Las investigadoras representan al 42,7% de la comunidad científica en España, e intervienen en el 47,7% de la producción científica de nuestro país, según el último informe de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (Fecyt). Sin embargo, el ranking de Clarivate Analytics, que recoge cada año los artículos más citados del mundo, desvela que tan sólo el 11,46% de las investigadoras forma parte de esta élite científica.

La bioquímica Ángela Nieto (Madrid, 1960) no pertenece a ese exiguo porcentaje. Pero no será porque sus cifras no le avalan: más de 10.000 estudios se han apoyado en su investigación acerca de cómo la transición epitelio-mesénquima (EMT, por sus siglas en inglés) confiere a las células diversas propiedades como favorecer la inmunosupresión, la senescencia de las propias células o prevenir la apoptosis. Dicho así, suena difícil de comprender. Aunque Nieto se vanagloria de ser capaz de explicar su contribución más importante "en 30 segundos". Spoiler: no miente, puede hacerlo y hasta le sobra tiempo.

Esta bioquímica tuvo claro desde pequeña que quería dedicarse a la investigación. Ni siquiera recuerda el día en el que contó a sus padres que quería estudiar la carrera de Biología. Se equivoca quien crea que su familia trató de frenarla en su decisión. "Siempre he tenido el apoyo incondicional de mi familia".

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Este apoyo va más allá de su círculo cercano. Nieto es la sexta mujer en ser admitida como miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (una institución cuya fundación data de 1847). También ha hecho historia —aunque no se siente cómoda hablando de sus logros— al ser la segunda española, tras Margarita Salas, que recibe el premio L'Oréal-Unesco For Women In Science. Pese a no poder contener la alegría por este reconocimiento, Nieto reconoce que le gustaría que algún día no existieran este tipo de galardones destinados únicamente a mujeres.

Este año se cumplen justo 30 años desde que dirige su grupo de investigación, que desde 2004 desarrolla su labor en el Instituto de Neurociencias, centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández. Es por este motivo por el que Ángela Nieto atiene a EL ESPAÑOL este 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Y aunque no quiere ser un modelo a seguir, Nieto anima a las nuevas generaciones a no creer que por el simple hecho de ser mujer no van a poder alcanzar sus sueños. Ella, sin ir más lejos, lo consiguió.

¿Por qué decidió dedicarse a la bioquímica?

Siempre he querido ser científica, lo tenía claro desde muy pequeña. Jugaba incluso a ser química. De hecho, nunca pensé en dedicarme a ninguna otra profesión, por lo que no me recuerdo teniendo que tomar una decisión.

¿Lo tenía tan claro por algún motivo en concreto?

Creo que cuando sabes desde pequeña a qué quieres dedicarte no puedes señalar un motivo concreto. Es más, no tengo antecedentes familiares que se hayan dedicado a la investigación. Sí que es cierto que justo antes de elegir la carrera dudé entre Química y Biología. Finalmente, me decanté por la Biología por una profesora que tuve cuando estudiaba COU. Fue fantástica porque nos ayudó a entender muy bien qué significa estudiar la vida. Así que desde ese momento quise centrarme en la investigación de laboratorio, y no tanto en la de campo. Por eso también luego me terminaría especializando en Bioquímica.

Ahora que lo pienso con perspectiva, me doy cuenta de que siempre tuve un interés especial por saber cómo eran las cosas. Realizar una observación, ver cómo funciona y encontrar el resultado a la pregunta que te habías formulado. Esto es lo que me ha gustado siempre y lo que sigo haciendo desde entonces.

¿Recibió algún comentario que tratase de detener esta decisión?

Como no tuve que tomar la decisión en ningún momento, no existió un día concreto en el que les comunicara a mis padres la noticia. Todo lo contrario. Siempre he tenido el apoyo incondicional de mi familia, y nunca he recibido comentario alguno que pudiera desviarme de lo que quería hacer. Creo incluso que el apoyo de mi familia es una de las razones por las cuales he podido conseguir todo lo que he conseguido.

Una vez en la carrera, ¿era de las pocas mujeres en clase?

No, estudié biología. Así que en esta carrera, como por ejemplo sucede en la de Farmacia, éramos bastantes mujeres en clase. La biomedicina sigue siendo un campo en el que hay muchísimas mujeres. Que sea un campo que se asocia con más frecuencia a las mujeres tal vez se deba a la relación que suele realizarse entre medicina, salud y los cuidados.

El problema no es que las mujeres se dediquen a esta disciplina, como por ejemplo ocurre en Ingeniería Informática. Lo grave se encuentra en que muchas de nosotras no accedemos a los puestos de responsabilidad. Esto no sólo sucede en la biomedicina, sino que también pasa en todos los ámbitos de la ciencia y en la sociedad en general.

La bioquímica Ángela Nieto. Fundación L'Oréal

Usted es una de las que rompe el conocido como techo de cristal.

No creo que pueda comentar mis propias acciones. Sí que es verdad que existe una percepción de que he ocupado ciertos puestos de responsabilidad. Aun así, nunca he tenido la sensación de que tuviera una limitación intrínseca por el simple hecho de ser mujer. He trabajado mucho y he seguido hacia delante con el apoyo de mi familia.

Esto es algo que deberíamos comunicar a las mujeres —en especial, a las niñas—. Que tengan sueños y que no sean ellas mismas las que se los coarten. Tienen que intentar que se hagan realidad, porque es posible.

A algunas mujeres se les cuestiona el tiempo que dedican a los cuidados familiares cuando tratan de llevar a cabo su carrera profesional. En su caso, ¿ha vivido alguna situación como esta o parecida?

En mi entorno cercano nunca he recibido un comentario de este tipo. Pero hay algo que debería cambiar en este sentido. ¿Por qué se les hace a las mujeres, y no a los hombres, este tipo de preguntas?  A nosotras se nos hace de manera natural y, en cambio, a ellos jamás se les formula una pregunta así. Se trata de una cuestión histórica, pero deberíamos comenzar a verlo desde otra perspectiva.

Lleva casi 40 años como investigadora. ¿Qué cambio destacaría desde que comenzara a ahora?

Han cambiado muchas cosas. La sociedad en general ha cambiado. Sí que guardo un recuerdo de cuando tuve mi primer laboratorio. Hace ahora 30 años de aquello. Resulta que al llegar los representantes de las casas comerciales al laboratorio para vender sus productos el comentario típico que solía escuchar era el siguiente: "Hola, guapa. ¿Dónde está tu jefe?".

Sin duda, esta situación no sucede a día de hoy. ¿Significa esto que estamos muy bien? No lo suficiente. Hemos avanzado muchísimo, eso sí. Y se demuestra en que situaciones como las que viví al comienzo de mi carrera no se repiten ahora. Pero nos queda mucho por hacer.

Antes ocurrían situaciones que eran demasiado evidentes, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, donde no lo son tanto. En inglés se utiliza el término unconscious bias. Esto es, que tenemos tan asumido un concepto cultural que no somos capaces de darnos cuenta de que se trata de una discriminación.

¿Siempre ha llevado a cabo su investigación en España?

No, no. De hecho, no recomiendo que nadie realice su carrera como investigador en un solo país. En mi caso, y además de varios institutos de investigación españoles, he trabajado en el Instituto Max Planck de Alemania y en el Medical Research Council de Reino Unido. De esta manera se aprende cómo funcionan las cosas en distintos sitios. Si no hay movilidad, difícilmente existirá conexión entre los investigadores.

¿Ha tenido algún referente a lo largo de su carrera?

Es una pregunta que me hacen mucho. Y de la misma manera que tenía claro desde pequeña que quería ser científica, nunca fue porque existiera un mito en el que guiarme. Aun así, creo que es muy importante tener modelos en los que fijarse. Pero no como una individualidad sino como una cuestión natural. En este sentido, por ejemplo, no debería ser natural que cuando se piense en una persona que hace ciencia nos venga inmediatamente a la mente la imagen de un científico hombre. Pero vamos mejorando. Por ejemplo, hasta hace poco cuando buscábamos en Internet, aparecía un señor. Ahora ya aparecen científicos y científicas.

Otra de las consecuencias de Internet es que cada vez tenemos menos capacidad de atención y concentración. ¿Le molesta cuando le preguntan que resuma su investigación en menos de 15 segundos?

Es cierto que ahora le dedicamos muy poco tiempo a todo y que hay que explicar cualquier cosa en muy poco tiempo. Pero me gustaría ver el lado positivo de ello. Debemos poder hacer un ejercicio de síntesis. Por ejemplo, yo podía decir cuál ha sido nuestra contribución más importante en menos de 30 segundos.

Adelante.

El concepto que hemos encontrado, y en el que llevamos trabajando ya muchísimos años, es el hecho de que se produce una reactivación de programas típicos propios del embrión en las enfermedades del adulto. Estudiando esos procesos, se puede entender mejor no sólo cómo se desarrollan los embriones sino también cómo se desarrollan algunas enfermedades.

Lo ha conseguido. Se nota que en el laboratorio también ha entrado el estilo de vida frenético.

Sí, así es, pero también es porque tengo compromisos que van más allá de mi labor como investigadora en el laboratorio: represento a España en comités internacionales, hago evaluaciones para distintas instituciones españolas y extranjeras, y tareas de promoción de la ciencia, por lo que dedicado demasiado tiempo a mi trabajo. Y en eso quizás no soy un buen ejemplo a seguir.

El historial de sus reconocimientos parece decir lo contrario. El último que recibió fue el L'Oréal-Unesco For Women In Science. ¿Cómo se enteró de la noticia?

La verdad es que fue un poco desastre porque al estar de viaje en un tren no me enteré bien de que me habían dado un premio. Lo veo como el reconocimiento al trabajo de muchos años de todo el equipo, no sólo mío. Además, se trata de un grupo cambiante y bastante joven porque al laboratorio vienen muchos investigadores que cursan un máster o están realizando su tesis doctoral.

Fue una alegría, sin duda. Y creo que es muy oportuno que existan este tipo de premios en los que se reconoce la labor de la mujer como investigadora, que es menos visible que la de los hombres. Sin embargo, me gustaría que no hubiera necesidad de premio sólo para las mujeres. Esto significaría que habríamos avanzado en equidad.

Ángela Nieto recibe el premio L'Oréal-Unesco For Women In Science. Fundación L'Oréal

Es la segunda española que recibe este premio, tras Margarita Salas en el año 2000. ¿Siente que forma parte de la historia científica de nuestro país?

Me siento muy reconocida y agradecida por la visibilidad que ha tenido nuestro grupo de investigación. Se trata de un reconocimiento al esfuerzo. Esto es algo que me enseñaron mis padres: la cultura del esfuerzo, la responsabilidad y la resiliencia. Cada vez siento que es más importante reconocer el mérito que tiene el esfuerzo. De hecho, dar visibilidad al trabajo que hacemos en el laboratorio es una herramienta muy gratificante para mí.

La visibilidad también le llega de sus colegas. Más de 10.000 estudios se han basado ya en unas de sus investigaciones. Con esta repercusión, ¿tiene presión al comenzar su siguiente trabajo?

La presión la encuentro en hacer las cosas bien. Cuando enviamos a la comunidad científica nuestro trabajo tenemos que estar muy seguros de que realmente hemos hecho todo lo posible antes de llegar a las conclusiones. No sé si todo el mundo es consciente de ello, pero en investigación tenemos una limitación. Y es que un descubrimiento científico, por definición, sólo se puede publicar una vez. Entonces esa presión por capitalizar el esfuerzo de tantas personas sí que la tenemos.

¿Qué supondría para usted haber tenido una carrera investigadora exitosa?

El éxito en ciencia lo medimos de forma diferente. A mí me gusta pensar que se trata de ir añadiendo respuestas a preguntas que ya tenemos. En mi caso, no me agrada valorar el éxito personal. Creo que es algo que deben hacer los demás. Nuestra intención siempre será hacer un buen trabajo. Y si además coincide con que se descubre algo relevante para ayudar al entendimiento de nuestra fisiología o de alguna enfermedad, pues magnífico. Pero, como digo, me gusta poco hablar del éxito personal.

Mural dedicado a Ángela Nieto en la localidad valenciana de Mislata. Europa Press

¿Le ha sido complicado entonces pasar desapercibida cuando reconocen su labor?

Lo que en realidad pasa desapercibido es el trabajo que hacemos día a día en el laboratorio. Creo que es eso lo que deberíamos visibilizar más. Es cierto que ahora tengo un componente importante de vida pública. Pero afortunadamente los científicos nunca vamos a ser famosos. Lo que de verdad cuenta es el trabajo que hay tras cada investigación. Por ejemplo, mientras realizamos esta entrevista hay un grupo de investigadores trabajando en el laboratorio. Y sin eso, no hay nada.