El estropajo es ese material de cocina que se utiliza para limpiar pero que puede llegar a ser un utensilio nada higiénico. Estas esponjas, que se utilizan tanto para quitar la grasa a los fogones como para lavar la vajilla tras una comida, pueden convertirse en un lugar ideal para que crezcan bacterias que pueden llegar a ser peligrosas para la salud. Los restos de comida que se pueden adherir a la esponja junto con la humedad que retiene, crean el mejor ambiente para el crecimiento y la supervivencia de microorganismos.
De esta forma, al frotar con el estropajo sobre la encimera de la cocina, en lugar de limpiar lo que realmente se estaría haciendo es propagar bacterias por toda la estancia. Todo lo contrario a lo que se busca. Para evitar una situación tan poco higiénica, la mejor solución es cambiar los estropajos frecuentemente, pero ¿cada cuánto tiempo?
Un grupo de investigadores de la Universidad de Furtwangen (Alemania), que analizó las bacterias presentes en 14 estropajos de cocina usados y cuyas conclusiones fueron publicadas en 2017 en la revista Scientific Reports, recomendó que se cambiaran cada siete días. "Sugerimos un reemplazo regular (y fácilmente asequible) de esponjas de cocina, por ejemplo, semanalmente", apuntaron. Pero, ¿no se trata de una periodicidad de recambio algo exagerada?, ¿a qué se debe la necesidad de cambiar de esponja cada semana?
Según los resultado de esta investigación, los estropajos de la cocina son un de los objetos menos higiénicos del hogar. Puede llegar a haber nada menos que 50.000 millones de bacterias por centímetro cúbico de este instrumento de limpieza. Una densidad bacteriana que solo se encuentra en las heces, según los investigadores. "A pesar del error común, se demostró que la cocina alberga más microbios que el baño. Esto se debe principalmente a los estropajos, que representan los mayores reservorios de bacterias activas de toda la casa", señalan los científicos en el citado estudio.
Pero, ¿de qué bacterias hablamos al referirnos a nuestros estropajos? En otros estudios científicos, los investigadores identificaron Escherichia coli, una bacteria que vive en los intestinos de las personas y de los animales, que puede causar cólicos abdominales intensos, diarrea y vómitos; Klebsiella, que puede causar infecciones de las vías urinarias o de pulmón, así como Salmonella, que causa la enfermedad del mismo nombre.
También se localizó Staphylococcus, que puede volverse mortal si las bacterias invaden el organismo e ingresan en el torrente sanguíneo; Proteus, que causan infecciones urinarias, enteritis (inflamación del intestino delgado), o dolencias como la meningitis o la otitis; Moraxella osloensis, que se relaciona con el mal olor que a veces desprenden estas esponjas. Ahí es nada.
¿Funcionan los remedios caseros?
Pero para esta problemática el tomo interminable de remedios caseros también tiene supuestas soluciones. Hay varias fórmulas: meterlos en el lavavajillas, en la lavadora o en el microondas, dejarlos en agua con lejía o lavarlos a conciencia con agua y jabón. Pero, según el citado estudio, ningún método por sí solo fue capaz de reducir las bacterias más de un 60%. Es más, según los investigadores, desinfectar en casa estas esponjas puede empeorar el problema.
"Las esponjas desinfectadas regularmente contenían más bacterias que las esponjas que nunca habían sido limpiadas", señalan. "Esto podría deberse a que las bacterias relacionadas con patógenos son más resistentes a la limpieza y rápidamente vuelven a colonizar nichos liberados, algo similar a lo que sucede en nuestro intestino después de un tratamiento con antibióticos", matizan los científicos.
Dicho esto, hay que asumir que será complicado que los estropajos no tengan bacterias. Así, la única solución, según recomienda la evidencia científica, será cambiarlos semanalmente para evitar complicaciones.
Aunque su tiempo de uso es corto, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) dan una serie de consejos para mejorar su vida útil. En primer lugar, quitar los restos de comida después de cada uso. Las bacterias necesitan nutrientes para crecer, así que mejor no ponérselo fácil. Después de fregar, es importante escurrir bien el estropajo, para que evitar la humedad que tanto les gusta a estos microbios, y dejar secar. Otro truco es utilizar un estropajo diferente para cada zona, uno para los cacharros y otro para los fogones, y no mezclarlos.
No obstante, como ya dijimos, la mejor fórmula para evitar posibles infecciones es renovar frecuentemente los estropajos. Cuanto más desgastados estén, más propensos serán a acumular bacterias.