La salsa de tomate es un básico imprescindible que podemos encontrar en muchas cocinas. Un gran número de recetas pueden ser perfectamente coronadas con una cucharada de este producto. Una montaña de espaguetis, la base de una pizza o puede utilizarse para mejorar el sabor de cualquier guiso. Como siempre, lo ideal es preparar nuestras salsas de tomate en casa, pero, en muchas ocasiones, nos abrimos camino por la vía fácil y compramos una de bote. Pero, ¿estos productos tan familiares son saludables?
El tomate, desde luego, sí. Esta fruta, desde el punto de vista biológico, y hortaliza, desde el punto de vista culinario, es un alimento con una gran proporción de agua. Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), hasta el 94% de la composición del tomate está formada por este líquido. Es decir, es un alimento que ayuda a que estemos hidratados y es bajo en calorías. Este mismo organismo calcula que cada 100 gramos de esta fruta/hortaliza aportan 22 kilocalorías.
Sin embargo, lo que convierte al tomate en un alimento saludable es su contenido en vitaminas y minerales. De hecho, es una fuente de vitaminas A y C. La primera de ellas procede de los carotenoides que son los responsables del intenso color rojo de los tomates. Es más, cuanto más maduro y rojo es un tomate, más cantidad de carotenoides contendrá. Por tanto, el mejor tomate de bote que podemos encontrar en el supermercado es aquel que mantiene en mayor medida lo beneficios de esta fruta/hortaliza.
Menos ingredientes, más saludable
¿Cuál es ese? El tomate triturado, simplemente. La nutricionista Boticaria García explica en su libro "El jamón de York no existe", que la etiqueta de este tomate triturado debe tener dos ingredientes: tomate y corrector de la acidez (ácido cítrico). De acuerdo con la opinión de la experta, Carlos Ríos clasifica a este tomate como un "buen procesado". Es decir, se ha elaborado en la industria alimenticia, pero no daña nuestra salud porque es tomate y punto.
Pero, claro, a la mayoría de nosotros lo que nos gusta es el tomate frito. De hecho, cada uno tenemos una marca predilecta de esta salsa y notamos cuando nos la cambian por otra. El mejor tomate frito del supermercado es también el más purista. En este caso, la Boticaria García explica que la mejor etiqueta para uno de esta salsa de tomate es aquella en la que se leen cuatro ingredientes: tomate, aceite de oliva virgen extra, sal y azúcar. Este último se utiliza para corregir el sabor ácido del tomate, pero se trata de un ingrediente polémico.
Como ya sabemos, se asocia con la obesidad y sus enfermedades asociadas, así como con las caries dentales. Además, algunos tomates fritos del supermercado abusan de este ingrediente para encontrar una receta que guste a más consumidores. En sus etiquetas es posible dar con, además de azúcar, jarabes de glucosa y de fructosa, que vienen a ser lo mismo. Boticaria García recomienda que el porcentaje de azúcar sea 5% o menor. Es decir, si en el etiquetado se miden los nutrientes por cada 100 gramos de producto, hay que observar que no haya más de 5 gramos de azúcares.
Las ventajas de cocinar el tomate
De todas formas, elaborar nuestra propia salsa de tomate nos da el control sobre sus ingredientes. El tomate es un alimento que, curiosamente, aumenta sus propiedades cuando se cocina. En concreto, Carlos Ríos afirma que mezclar el tomate con aceite de oliva permite que el cuerpo absorba en mayor medida el licopeno que contiene. El licopeno es uno de los carotenoides que le dan color a esta fruta y aportan vitamina A. Es decir, el tomate frito no tiene por qué ser un producto dañino si se elabora con proporciones saludables de ingredientes. Lo más importante, en este sentido, es reducir el contenido de azúcar al máximo posible y utilizar aceite de oliva virgen extra. Para ahorrar tiempo y hacer la elaboración más sencilla, es posible utilizar el tomate triturado de bote en vez de tomates.
Además, a algunas personas les gusta añadir a la cocción otras verduras. Las cebollas, los ajos o los pimientos son algunos de los más utilizados. En este sentido, la receta no difiere mucho de un sofrito. Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y autor del libro "Salud a ciencia cierta", explica que un sofrito lleva, fundamentalmente aceite de oliva, preferiblemente virgen extra, tomate y cebolla.
Este experto ha estudiado en profundidad los beneficios de la dieta mediterránea, considerada como una de las dietas más saludables del mundo. En este sentido, los sofritos son una de las elaboraciones más frecuentes en este tipo de alimentación, y se utilizan sobre todo para elaborar con ellos, posteriormente, guisos o recetas más complejas. Martínez-González recomienda, entre otras cosas, que venzamos la pereza y elaboremos un sofrito casero dos veces a la semana para mantener una buena salud.