Ha vuelto a ocurrir. Nueve personas han sido premiadas este año en los Nobel de ciencia. ¿Cuántas mujeres hay entre la nómina de galardonados? Ninguna. Ni en el Nobel de Medicina, que ha reconocido las investigaciones sobre los ritmos circadianos de tres estadounidenses; ni en el de Física, que ha premiado a Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish por su trabajo sobre las ondas gravitacionales; ni en el último, el de Química, que también ha recaído en tres varones, el suizo Jacques Dubochet, el estadounidense Joachim Frank y el inglés Richard Henderson. Ni una mujer. Ocurrió lo mismo en 2016.
Lejos de ser una anécdota, esta tendencia es una constante que, cada vez más, abochorna a buena parte de la comunidad científica y de la sociedad. Y lo cierto es que las cifras invitan al sonrojo: desde 1901, fecha en que se empezaron a entregar los Premios Nobel de ciencia, sólo se ha reconocido la labor de 18 investigadoras. La última, la japonesa Tu Youyou, que fue premiada en 2015 por el descubrimiento de una nueva terapia contra la malaria. En cambio, la Academia Sueca ha galardonado el trabajo de 581 científicos. En román paladino: el 96,99% de los premios científicos más prestigiosos del mundo han caído en manos de hombres.
"Existe una clarísima discriminación. No es normal que, en 2017, después de tantos años, no se haya avanzado nada en este tema. Es una vergüenza. A mí me abochorna", explica Lola Pereira, doctora en Geología por la Universidad de Salamanca y vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnológicas (AMIT). "Los ritmos circadianos son muy importantes, estamos de acuerdo. Pero hay un montón de mujeres trabajando en el mismo tema y sus nombres no han salido", lamenta.
¿Las mujeres no han hecho méritos?
¿Por qué los Nobel de ciencia sólo han reconocido la labor de un puñado de mujeres en más de un siglo de historia? ¿No hay investigadoras que atesoren méritos suficientes para ser premiadas? ¿No aparecen sus nombres en la lista de candidatos? "No sabemos exactamente qué es lo que ocurre, pero en los distintos campos que integran la medicina y la biociencia trabajan muchísimas mujeres. Muchísimas. Sus nombres no aparecen. Parece que rebuscan sólo entre los hombres y no entre las mujeres", insiste Pereira.
Lo cierto es que, pese al prestigio internacional del que gozan, los Nobel tienen -por decirlo de alguna manera- ciertos déficits de transparencia. Por ejemplo: resulta imposible saber quiénes son los nominados cada año. La Real Academia de Ciencias Sueca mantiene la costumbre de no revelar el nombre de los candidatos hasta medio siglo después. "Es una tradición extraña que perdura en el tiempo y con la que nos es imposible saber si se baraja el nombre de algunas mujeres en las candidaturas. Si llegan siquiera a planteárselo", apunta la vicepresidenta de AMIT.
En las quinielas de este año aparecían los nombres de algunas féminas. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna eran serias candidatas a ganar el Nobel de Química o el de Medicina junto con el español Francis Mojica por desarrollar la herramienta de edición genómica CRISPR-Cas9. Así, la viróloga Yuan Chang o la física Sandra M. Faber también aparecían en las apuestas ganadoras de algunas consultoras y sociedades de investigación científica. El problema, según apuntan los expertos, es que estas quinielas no son oficiales. Se trata de mera especulación. "Se basan en el número de publicaciones, la relevancia de los investigadores o en el prestigio de las instituciones a las que pertenecen. Efectivamente, en estas quinielas había mujeres. Pero como todos los años, ahí se quedan", lamenta Pereira.
La lucha por la igualdad en nuestro país
En España, desde hace años, ocurre algo similar con algunos de los premios más prestigiosos en el ámbito científico. Desde diciembre de 2001, fecha de fundación de AMIT, un puñado de mujeres luchan por promover la igualdad de derechos y oportunidades de las investigadoras y tecnólogas de nuestro país. "Durante el último año hemos publicado la biografía de un montón de mujeres españolas que se mueven a nivel internacional y realizan un trabajo brillante en su ámbito", explica la geóloga. "Visibilizar el papel de las mujeres es imprescindible para que las futuras generaciones tengan modelos de referencia", añade
Así la AMIT cumple otra labor fundamental como observatorio por la igualdad. "En el momento en el que vemos que se dan premios sólo a hombres o se hace un programa en un congreso sin ponentes femeninas, lo denunciamos", comenta la profesora de la Universidad de Salamanca. Pereira apunta que hay situaciones que se dan de forma inconsciente. De hecho, los sesgos cognitivos, tal y como explicaban en Hipertextual, suelen afectar a la igualdad de género y discriminan habitualmente a las mujeres. Los Nobel de ciencia no son una excepción. "Las mujeres científicas no existimos en ellos", finaliza.