Cada Gobierno establece sus propias recomendaciones en diversos ámbitos, y la alimentación no es una excepción: las pautas dietéticas pueden ser muy diferentes si se vive en Estados Unidos o en Europa, y de hecho la forma de comer es claramente diferente entre ambas regiones.
Teóricamente, dichas pautas dietéticas tienen como objetivo mejorar la salud de la población, a la vez que deberían proteger y cuidar el medio ambiente. Sin embargo, esos objetivos están claramente fuera de la realidad, según un nuevo trabajo publicado en The BMJ: la mayoría de las pautas dietéticas del mundo son incompatibles con los objetivos de salud y/o medio ambiente a nivel mundial, y por ello deberían reformarse.
Esa es la drástica conclusión a la que ha llegado un equipo internacional de investigadores. Se propusieron comparar los impactos en la salud y medio ambiente que tendrían la adopción de las pautas alimentarias a nivel mundial en contraposición a los objetivos globales en otros ámbitos, como es la Agenda de Acción sobre Enfermedades No Transmisibles o el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
El problema es que las directrices dietéticas nacionales basadas en los alimentos, o FBDG en sus siglas inglesas, son documentos aprobados por cada gobierno nacional que brindan recomendaciones sobre dieta y estilo de vida saludable, pero no tienen en cuenta implicaciones sociales o ambientales.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron y puntuaron recomendaciones típicas y medibles, como el consejo de "comer cinco porciones de fruta y verdura al día", un consejo que aparece en 85 de las guías nacionales analizadas, y también en la guía global de la OMS y de la Comisión EAT-Lancet.
Posteriormente, usaron modelos estadísticos para estimar si estas recomendaciones realmente podrían reducir el riesgo de muerte prematura por enfermedades crónicas, como las enfermedades cardíacas, la diabetes tipo 2 o el cáncer, y si a su vez también cumplirían con objetivos ambientales relacionados con las emisiones de gases de efecto invernadero, o la sobreexplotación de recursos de tierra y agua.
Según sus hallazgos, adoptar a rajatabla estas recomendaciones dietéticas lograría reducir hasta un 15% el riesgo de muerte prematura y una reducción promedio del 13% de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte del sistema alimentario (unos 550 millones de toneladas de CO2 en total).
Sin embargo, no siempre se da este caso. Y es que la mayoría de las recomendaciones nacionales analizadas (83,98%) no serían compatibles con al menos uno de los objetivos de salud o medio ambiente a nivel mundial.
Por ejemplo, casi un tercio de estos consejos (29,34%) eran incompatibles con la Agenda sobre Enfermedades No Transmisibles, y entre un 57% y un 87% serían incompatibles con el Acuerdo Climático de Paris y otros objetivos ambientales.
Por su parte, adoptar las recomendaciones de la OMS o de la Comisión EAT-Lancet sí mejorarían tanto la salud global como el medio ambiente, llegando a reducir hasta un 34% las muertes prematuras y reducir hasta el triple la emisión de gases de efecto invernadero.
De hecho, según mencionan los propios investigadores, si países como Reino Unido, China o los Estados Unidos adoptasen las medidas de la Comisión EAT-Lancet podrían reducir el número de muertes desde 78.000 a 104.000 en Reino Unido, de 480.000 a 585.000 en Estados Unidos y de 1.149.000 a 1.802.000 en China.
Las guías dietéticas a examen
Si bien es cierto que el estudio tiene muchas fortalezas, como la gran cantidad de países incluidos en el mismo y la evaluación rigurosa de sus recomendaciones, existen algunas limitaciones, como es la naturaleza cualitativa y poco exacta de las pautas nacionales.
En este aspecto, los autores mencionan una puntuación o score de "incertidumbre": a mayor exactitud en las pautas dietéticas, menor puntuación en la clasificación. Por ejemplo, proporcionar cantidades exactas (como numero de raciones diarias) en lugar de rangos de valores o expresiones como "al menos" o "hasta".
En otro ámbito, se asignaba un valor de incertidumbre elevado cuando las recomendaciones eran vagas, como "comer habitualmente", "comer varias veces a la semana", "aumentar el consumo de X alimento" sin más detalles. O simplemente dar consejos generalistas como "comer frutas y verduras", sin cantidades ni tiempos semanales específicos.
En este aspecto, España es uno de los países mejor valorados, con un score de aproximado de 2, en comparación al score de 5 de Canadá, Brasil o Japón por poner algunos ejemplos.
Aún así, de forma general, las conclusiones del estudio indican que reformar los consejos dietéticos nacionales, incluyendo las actuales directrices de la OMS, podría dar lugar a beneficios tanto en la salud general de la población como en el medio ambiente, logrando cumplir los objetivos de sostenibilidad global. Sin embargo, algunos expertos han opinado sobre el estudio, aconsejando interpretar los hallazgos con cautela.