Duralex, la marca más icónica de vajillas de vidrio en España, cierra debido a los altísimos precios que ha alcanzado el gas recientemente. Los trabajadores de la fábrica de Orléans (Francia) detendrán la producción el próximo 1 de noviembre, aunque esperan que sea de manera puntual. Durante los próximos 6 meses liquidarán los productos que conservan fabricados.
"En condiciones normales, los precios de la energía en la fabricación de vidrio pueden representar entre un 5% y un 7%. En estos momentos representa el 46% de la facturación, y esto hace que sea absolutamente inviable", ha dicho José Luis Llacuna, director de la fábrica a TV3. Duralex manda al paro a 250 empleados, pero cobrarán el 95% de su sueldo gracias a las ayudas a empresas del Gobierno de Macron.
En casi todas las casas de nuestro país había una de estas vajillas de vidrio, tanto transparentes, como verdes o de color ámbar. Comparadas con las vajillas del pasado, las de Duralex eran más resistentes; de hecho, en la publicidad se decía de ellas que eran "prácticamente irrompibles". Eso sí, cuando uno de estos platos o vasos estallaban, lo hacían en multitud de pequeños cristalitos que se desperdigaban por todo el suelo de la cocina.
Los cacharros de Duralex fueron un exitazo en España en la década de los sesenta, pero fue en el año 1945 cuando se descubrió la técnica que hacía más resistente al vidrio con el que estaban hechos: el vidrio templado. Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, ha publicado en su cuenta de Twitter en qué consiste este proceso. El vidrio se va calentando poco a poco hasta que alcanza los 600 grados centígrados y se enfría súbitamente.
De esta manera, la resistencia de esta vajilla triplicaba la de las de loza y otros materiales. Sin embargo, el precio no era significativamente superior, de modo que las piezas de Duralex adquirieron fama con rapidez. Además, su resistencia también era térmica. Es decir, estos contenedores mantenían su integridad cuando se vertían en ellos alimentos muy calientes.
Un buen material
El vidrio, en este sentido, es uno de los materiales más adecuados para encontrarse en contacto con los alimentos. Según la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), este tipo de materiales deben ser "lo suficientemente inertes como para que sus componentes no tengan un efecto negativo en la salud de los consumidores ni influyan en la calidad de los alimentos".
Es decir, el vidrio cumple con los límites que establece este organismo al no representar un peligro para la salud humana, no provocar alteraciones en los alimentos, ni en sus características organolépticas. Además, el vidrio tiene una superficie lisa. Es decir, no tiene recovecos en él en los que se puedan acumular restos de comida difíciles de eliminar y, por tanto, donde proliferen microorganismos.
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Esto es lo que pasa, por ejemplo, en los utensilios de madera como las tablas para cortar alimentos. Los sucesivos cortes levantan astillas o crean rajas en las que pueden colarse restos de comida, motivar el crecimiento de colonias de microbios y, por último, contaminar los alimentos que se pongan sobre la tabla. Estas tablas, además, si se lavan en el lavavajillas suelen abombarse.
Una vajilla con historia
En este artículo de Verne, del diario El País, se explica que la demanda de artículos de Duralex llevó a la empresa francesa Saint-Gobain a abrir una fábrica en nuestro país en el año 1963. La factoría se estableció en Azuqueca de Henares, en Guadalajara, y creó unos 500 empleos en una zona que, históricamente, había sido agrícola. El paso de la loza a la vajilla de Duralex fue, según algunos autores, un símbolo de la entrada en el liberalismo económico y la salida de la autarquía.
Con el paso del tiempo, los productos de Duralex perdieron popularidad. De hecho, en 2008 la empresa estaba a punto de quebrar, pero por la crisis global volvieron a demandarse estas vajillas baratas, pero muy resistentes. Hoy en día, algunas de las piezas de Duralex se exponen en el Museo de Artes Decorativas de París e, incluso, la tienda online del MoMA de Nueva York vende la edición de un vaso de Duralex similar al que usaba Daniel Craig, en su papel como James Bond, para beber whisky en la película Skyfall.