Mire a su jefe a través de la puerta del despacho. ¿Diría que es una persona que se distrae fácilmente? ¿Que actúa más por impulsos que por planes a medio y largo plazo? ¿Que su inteligencia parece disminuir cuanto más se trabaja con él? Cuidado, podría ser uno de los infectados por el protozoo Toxoplasma gondii.
Este microorganismo es el causante de la toxoplasmosis, una enfermedad que puede llegar a ser mortal para gatitos, bebés o adultos inmunodeprimidos. Afortunadamente, el protozoo no es capaz de acabar con jefes adultos, pero podría sumirlo en un estado de inutilidad organizativa en el que usted, currante, sería el principal damnificado.
El economista checo Petr Houdek, de la Universidad de Praga, ha recopilado toda la información disponible sobre los efectos del Toxoplasma gondii en la clase dirigente empresarial. Los resultados aparecen en la revista Academy of Management Perspectives.
Entre un 30% y un 40% de las personas, también en países desarrollados, son huéspedes de este parásito. En parte, es una solución a los problemas que conlleva este área, ya que, como señala Houdek, "no se puede ir infectando a seres humanos en ensayos aleatorizados".
¿Es su jefe un infectado?
Para facilitar las cosas, en su estudio, centrado en el efecto que el parásito podría tener en la organización empresarial, este economista denomina a aquellos casos que han dado positivo por Toxoplasma gondii como "infectados".
El propósito natural de este parásito es pasar de los ratones a los gatos, ya que es en el estómago de estos últimos donde pueden reproducirse sexualmente. Cuando un huésped es infectado de toxoplasmosis, el parásito empieza a reproducirse asexualmente en el cerebro y se registran cambios en el comportamiento. Por ejemplo, las ratas con el protozoo dejan de sentir miedo cuando perciben el olor de los gatos aunque siguen temiendo a otros depredadores. De ese modo, los parásitos logran aumentar sus opciones de acabar en el anhelado estómago felino.
Y cuanto más dura la infección, mayor es el poder de manipulación sobre el huésped.
En seres humanos, se ha acreditado que -pese a ser asintomática- la toxoplasmosis lleva a una persona normal a tener tanto riesgo de esquizofrenia como un usuario habitual de cannabis. También se ha descrito un efecto en el metabolismo de la serotonina, lo que lleva a quienes portan el protozoo a sufrir mayores niveles de depresión. De hecho, el parásito se alimenta del triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina.
"Estudios publicados confirman totalmente que incluso en humanos, la toxoplasmosis deteriora las funciones cognitivas básicas", dice Houdek, aunque se cuida de establecer una causalidad entre toxoplasmosis y estulticia. "Los efectos negativos de la toxoplasmosis se manifestarán principalmente en aquellos grupos, situaciones o contextos donde la fuerza cognitiva de base es débil". Una forma muy elegante de decirlo.
Ser o no ser toxoplasmoso
Un estudio de 2001, por ejemplo, comparaba a personas infectadas con no infectadas a la hora de pulsar un botón. Durante el primer minuto del experimento, no se apreciaban grandes cambios, pero a partir de ahí los infectados comenzaban a tardar más en pulsar el botón. De aquí Houdek extrae que un jefe infectado suele cansarse antes o no ser capaz de concentrarse en tareas de largo aliento. La memoria de trabajo es también peor que en quienes no cobijan al parásito.
Por otro lado, "existe la sospecha de que la toxoplasmosis aumenta en hombres los niveles de testosterona y por tanto la competitividad", dice Houdek. Es por ello que, en muchos ambientes de trabajo, ser un infectado puede tener una correlación positiva.
Como sucede con las ratas, "la infección parece estar asociada con la imprudencia", señala el checo.
Según otro estudio de 2005, otras características predominantes del infectado por Toxoplasma gondii es que suele puntuar bastante bajo en la búsqueda de la novedad. "Los sujetos con infección tienen poca o ninguna necesidad de estimulación por lo nuevo y prefieren lugares, personas o situaciones que les son familiares".
Una encuesta llamada Toxo94, diseñada para distinguir la personalidad de personas infectadas por el protozoo, llegó a la conclusión de que los infectados solían estar más de acuerdo con la siguiente frase:
Mi comportamiento instintivo ante un peligro inminente es bastante lento y pasivo. En una situación en la que la mayoría de la gente se alarma y se aparta, tardo en reaccionar. Cuando un coche me toca el claxon tiendo a no hacer nada, aunque esté en peligro, y dejar que me atropelle antes que acabar bajo las ruedas de otro coche.
Cabe preguntarse entonces por qué una infección como esta, que tiene un efecto perjudicial sobre la capacidad de tomar decisiones, puede acabar siendo positiva para determinados jefes.
"Los hombres que dan positivo por toxoplasma parecen más masculinos y dominantes para las mujeres", explica Houdek. "Aparentar que eres autoritario y convincente puede ser importante para alguien que quiere ser un líder exitoso, motivar a los empleados o desalentar a los competidores, pese a no tener estos rasgos de personalidad".
En este punto hay que recordar que buena parte de estas pesquisas ya sirvieron para otorgar el premio IgNobel de Medicina 2014 a quienes investigaron si es peligroso para un ser humano poseer un gato.