En ocasiones la realidad supera a la ficción. Corría el año 1843 cuando el escritor danés Hans Christian Andersen publicó una de sus obras más reconocidas, El patito feo. Casi dos siglos más tarde, esta historia bien podría estar protagonizada por la cerceta pardilla, el pato más amenazado de Europa. Sin embargo, los expertos denuncian que esta ave —catalogada en España como en peligro crítico de extinción desde 2018— recibe menos fondos y atención mediática que otras especies en su misma situación debido, en parte, a una cuestión estética.
"A veces nos movemos más porque nos atrae estéticamente un animal", asegura Juan Manuel Pérez-García, investigador del Área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández. En el caso de la cerceta pardilla, no parece que exista esta atracción: "Para explicarla puedes empezar por sus colores (una mezcla de marrón y blanco grisáceo). Pero, ¿tiene algo característico? Bueno… Tiene un moño en la nuca. Aunque no es igual que en otras especies en las que puedes darle a la gente una referencia mucho mayor para que sepan de qué animal estás hablando. Así que sí, es un poco el patito feo".
Aunque esta 'teoría' del patito feo pueda sonar a chiste malo, lo cierto es que algunos estudios ya han evidenciado que la percepción del atractivo físico influye a la hora de decantarse por la conservación de una u otra especie. Un experimento realizado en Estados Unidos demostró que los 210 participantes preferían preservar el tigre de Bengala frente al escarabajo de cuerno largo del saúco del valle, puntuados como el más y el menos atractivo, respectivamente.
Más allá de esta cuestión, la supervivencia de esta ave anseriforme en nuestro país también depende de la eficacia que presenten los programas de mejora y conservación. "Estamos echando agua de forma constante a una piscina con agujeros. Por tanto, nunca la tendremos vacía, pero tampoco conseguiremos que termine llenándose". Pérez-García utiliza este símil para explicar la situación actual de la cerceta pardilla en España, que llegó a su punto más crítico en 2013, cuando estuvo "virtualmente extinguida" ya que tan sólo se reprodujeron 22 ejemplares.
Furtivismo y gatos domésticos
Para reforzar las poblaciones en declive, se puso en marcha un programa de cría en cautividad en Doñana y en Valencia. La situación no mejoraba pese a que se liberaban cientos de ejemplares al año, por lo que el investigador se propuso averiguar qué estaba ocurriendo: marcaron 42 cercetas con emisores GPS y 300 con anillas de lectura a distancia con el objetivo de evaluar su supervivencia y causas de mortalidad.
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De las 15 aves muertas que recuperaron, el 60% lo hizo por causas no naturales; en concreto, los disparos fueron responsables de una de cada tres muertes. "Esta causa la hemos denominado 'caza ilegal' y se produce en dos escenarios distintos", explica Pérez-García. "Por un lado, durante una jornada de caza ha habido una confusión de especies y han disparado a una que no es cinegética, como es el caso de la cerceta pardilla". Sin oponerse a la caza, el investigador sí que considera necesario desautorizar esta práctica en condiciones de mala visibilidad: "Una medida sencilla sería que una vez que el Sol ya se ha puesto no se pudiera cazar".
La otra escena que entienden por "caza ilegal" es aquella en la que furtivos entran en zonas protegidas a cazar patos. De hecho, los investigadores sospechan que la caza ilegal fue la culpable de que el 50% de los dispositivos GPS dejaran de transmitir datos, puesto que el 70% de estos instrumentos dejó de funcionar repentinamente cuando la cerceta pardilla se encontraba dentro de un coto.
Los gatos domésticos también se mostraron como un riesgo para la especie, representando el 13% de las muertes conocidas. Por este motivo, Pérez-García propone limitar que se establezcan colonias felinas en un radio de un kilómetro alrededor de los parques naturales. "Mediante cámaras-trampa hemos comprobado cómo se acercan a las zonas donde descansa la cerceta pardilla".
La probabilidad de éxito
El hábitat de esta especie son los humedales, donde también corre peligro su vida. "Es cierto que estos ejemplares fallecen por una enfermedad, que es una causa natural, pero no deja de estar provocada por la mala gestión del agua que se hace en determinados humedales", denuncia Pérez-García. Teniendo en cuenta estos datos, el equipo liderado por Pérez-García calculó la probabilidad de que los programas de conservación tuvieran éxito.
El resultado, que se ha publicado en un reciente estudio, reveló que sólo se podría alcanzar una población autosostenible si se reducía la mortalidad no natural en al menos un 40%. "La recuperación de la especie está totalmente condicionada a que reduzcamos las causas en las que tiene responsabilidad el hombre", reconoce el investigador en declaraciones a EL ESPAÑOL.
"No se produce la extinción porque las autoridades siguen soltando ejemplares. Pero es que no podemos seguir haciendo esto indefinidamente", advierte Pérez-García. Según la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), los centros andaluces y valencianos liberaron un total de 839 cercetas pardillas en 2022. Además, el pasado año se superaron las 110 parejas reproductoras, alcanzando el máximo de la última década.
"Desde que en 2018 se aumentó a la categoría de 'En peligro crítico de extinción' en el Catálogo Nacional de Especies de Fauna Amenazadas, la población reproductora de la cerceta pardilla no ha parado de crecer en España". Quien habla en esta ocasión es Rubén Moreno-Opo, jefe de servicio de la Subdirección General de Biodiversidad Terrestre y Marina.
Lo cierto es que en 2019 sí que se registró una caída tanto en el número de parejas reproductoras como en el de pollos de cerceta pardilla. Aunque a partir de entonces, las cifras, como señala Moreno-Opo, se han incrementado cada año. En el caso de las parejas reproductoras, el número ha pasado de 45 a 115 en tres años. Para la misma fecha, el crecimiento de los pollos nacidos en libertad ha sido aún mayor: de 156 a un total de 741.
Para Moreno-Opo, tiene sentido liberar ejemplares de esta especie pese a los riesgos con los que se encuentra en la naturaleza. "En casi todos los programas de conservación se compagina la eliminación de amenazas y la aceleración de la recuperación poblacional de la especie", apunta el doctor en Biología a este periódico, "pero en muchos casos los peligros no se pueden corregir a corto plazo".
Objetivo: 125 parejas reproductoras
También advierte que no se debe confundir la caza con el furtivismo. De hecho, asegura que "los cazadores colaboran en la conservación" de la cerceta pardilla. Se muestra más preocupado por el escenario de sequía al que se enfrenta nuestro país: "En los últimos años hemos comprobado que la evolución de la población reproductora está muy asociada a la pluviometría que se da en las áreas de presencia de la especie".
Por tanto, cree que si la escasez de lluvia persiste, la cerceta pardilla lo va a acusar. Poniendo así en peligro la supervivencia de la especie en el continente europeo, puesto que España es el único lugar de reproducción de la cerceta pardilla en Europa. "En la isla de Sicilia están haciendo esfuerzos, en Portugal crió una pareja, pero sólo en nuestro país se acogen poblaciones viables. De ahí la responsabilidad", sentencia Moreno-Opo.
La iniciativa 2021-2025 del Programa LIFE de la Unión Europea persigue restaurar 3.000 hectáreas de humedales para alcanzar las 125 parejas reproductoras. "Es probable que en poco tiempo se llegue a esta cifra", vaticina Moreno-Opo. Ahora bien, lo que se debe asegurar es la estabilidad de la especie: "Hay que conseguir una permanencia continuada en el tiempo para poder determinar que el riesgo de extinción se ha reducido".
Y es que la cerceta pardilla es una de las siete especies declaradas en peligro crítico en España, aunque quizás la mayoría de ciudadanos "no le ponga cara a este pato". Tal y como plantea Pérez-García, "muchas veces estos animales llegan a estar técnicamente amenazados porque no han captado el foco de los proyectos de conservación o de la gente". Por su parte, Moreno-Opo discrepa en este aspecto: "Las personas se suelen motivar mucho más al hablar del lince ibérico, el águila imperial o el quebrantahuesos, pero en el caso de la cerceta pardilla no está justificada esa queja".
Para reforzar su postura, el investigador de la UMH pone como ejemplo el logotipo que utiliza la organización ecologista WWF: "Es el efecto oso panda, la especie que todo el mundo trata de proteger". "Si alguien tiene que darle imagen a una institución que defienda la protección animal, no pensaría en una almeja de agua porque se confundiría con una asociación de paelleros", bromea. Al final, ambos especialistas coinciden en que, independientemente de su aspecto físico, queda mucho trabajo por hacer para salvar a la cerceta pardilla.