La hora del aperitivo puede ser como un arma de doble filo. Se trata de una de esas actividades que más placer reportan, por la comida, la compañía y el ambiente jovial, pero que a la vez puede transformarse en una costumbre muy poco sana y, por ende, dañina para la salud. Y como en España si hay algo que se le da bien a sus gentes es la cocina, en consecuencia hay una amplia variedad de riquísimas tapas para picar a la hora del vermú. Pero claro, como suele pasar en estos casos, un platito de algunos de los pinchos más populares del país cuenta con una cantidad abundante de calorías, también grasas, por lo que se recomienda que su consumo sea muy ocasional. Pero de entre los aperitivos más celebrados, ¿cuál es el que más engorda?
Pues bien, según un estudio elaborado en 2011 por la Fundación Española de Nutrición, titulado El valor nutricional del aperitivo, que desmenuza las propiedades nutricionales de 25 pinchos típicos y representativos de diferentes regiones del país, entre los que se encuentran las patatas bravas, las patatas revolconas o la tortilla de patatas, señala que la tapa de morcilla es la más calórica, seguida de los callos a la madrileña. Según apunta el citado informe, un aperitivo de morcilla aporta nada menos que 455 Kcal (dos rodajas pequeñas y una rebanada de pan).
Pero cómo ha explicado EL ESPAÑOL en diferentes artículos, una dieta sana y que sirva para mantener un peso saludable no debe limitarse a contar las calorías que tiene un alimento o un plato, esto es un error muy extendido que hay que exterminar. Por ejemplo, hay alimentos muy calóricos, como los frutos secos, que son muy sanos y que se deben incluir con frecuencia en la dieta. Y es que una buena alimentación, además de ser variada, equilibrada, debe poner el foco más que las calorías en la calidad nutricional de cada alimento. En el citado caso de los frutos secos, además de ser muy interesantes para la salud por sus grasas buenas, su consumo se relaciona con un menor riesgo de obesidad.
Entonces, si reformulamos un poco el punto de partida del artículo, ¿se trata la morcilla de un alimento interesante a nivel nutricional y, por tanto, que se pueda comer con frecuencia? Pues bien, la respuesta es negativa y los motivos van más allá de las calorías.
En primer lugar hay que decir que la morcilla es un embutido, elaborado principalmente a base de sangre y manteca de cerdo, cebolla y arroz. Es común que se añada a algunos guisos típicos del país, pero cuando se sirve como aperitivo pasa por la sartén, o sea, que está frita, la forma de cocinado que más calorías aporta y que hay que evitar en favor de los platos a la plancha, al vapor, al horno… y es que una dieta abundante en alimentos fritos se relaciona con el sobrepeso y el aumento del colesterol. Así que ya tenemos el primer argumento a favor de limitar su consumo. Seguimos.
A esto hay que añadir que la morcilla se considera una carne procesada, un tipo de alimento que junto con las carnes rojas la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se limite su consumo y que se haga de forma muy ocasional, ya que si se toma en exceso se relaciona con el aumento del riesgo de padecer cáncer colorrectal. En el caso concreto de la carne procesada, la OMS señala que ha sido clasificada dentro del grupo 1 de cancerígenos para los humanos, es decir, que hay pruebas convincentes de que causa cáncer.
Estos alimentos de origen animal contienen cantidades considerables de grasas saturadas, lo que puede elevar los niveles de colesterol en sangre y provocar efectos negativos sobre la salud cardiovascular. Su consumo también se relaciona con un aumento del riesgo de muerte en general. En el caso concreto de la tapa de morcilla, una ración pequeña según señala el estudio de la FEN, aporta 35 gramos de grasa en total, cerca de 13 gramos son grasas saturadas y el resto insaturadas. Así que después de todo esto, queda claro que si se toma morcilla en el aperitivo deberá ser de forma muy ocasional.
Aunque en esta ocasión el foco son las tapas que una se lleva a la boca el domingo al mediodía, no está de más recordar que en cuanto a la bebida ninguna cantidad de alcohol es buena para la salud por pequeña que sea, como explicó este diario en este artículo y como no se cansan de repetir los expertos. Además, el alcohol estimula el apetito y sus calorías líquidas (y vacías de nutrientes) aumentan el riesgo de obesidad. Así, según se detalla en el libro Beber sin sed (Paidós, 2020), "si te preocupa tu peso, reduce el consumo de bebidas alcohólicas".
Como alternativa a tapas muy calóricas como la morcilla, el chorizo a la sidra o los callos a la madrileña siempre hay opciones sanas para picar, por ejemplo: un puñado de aceitunas, pepinillos, guindillas, unos frutos secos… también otros pinchos más elaborados como el pulpo a la gallega, unas anchoas o incluso unas papas con mojo picón. No hay que olvidar que para gozar de una buena salud además de cuidar la alimentación, hay que evitar el sedentarismo y, al menos, andar 30 minutos al día.