El Museo de Historia Natural es uno de los lugares más mágicos de Londres, tanto para amantes de la ciencia como para profanos del tema, pero lo que nadie imaginó jamás es que su magia llegaría hasta el punto de embarcar a algunos de sus trabajadores en un interesante viaje en el tiempo a bordo de una ballena azul.
Desde 1979, la entrada del museo londinense ha estado gobernada por el esqueleto de Dippy, una réplica de la osamenta de un Diplodocus que ha hecho las delicias de grandes y mayores nada más poner sus pies en este maravilloso templo de la ciencia.
Sin embargo, los tiempos cambian y los responsables del museo piensan que ha llegado el momento de sustituir al dinosaurio por un ejemplar igualmente llamativo, pero formado a partir de fósiles reales, ya que representa mejor el trabajo científico llevado a cabo por los trabajadores del centro.
Por eso, han decidido jubilar a Dippy, que pasará a formar parte de una nueva exposición itinerante, y sustituirlo por el colosal esqueleto de una ballena azul que fue descubierta en 1892 y se encontraba en la sala de mamíferos del propio museo desde 1932.
Y precisamente fue entonces cuando empezó este curioso viaje en el tiempo, pues cuando los trabajadores del museo se encontraban preparando a la ballena para su traslado descubrieron en su interior una impresionante recopilación de periódicos de aquel año.
Resulta que después de tener los huesos almacenados durante cuarenta años, desde su descubrimiento hasta la colocación en la sala, el cartílago se había deteriorado, por lo que el personal del centro se vio obligado a sustituirlo por bloques de madera forrados con yeso y rellenos de periódicos.
En su momento posiblemente no tendrían ni idea de lo interesante que resultaría lo que estaban haciendo, pero en la actualidad su trabajo se ha convertido en una joya histórica que tiene ahora mismo a varios investigadores del museo analizando las historias encerradas en todos esos pliegos de papel.
Todos nosotros hemos envuelto alguna vez alguna pieza valiosa en papel de periódico antes de guardarla, pero jamás se nos pasaría por la cabeza que décadas después podría convertirse en un curioso viaje a nuestro tiempo. ¿Lo pensarán de aquí en adelante la próxima vez que lo hagan?