el consumo de pescado, en particular el pescado azul, en pacientes con historial de eventos cardiovasculares, podría tener beneficios significativos, aunque modestos.
Así mismo, los investigadores también señalan que las personas sanas y con bajo riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular también pueden disfrutar de cierto grado de protección cardio y cerebrovascular al comer pescado rico en omega-3, aunque serían unos beneficios de menor calibre en comparación a aquellas personas que ya han sufrido algún tipo de evento.
Finalmente, y aunque el estudio tuvo en cuenta algunos posibles sesgos, como riesgo cardiovascular en general, la forma de cocinar el pescado, e incluso el tipo de pescado consumido, no está exento de limitaciones.
Por un lado, y a pesar de la gran cantidad y diversidad de participantes, se trata de un estudio observacional y no de un ensayo clínico: se relaciona el consumo de pescado con beneficios a nivel cardio y cerebrovascular, y se da por hecho que el omega-3 es el responsable de estos beneficios, pero los pescados contienen multitud de otros nutrientes beneficios a tener en cuenta, como la vitamina D, riboflavina, yodo, calcio, fósforo, magnesio, potasio, zinc y hierro.
Además, como bien recuerdan los investigadores, algunos factores podrían sobreestimar los beneficios. Un ejemplo sería otros factores dietéticos (las personas que consumen pescado suelen llevar una dieta más saludable en general), el nivel socioeconómico (el pescado suele tener un alto previo, y un nivel socioeconómico elevado se relaciona con mejor salud en general), o los niveles de actividad física, entre otros.