Este sábado se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una efeméride en la que la sociedad trata de reivindicar el papel de las mujeres en un campo tan importante como el de la investigación científica.
Es obvio que se trata de una necesidad: no hay más que ver los pocos nombres femeninos que figuran cada año en el palmarés de los premios Nobel científicos para saber que ni siquiera en la actualidad está equilibrada la presencia de ambos sexos en esta disciplina.
Hoy en día es complicado para las mujeres brillar en ciencia, pero las trabas eran mayores hace apenas unos años. Aún así, algunas féminas se abrieron paso en un mundo claramente de hombres.
Fueron muchas, unas de nombres más conocidos y otras que quedaron prácticamente en el olvido. Aunque lamentablemente es imposible recordarlas a todas, EL ESPAÑOL ha seleccionado a cinco de las miles que merecen que su nombre perdure en la historia, pasen los años que pasen.
Marie Curie (1867-1934): física
Hija de un profesor de física y matemáticas y una maestra, María Salomea Sklodowska no tuvo una infancia fácil con motivo de las sublevaciones y revueltas a las que se vio sometida su Polonia natal.
Sin embargo este periodo turbio llevó a que se prohibieran los laboratorios en las escuelas, obligando a su padre a trasladar el suyo a la casa familiar y despertando el interés por la ciencia de la pequeña.
Esto le llevó a viajar a París, donde estudió matemáticas, física y química, dando comienzo a una prodigiosa carrera investigadora que la convirtió en la única mujer que ha ganado dos premios Nobel científicos, concretamente el de Física y el de Química.
El motivo de dichos galardones fueron las investigaciones sobre radiación que llevó a cabo con su marido Pierre, pero lamentablemente éstas también le costaron la vida, pues murió a causa de una anemia aplásica posiblemente provocada por la radiactividad.
Ada Lovelace (1815-1852): matemática
Augusta Ada Byron fue hija del famoso escritor británico Lord Byron. La relación entre éste y su madre no terminó de forma amigable, por lo que su progenitora siempre intentó que Ada se alejase lo máximo posible de la literatura y de todo lo que tuviese que ver con él, haciendo que naciese en ella el interés por las matemáticas.
Así, aunque la joven vivió como le correspondía a una mujer de su época, casándose y teniendo hijos, no dejó de cultivar en ningún momento el interés por los números, entablando una gran amistad con el matemático Charles Babbage, junto al que realizó varios de sus grandes hallazgos.
Lamentablemente, en un principio muchos figuraron bajo el nombre de Babbage, ya que a ella no se le permitía publicar por su condición de mujer, pero hoy en día sí que sabemos que fue la responsable del diseño del primer algoritmo matemático diseñado para ser ejecutado por un ordenador, por lo que se le considera la madre de la programación informática. ¿Quién dice que programar es sólo cosa de hombres?
Dian Fossey (1932-1985): zoóloga
Nacida en San Francisco en 1932, a Dian Fossey siempre le gustaron los animales. En su niñez, montaba a caballo y aspiraba a ser veterinaria, pero finalmente se graduó en Terapia ocupacional y comenzó a trabajar en distintos hospitales, donde atendía a niños discapacitados. Casi diez años después de finalizar su carrera quedó prendada de los trabajos del zoólogo George Schaller, hasta el punto de decidir viajar a África para observar el comportamiento de los simios desde cerca. Para ese primer viaje, gastó todos sus ahorros y tuvo que pedir un crédito.
Y así fue como redirigió su carrera, que dedicó al estudio de los gorilas. Llegó a obtener un doctorado en Zoología por la Universidad de Cambridge y su libro Gorilas en la niebla (Salvat, 1980), llevado al cine en 1988, se ha convertido en todo un clásico en su género.
Pero fue precisamente su amor por estos primates lo que acabó con su vida, pues en 1985 murió asesinada, posiblemente a manos de un grupo de cazadores furtivos que se oponían a sus proyectos de defensa de los gorilas. La autoría del asesinato nunca quedó clara del todo.
Rosalind Franklin (1920-1958): química
Desde pequeña Rosalind Franklin fue una alumna brillante, que podría haberse dedicado a lo que quisiera, aunque finalmente optó por estudiar química en la Universidad de Cambridge.
En ese mismo centro recibió varias becas de investigación que la llevaron a especializarse en cristalografía, una disciplina en la que realizó un hallazgo que marcaría un antes y un después en la historia de la bioquímica: la estructura de la hélice de ADN.
Si bien todo el mundo conoce como responsables de este descubrimiento a James Watson y Francis Crick, fueron las imágenes que ella había tomado a través de la técnica de difracción de rayos X las que llevaron a éstos a sus conclusiones.
Ellos se llevaron el mérito y ella un cáncer causado por la radiación, que provocó su muerte a la temprana edad de 38 años.
Gertry Cori (1896-1957): médica
Después de finalizar su carrera de medicina, Gertry Radnitz (su nombre de soltera), se casó con Carl Cori, al que había conocido en los años de universidad.
Después de la boda, ambos comenzaron a buscar trabajo como médicos y mientras que a Carl le llovían las ofertas, Gertry lo tuvo mucho más difícil.
Sin embargo, el apoyo de su marido la llevó a poder comenzar una carrera como investigadora que culminó convirtiéndola en la primera mujer en obtener un Premio Nobel de Medicina por sus estudios acerca de la transformación del glucógeno en ácido láctico.
Podría haberse conformado con ser la "mujer de", pero ella sabía que valía mucho más que eso. Y se lo demostró al mundo entero.