Cuanto más temprano se hacen las comidas principales del día, más se reduce el riesgo de ganar peso, según estudios realizados por los equipos de las Universidades de Harvard en Massachusetts y Tufts en Boston en EEUU publicados en la revista International Journal of Obesity.
"Cenar tarde hace que puedas engordar más o que adelgaces menos consumiendo las mismas calorías que si las tomas a horas más tempranas", ha asegurado la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia e investigadora en Brigham and Women's Hospital de la Universidad de Harvard, quien ha participado en la investigación.
En concreto, un trabajo con 420 personas (50% hombres y 50% mujeres) demostró que las personas que hacían esa comida principal después de las tres de la tarde perdían menos peso que las que comían antes de esa hora, comiendo lo mismo, haciendo el mismo ejercicio y durmiendo las mismas horas. Los que comieron sobre las 14:30 h perdieron aproximadamente 12 kilos y los que lo hicieron pasadas las 15 horas perdieron sólo 8 kilos.
"En este trabajo concluimos que no solo es importante qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Además, descubrimos su explicación metabólica. Detectamos la presencia de un reloj periférico en nuestro tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso", ha señalado Garaulet.
En obesidad, el tejido protagonista es el tejido adiposo. El exceso de energía se acumula en este tejido, y cuando se produce una acumulación excesiva de grasa, hablamos de obesidad. Desde el punto de vista cronobiológico, el tejido adiposo es un tejido periférico en el que se expresan genes 'reloj' que juegan un papel fundamental en la fisiología del propio tejido, y en la fisiopatología de la obesidad.
Estos genes 'reloj' son capaces de regular la expresión rítmica de diversas sustancias bioactivas secretadas por el tejido adiposo como es la adiponectina, la leptina y la resistina, entre otras, y que afectan el metabolismo sistémico. Investigaciones recientes muestran la importancia que tiene el funcionamiento correcto de los genes "reloj" del tejido adiposo y el efecto de su desincronización en el desarrollo de ciertas enfermedades como es la obesidad.
Recientemente, la doctora Garaulet y Frank Scheer, también de la Universidad de Harvard, publicaron un trabajo en tejido graso humano que demostraba que la hora en que mejor toleramos los azúcares es alrededor de las 12 del mediodía, mientras que, por la noche, esa tolerancia a los carbohidratos disminuye hasta cuatro veces. "Vimos que el reloj periférico del tejido adiposo regula la sensibilidad a la insulina. Cuanta menos sensibilidad a la insulina, mayor riesgo de acumular las calorías de los carbohidratos consumidos en exceso en forma de grasa", ha explicado Garaulet.
Según esta experta, el cuerpo tiene un 'reloj periférico' en el tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso. La alimentación es uno de los sincronizadores más importantes de nuestro reloj interno, junto con la luz y el ejercicio.
"Cuando comemos, ponemos en hora los relojes periféricos de los órganos implicados en la digestión, como el tejido adiposo, el páncreas, el hígado, el intestino y el estómago. Si comemos a deshora, se produce un desfase con el reloj central, situado en el hipotálamo. Esto provoca una cronodisrupción. Y esta situación se ha relacionado con depresión, cáncer, obesidad, diabetes, Alzheimer, y en general con todas las enfermedades degenerativas", según Garaulet.
El papel de la microbiota
La microbiota saludable y equilibrada también es fundamental para asegurar una función digestiva adecuada, ya que estas bacterias contribuyen a aislar el organismo del medio externo para que no entren sustancias tóxicas.
En un estudio muy controlado a 10 mujeres que comen lo mismo durante dos semanas, una semana realizan la comida principal a las 13 h y la otra a las 17.30 horas, se ha visto que cuando comen tarde se invierte totalmente el ritmo de la diversidad de las bacterias de la saliva. Esto significa que hay un ritmo que cambia la diversidad de bacterias que se tienen en el organismo a lo largo del día.
"Esta diversidad marca la salud fisiológica, y cuanta más diversidad de bacterias haya, mejor", señala. Cuando se come tarde se invierte totalmente el ritmo y esta inversión da un patrón de microbiota propio de situaciones de enfermedad como el que aparece en la obesidad, ciertos tipos de inflamación, de síndrome metabólico, e incluso de la enfermedad de Crohn, Para mejorar la microbiota, Garaulet apunta a seguir un patrón de dieta mediterránea, "ya que es muy favorable para nuestra comunidad bacteriana".