El oftalmólogo holandés Richard Zegers tuvo una ayudante de lujo para elaborar el estudio sobre lesiones oculares en películas de Laurel y Hardy: su hija adolescente Lara, con quien pasó cinco meses viendo los 92 títulos en DVD y registrando cada lesión traumática que ambos cómicos se infligían.
Los resultados han aparecido en la revista Scottish Medical Journal y las conclusiones son obvias: "Sin duda alguna, si estas películas estuvieran basadas en la realidad, con seguridad Hardy pero también Laurel habrían sufrido serias lesiones oculares", explica Zegers, "además de las molestias que podrían haber interferido en muchas actividades cotidianas, el resultado habría sido inevitablemente una disminución en su agudeza visual".
He aquí los datos. De las 92 películas, en 50 de ellas se produjeron lesiones oculares, en total 88 casos. Así se repartieron.
Algunas de las cifras muestran cierta discrepancia, apunta Zegers, ya que "en dos ocasiones, Laurel y Hardy fueron colectivamente responsables de la lesión ocular". Otros datos curiosos es que, en las 92 películas, ninguna mujer fue víctima de un dedo en el ojo, aunque seis sí fueron perpetradoras en algún momento.
El dedo (24 veces) y el puño (20) fueron los métodos de instigación más habituales, seguidos de un chorro de agua (5), la mano (3), el palo y el spray bucal, con dos ocasiones cada uno.
Esto es lo que ocurriría si estos sketches se trasladaran a la vida real, pero, ¿acaso la naturaleza no imita al arte? En efecto, los médicos están hartos de ver situaciones que serían cómicas si no fueran una urgencia médica.
Por ejemplo, los taponazos de corcho en el ojo como consecuencia de abrir una botella de espumoso. Gian Maria Cavallini y otros investigadores de la Universidad de Módena y Reggio Emilia revisaron 13 casos en un artículo publicado en el European Journal of Ophthalmology.
Módena es una de las cunas del Lambrusco, un tinto joven espumoso, pese a lo cual sorprende que casi el 11% de los ingresos post-traumáticos a la unidad de oftalmología del centro donde trabajaban los investigadores lo fueran por un taponazo de corcho en el ojo.
En una de las estadísticas más prescindibles de la historia de la oftalmología, los científicos destacaron que "el vino espumoso estaba presente en todos los casos: blanco en un 76,92% y tinto en un 23,08%".
En una comedia, un taponazo puede parecer gracioso, pero en la vida real lo que tenemos es un proyectil que sale disparado a 15 metros por segundo o 55 kilómetros por hora, provocando principalmente lesiones como hifemas (sangrado en la cámara anterior de ojo), hipertensión ocular, edema en la córnea o dislocación del cristalino.
Es algo que Zegers señala en su estudio sobre Laurel y Hardy. "Un corcho de champán puede causar un daño muy serio, dado que estos objetos tienen un tamaño inferior a las estructuras óseas que rodean el globo ocular".
Otra diferencia entre el cine y la realidad es que el Gordo y el Flaco sólo recibieron un 25% de sus lesiones en el ojo mientras trabajaban, cuando la literatura médica sube esta cifra hasta el 60-70%.
Todo ello pese a que, como explica Zegers, Laurel y Hardy pertenecen a grupos de especial riesgo para las lesiones oculares: hombres blancos, auto-empleados en tareas poco familiares, distraídos, con cierta prisa y bajo nivel educativo.