La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición ha tenido conocimiento, a través de la Red de Alerta Alimentaria Europea (RASFF), de una notificación de alerta trasladada por las Autoridades Sanitarias de Países Bajos, relativa a la presencia de un alérgeno, la mostaza, no indicada en el etiquetado de verduras asadas procedentes de Dinamarca
El producto implicado es una bolsa de un producto congelado, verduras a la parrilla con salsa balsámica. El nombre del producto en etiqueta es "Roast Supreme", de la marca ARDO, con presentación en bolsa de plástico de 1,5 kg y con fecha de caducidad del 03/2020 hasta 02/2022.
El producto afectado, fabricado en Dinamarca, ha sido distribuido a la Comunidad Autónoma de Navarra. Esta información ha sido trasladada por la AESAN a todas las Comunidades Autónomas a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI).
Como medida de precaución, se recomienda a aquellos consumidores alérgicos a la mostaza que pudieran tener los productos anteriormente mencionados en sus hogares que se abstengan de consumirlo. El consumo de estos productos, concluye el comunicado, no comporta riesgos para el resto de personas sin alergias.
Aumentan las alergias alimentarias
En España, se estima que cerca de dos millones de personas son alérgicas a algún alimento. Los alimentos están compuestos por diferentes proteínas y algunas de ellas pueden ser potencialmente alergénicas, siendo capaces de inducir diferentes tipos de reacciones, explicaban María José Goikoetxea y Carmen D’Amelio, doctoras en el Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra.
El desarrollo de una alergia depende, sin embargo, de diversos factores entre los que se incluyen la genética, la frecuencia de consumo de los alimentos y el momento de su introducción, entre otros. Una etapa frecuente de la vida para desarrollar estas alergias es la niñez, especialmente durante los primeros años cuando se comienzan a introducir los diferentes alimentos.
En las personas con alergia alimentaria, se produce una respuesta exagerada frente a uno o más alimentos determinados. Esto es debido al desarrollo de anticuerpos, generalmente tras un contacto previo, que, al reconocer al antígeno o alimento en cuestión, ponen en marcha una serie de reacciones inmunológicas capaces de desencadenar los síntomas típicos de la alergia: picores, ronchas, edema facial, tos, dificultad para respirar, etc. Estos síntomas generalmente se producen de forma inmediata o dentro de las primeras dos horas tras la ingesta o el contacto con el alimento.
¿Es posible superar la alergia a un alimento? Depende el tipo de alimento. Hay alergias alimentarias en la edad pediátrica que se superan habitualmente con el crecimiento como la alergia al huevo y la leche. Se estima que a los cinco años, el 80% de los pacientes con alergia a la leche de vaca y más de la mitad con alergia al huevo logran superarlo de forma espontánea. Sin embargo, hay otros, como los frutos secos, que no suelen desaparecer con la edad.
En casos como la alergia al pescado se puede llevar a cabo un proceso de desensibilización. Mediante un proceso lento, pero progresivo, se va introduciendo ese alimento en la dieta. Se comienza con cantidades ínfimas hasta que la persona consigue tolerarlo. Es importante tener en cuenta la necesidad de llevarlo a cabo bajo la estrecha supervisión de un especialista. Es una técnica que se muestra más efectiva cuanto más temprano se comienza, ya que a partir de los 5 años de edad disminuyen las posibilidades de tolerar un alimento frente al que se ha vuelto sensible.
¿Ocurre solo si se consume directamente ese alimento? La reacción alérgica no depende de la cantidad ingerida sino de la sensibilidad a ese elemento. No solo hay que prestar atención a la pieza de fruta concreta o al fruto seco, sino también a aquellos productos que puedan contener trazas (cantidades muy pequeñas) del mismo, porque estén presentes en su composición o bien por contaminación accidental de otros alimentos.
Hay quienes ni siquiera necesitan ingerir ese alimento para reaccionar frente a él. Por ejemplo, los vapores del cocinado del pescado pueden desencadenar una reacción alérgica en muchos pacientes con elevada sensibilización a dicho alimento. A estos pacientes se les denomina “detectores de vapores”. En estos casos, la solución no solo pasa por evitar consumir dicho alimento, sino que no pueden estar expuestos durante su cocinado o durante el servicio del comedor del colegio.