La salud del planeta tiene mucho que ver con lo que comemos. Por eso, cada vez más consumidores concienciados se decantan por una alimentación sostenible. Las claves: priorizar la compra de vegetales frente a alimentos de origen animal, elegir productos locales y de temporada. Pero no en pocas ocasiones, por ejemplo a la hora de elegir la leche menos mala para el medio ambiente, la cuestión se complica. Lo que está claro es que todas las leches vegetales, como la de almendras o la de soja, son mucho mejores para el planeta que los lácteos, pero también tienen sus desventajas.
Según reporta el diario The Guardian, un estudio de 2018 realizado por investigadores de la Universidad de Oxford concluye que fabricar un vaso de leche láctea produce casi tres veces más emisiones de gases de efecto invernadero y consume nueve veces más tierra que cualquiera de las leches vegetales. (Se requiere tierra para que pasten las vacas y hacer crecer su alimento, que después los animales expulsan en forma de metano).
Sin embargo, las leches vegetales también tienen un lado oscuro, como cualquier cultivo que se produce en grandes cantidades. No hay que tener solo tener en cuenta si se han cultivado con métodos orgánicos. Hay otros factores a valorar, cómo la huella de carbono, el uso del agua o cómo afectan las cosechas a las personas y los hábitats nativos en países en desarrollo. Con todo esto, algunas leches vegetales son más sostenibles que otras.