Corría el año 2011 cuando un equipo de investigadores que se encontraba estudiando el Ártico descubrió que el hielo de la zona había comenzado a teñirse de un color verdoso que ha ido haciéndose cada vez más intenso con el paso de los años, especialmente en los meses de verano.
La teoría más plausible para esta misteriosa coloración sería la presencia de una serie de vegetales microscópicos, conocidas como fitoplancton, que suelen ser el alimento de los animales de muchos ecosistemas marinos.
Sin embargo, parecía una hipótesis imposible, puesto que las placas de hielo del Ártico reflejan la luz del Sol, generando bajo ellas un ambiente demasiado oscuro para que pueda florecer ningún organismo que necesite la fotosíntesis para su supervivencia. Pero ¿qué pasaría si realmente no fuese tan imposible como parece?
La respuesta al misterio
La solución al misterio del hielo verde la ha dado un equipo de matemáticos de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas Harvard John A. Paulson, gracias a un modelo que reproduce las condiciones climáticas del Ártico en los últimos 30 años, dando respuestas en torno al cambio de sus ecosistemas.
Sus resultados han sido publicados en Science Advances y su conclusión es clara: el aumento de temperatura del Ártico está favoreciendo que la capa de hielo sea cada vez más delgada, dando lugar al crecimiento del fitoplancton y alterando el equilibrio del ecosistema.
Y es que, si bien hace 20 años sólo una proporción del 3% al 4% del hielo del Ártico tenía un grosor suficientemente bajo para permitir que la luz del Sol fuese absorbida, en la actualidad este porcentaje ha subido hasta el 30%, dando lugar además a unas estructuras de agua derretida conocidas como piscinas de fusión, que se sitúan sobre las placas congeladas, favoreciendo que ésta se derrita cada vez más rápido.
Un desequilibrio en los ecosistemas
Si bien la razón por la que prolifera este hielo verde resulta suficientemente preocupante, las consecuencias no lo son menos, pues se está generando un desequilibrio de los ecosistemas, debido a que el fitoplancton atrae a un gran número de peces, que a su vez llaman la atención de muchos depredadores a una zona que resulta de muy difícil acceso para animales que necesitan el oxígeno para sobrevivir.
Por eso, el siguiente paso de estos investigadores será seguir utilizando su modelo matemático, que se basa tanto en las modificaciones de grosor del hielo como en la aparición de piscinas de fusión, para predecir cómo seguirán cambiando estos ecosistemas y cuáles serán las consecuencias para los organismos que viven en ellos. Un misterio menos, pero una preocupación más.