Son muchos los mitos que rodean al inenarrable universo de la alimentación: desde que los frutos secos engordan, pasando por que es mejor hacer cinco comidas al día que tres, que la carne está llena de antibióticos o que tomarse un vasito de agua con limón por las mañanas previene todos los males. Todos ellos surgen de un cóctel en el que se utilizan distintos ingredientes: un poco de desconocimiento generalizado, una pizca de quimiofobia y las falsas creencias que llevamos años escuchando.
El papel de aluminio (popularmente conocido como papel Albal) es uno de esos productos que siempre se han utilizado en la cocina y al que rodean un par de mitos que mucha gente aún sigue creyendo. El más antiguo dice que sólo puede utilizarse por una cara, la más brillante, que es la que ha de envolver los alimentos debido a que la otra es tóxica. En realidad, nada de esto es verdad, tal y como explicaba hace algunas semanas Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología.
"Podemos asegurar que es rotundamente falso afirmar que una cara del papel y otra son distintas y tienen propiedades distintas. Son exactamente iguales salvo en el color, y el papel de aluminio es igual de eficaz por ambas caras", apunta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en una publicación que hizo hace algún tiempo para desmontar distintos bulos. "El papel de aluminio no es tóxico a no ser que se ingiera", añadía la organización.
Así el segundo mito, que tiene algo más de miga, apunta que es peligroso utilizar el papel de aluminio para preparar distintas recetas en el horno ya que podría acabar contaminando los alimentos y, por ende, a nosotros. Tampoco esto es cierto o al menos no en la medida que se desprende de esta creencia. Nadie se muere después de comerse una dorada al horno que ha sido cocinada sobre papel Albal. Tampoco ocurre cuando lo utilizamos como protector para no manchar este electrodoméstico al calentar una pizza, por ejemplo.
De hecho, la mayoría de nuestros utensilios de cocina, tanto ollas como sartenes o cubiertos, se elaboran con aluminio y están en contacto con alimentos a altas temperaturas. Sea como fuere, tanto la Autoridad Europea la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) han evaluado y reevaluado en distintas ocasiones el riesgo que supone la exposición a este material para nuestro organismo y han establecido umbrales de seguridad. "El Comité Científico de la Aesan considera adecuado el nuevo umbral de seguridad establecido por la EFSA de ingesta de 1 mg Al/kg”, dice la Aesan.
Este límite está muy lejos de alcanzarse al cocinar con papel de aluminio, por lo que se trata de una práctica segura. Ahora, lo que sí que no es recomendable es "envolver con él alimentos muy ácidos o muy alcalinos, ya que se puede descomponer parte del aluminio", tal y como explica José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia y divulgador, en su libro ¿Qué es comer sano? (Destino, 2018), donde aborda distintos mitos. "Si quieres hacer un experimento, prueba a envolver perlas de sosa de las que se utilizan para desatascar cañerías en papel de plata y verás como se calienta y desprende gas… pero en la cocina y con el extractor puesto, que ese gas es tóxico", finaliza.