Desde hace décadas, los geólogos han intentado penetrar en la corteza terreste para poder tomar muestras de lo que se encuentra debajo: el manto es esa capa de la Tierra inferior que es responsable de la dinámica de las placas tectónicas. El movimiento de éstas y, sobre todo, sus choques es lo que da lugar a las montañas y los valles y, por supuesto, a los volcanes y los terremotos. Ahora, un grupo de científicos ha conseguido llegar a este nivel subterráneo.
Este equipo de investigadores ha logrado perforar casi una milla justo encima de una montaña submarina en medio del océano Atlántico. Gracias a esta perforación han conseguido extraer un codiciado material que nunca antes se había obtenido: pedazos del manto rocoso de la Tierra. Ahora bien, no se trata de la perforación más profunda jamás hecha. Ni siquiera han llegado hasta el manto, sino que los expertos aprovecharon una zona del fondo marino propicia para esta misión.
La expedición, que fue a bordo del barco de perforación oceánica Resolución JOIDES, ha aprovechado una "ventana tectónica" del Atlántico norte donde no hay que taladrar demasiado profundo para encontrar estos materiales. En estas ventanas, las rocas del manto han sido empujadas cerca de la superficie gracias a que el fondo del océano se separa lentamente en la cercana dorsal del Atlántico medio. El pozo, que recibió el nombre de U1601C, comenzó a ser perforado el pasado 1 de mayo.
Unas muestras únicas
Los investigadores esperaban obtener suficientes muestras para ayudar a descubrir cómo las reacciones químicas entre las rocas del manto y el agua habían podido dar lugar a la vida en nuestro planeta. La perforación terminó el pasado 2 de junio y alcanzó hasta 1,3 kilométros de profundidad bajo el fondo marino. De esta extracción, se obtuvieron una gran cantidad de tubos de piedra oscura y muchos de ellos sorprendentemente completos.
"Hemos logrado un hito que ha mantenido expectante a la comunidad científica desde hace muchas décadas", ha explicado a The Washington Post Andrew McCaig, codirector científico de la expedición, que recuerda que desde 1960 llevaban queriendo hacer un agujero de esta magnitud en el manto. Los científicos que estaban en tierra han estado muy pendientes de la expedición, anticipando una gran cantidad de datos que abrirán una ventana a las profundidades de la Tierra y alimentarán años de investigación.
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En cualquier caso, el manto no es un completo desconocido ya que las erupciones volcánicas a menudo escupen pedazos de peridotita verdosa, la roca más presente en el manto superior. Sin embargo, estas muestras que se conocen como xenolitos del manto tienen sus límites para la investigación porque se desgastan en su camino a la superficie. "Si piensas en la Tierra como un pastel con una cobertura: lo que quieres es el pastel en sí, no sólo comerte el glaseado", explica Jessica Warren, profesora de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Delaware. "Si queremos entender la Tierra como un todo, hay una enorme cantidad de roca debajo de ella".
Los núcleos de las rocas del manto extraídas están dominados por la peridotita, la roca que ya se había observado que era muy común en la parte superior del manto y, por desgracia, estaban alteradas por la exposición al agua del mar, por lo que los científicos están debatiendo cómo analizar estas muestras. "La mayor parte del manto está enterrado debajo de la corteza, no expuesto al agua del mar como sin embargo sí que está expuesto en este punto. Eso plantea una pregunta fundamental: ¿cómo de parecidas son las muestras obtenidas al resto del manto? ¿pueden ser representativas de esta capa de la Tierra?", se preguntan en este artículo de The Washington Post.