Una borrasca muy particular formada en el Mediterráneo puso en alerta a Baleares y el levante peninsular en noviembre de 2019. Dado que era la segunda de la temporada en la lista de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), le correspondió alfabéticamente el nombre de Bernardo. El sistema, sin embargo, estaba siendo seguido por investigadores de todo el mundo: la Universidad Libre de Berlín lo bautizó Detlef mientras que, desde EEUU, la NASA usaba el mote 'Trudy'.
¿Qué tenía de especial este fenómeno? La respuesta está en la imagen que ilustra este artículo: entre el 10 y el 11 de noviembre, su núcleo se desplazaba del oeste de Mallorca hacia Túnez, formando un remolino que fue fotografiado por los satélites y recordaba al de una tormenta o ciclón tropical. Podíamos estar contemplando el nacimiento frente a nuestras costas de un genuino 'medicane', un 'huracán mediterráneo'.
Finalmente, Bernardo se quedó en borrasca, lo que no es decir poco: azotó Baleares con vientos de más de 100 km/h y olas de hasta ocho metros, y aún tuvo tiempo de expandirse para sacudir Italia. Pero los auténticos estaban al llegar. Un reciente artículo en la prestigiosa revista Bulletin of the American Meteorological Society acredita como 'huracán mediterráneo' a Ianos, que afectó a Grecia y el sur de Italia en 2020. Apollo, la borrasca que en las últimas semanas anegó Sicilia, es una nueva firme candidata a medicane.
'Medicane' es una palabra que llega para quedarse, con argumento de autoridad: Kerry Emmanuel, catedrático de Ciencias Ambientales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y gran 'sabio de los huracanes', fue de los primeros en acuñarlo tras trabajar 'cuatro temporadas' en Baleares junto a Romualdo Romero.
"Emmanuel fue muy prudente al no llamarles 'huracanes mediterráneos', valora Francisco Martín León, meteorólogo de Aemet y Meteored, y coordinador de la RAM (Revista del Aficionado de la Meteorología). "Un medicane no es un huracán de la misma manera que un bonsái de un olivo no es un olivo".
Huracanes pequeños e infrecuentes
"Un medicane no es más ni menos que un ciclón mediterráneo con ciertas características de sus hermanos mayores tropicales, pero son más pequeños que los huracanes del Caribe o del Golfo de México", aclara Martín León. No son, como podría pensarse, un fenómeno nuevo: es posible que "estos sistemas existieran anteriormente", apunta el meteorólogo, pero únicamente la precisión actual de los datos e imágenes por satélite nos permite observarlos adecuadamente.
Así, en las últimas décadas, se están observando "uno o dos al año, preferentemente en octubre, noviembre o diciembre", precisa el experto. Esto no significa, sin embargo, que el cambio climático antropogénico resulte inocuo. El agua del Mediterráneo se está calentando más deprisa que cualquier otro mar del planeta, alertan informes. Aunque todavía es una hipótesis, "con un Mediterráneo relativamente más cálido, la tendencia apunta a que los medicanes podrían aumentar", advierte Martín.
Hay una completa relación entre los 'huracanes mediterráneos' y la temporada de 'gota fría'. "Suelen desarrollarse a partir de una borrasca o de una DANA, esa palabra tan de moda", comenta el veterano meteorólogo con humor. Esto parece en principio contradictorio, porque la DANA es una depresión en niveles altos, "a 5.000 metros de altura" y un medicane es una baja intensa en superficie.
"Pero si la DANA se queda quieta, es como remover la atmósfera con una cuchara", explica Martín León. El remolino se va transmitiendo para abajo, y si se mantiene organizado durante varias horas desarrollando tormentas, es probable que pase a ser un medicane". En el caso de Apollo, nació como borrasca con frentes asociados que dejaron "precipitaciones desastrosas" en lugares como Catania. Los frentes se marcharon, y quedó una estructura de huracán relativamente pequeña que recibió el nombre de la madre. "Qué historia más bonita, ¿verdad?", reflexiona Martín León. "Parece mitológica".
El riesgo, en el ojo del medicane
Que una borrasca transicione a medicane no es un fenómeno adverso de especial preocupación por sí mismo, insiste Martín León. "Para ser dañino, tiene que acercarse a zonas pobladas". Algunas tormentas tropicales, explica, no tocan tierra jamás, como está sucediendo en el Atlántico con Wanda. Sin embargo, la cuenca mediterránea es "pequeña" y, según la región, densa en población. "Si un medicane impacta en zonas muy habitadas, posee un riesgo y una adversidad muy altas".
Así, un medicane no tiene por qué ser más peligroso que una borrasca. Lo determinante será su trayectoria y en especial la localización del ojo, que oscilaría entre los 20 y 30 kms de diámetro. "Son pequeños pero potencialmente destructivos, por eso se ha creado un proyecto europeo para estudiarlos. Suelen llevar vientos superiores a los 100 km/h, bandas de precipitaciones intensas, ect... Un medicane concentra toda su energía alrededor del ojo, y ése es el peligro. La borrasca es algo menos intensa, pero más amplia", explica el especialista.
Llega la pregunta: ¿Debe preparse España para el impacto de medicanes en un futuro cercano? "Las zonas del mediterráneo central y oriental tienen mayores papeletas, porque se forman en aguas abiertas, sobre zonas con anomalías de temperaturas positivas. Pero se pueden formar en cualquier sitio cuando se dan una serie de ingredientes", valora. En cualquier caso, el impacto social seguirá determinando la peligrosidad del fenómeno y la importancia de las alertas meteorológicas de cara a la ciudadanía. "Cuando las lluvias torrenciales llegan a tu ciudad, te importa poco si las trae una borrasca o un medicane".