Actualmente, la intolerancia a la lactosa está cobrando protagonismo dentro de los supermercados. De hecho, cuando acudimos a hacer la compra podemos elegir entre múltiples tipos de leche con o sin lactosa, aunque siempre o casi siempre se trata de leche de vaca.
Por su parte, como opción alternativa están las bebidas vegetales, muchas de las cuales están saturadas de azúcar. Por suerte, cada vez son más las opciones "sin azúcares añadidos". Ahora bien, ¿y los otros tipos de leche? ¿Es la leche de vaca la única opción viable entre las verdaderas leches naturales?
Tal y como comenta la pediatra Matilde Zornoza en el blog Pediatría 2.0, muchos padres suelen pensar en leches alternativas, como la leche de cabra o leche de oveja, con el objetivo de evitar la "alergia a la leche" (alergia a la proteína de la leche de vaca), o bien para mejorar la intolerancia a la lactosa. Y ambas opciones son erróneas.
Como bien puntualiza Zornoza, aunque algunos individuos alérgicos pueden tolerar otras leches (la leche de camella, yegua o burra, por ejemplo, muy atípicas en nuestro país), dicha tolerancia se debe a que estos animales no tienen una relación filogenética con otros como la vaca, el búfalo, la oveja, la cabra o el caballo, por lo que no existiría intolerancia ni alergia a sus proteínas. Sin embargo, la leches que encontramos habitualmente en el supermercado (vaca, oveja o cabra) sí tienen una relación, y puede existir una alergia cruzada. Por lo tanto, usarlas de alternativa sería erróneo.
Si nos centramos en la intolerancia a la lactosa, es cierto que las personas que la sufren toleran mejor otras leches alternativas. Sin embargo, la realidad es que no existe tal intolerancia (al menos a nivel físico). Tanto la leche de oveja como la leche de cabra poseen un nivel de azúcares similar a la leche de vaca, siendo 4,7 gramos y 4,5 gramos por cada 100 mililitros respectivamente, en comparación a los 5 gramos/100 mililitros que contiene la leche de vaca. Por tanto, podríamos decir que no son una buena alternativa a la leche de vaca si se quiere evitar la lactosa. En tal caso, habría que tirar de leches sin lactosa, o bien de bebidas vegetales si se prefiere.
Finalmente, existe la duda recurrente de si, a nivel nutricional, existe una leche mejor que otra. En cuanto a las bebidas vegetales, ya analizamos en su momento en EL ESPAÑOL cuál es mejor o peor, comparando la bebida de soja, bebida de arroz, bebida de coco o bebida de almendras. Existen muchos otros tipos, como la de avena, garbanzos, centeno o lenteja, e incluso podría decirse que la conocida horchata sería una bebida vegetal al uso, pero en aquella ocasión el estudio que se tuvo en cuenta solo analizó estas cuatro por ser las más consumidas a nivel mundial. La leche de soja ganaría por ser rica en isoflavonas, aunque su sabor no es el más codiciado entre las distintas alternativas.
Por su parte, respecto a la leche de vaca, oveja o cabra, la realidad es que no difieren excesivamente entre sus nutrientes. Destacaría la leche de oveja por contener más grasa, algo más de calcio y un poco más de proteínas que sus congéneres, pero no posee una cantidad suficientemente llamativa como para ser una "alternativa mejor" a nivel nutricional que las demás.
Por tanto, como conclusión, no es mala idea intentar probar otros tipos de leche que no sean la "leche de toda la vida", como lo es la leche de vaca en España. En nuestro país resulta relativamente fácil encontrar leche de oveja o cabra, pero si se busca probar alternativas más atípicas como la leche de yegua, burra o camella, puede que sea una misión complicada pero no imposible. Las diferencias tan solo serán apreciables a nivel de sabor y textura, pero no a nivel nutricional, ni tampoco evitarán la intolerancia a la lactosa ni las alergias (con excepción de las "leches raras", siempre que se sepa elegir correctamente).
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