Comprender cómo funcionan las ilusiones ópticas siempre es un reto para la ciencia. De hecho, hay algunas que todavía no han llegado a ser resultas del todo, como la de Jastrow, una imagen con dos figuras del mismo tamaño, aunque se percibe como más grande la de abajo. Ahora, un equipo de psicólogos de la Universidad de Oslo (Noruega) y Ritsumeikan (Japón) han analizado cómo actúa la ilusión del agujero negro.
El estudio, publicado en Frontiers in Human Neuroscience, intenta encontrar explicación a cómo una imagen estática de una mancha negra sobre un fondo blanco con puntos negros parece que está en movimiento cuando se mira fijamente. De hecho, para muchos la sensación es la de estar adentrándose en un agujero negro. De ahí el nombre.
"El 'agujero en expansión' es una ilusión altamente dinámica: la mancha circular o gradiente de sombra del agujero negro central evoca una marcada impresión de flujo óptico, como si el observador se dirigiera hacia un agujero o túnel", explica Bruno Laeng, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Oslo y uno de los autores de la investigación.
Para entender este fenómeno, los investigadores pidieron a un grupo de 50 personas que observasen una serie de imágenes similares, en las que iban cambiando el color. Se usaron el negro, azul, cian, verde, magenta, rojo, amarillo y blanco.
Tras ello, descubrieron que la ilusión que producía más efecto era cuando el agujero era de color negro, ya que un 20% no percibía nada si el agujero era de color. Además, no todos los participantes pudieron apreciar la ilusión óptica, ya que un 14% admitió que para ellos la imagen siempre se quedaba estática.
Las pupilas
¿Por qué unos pueden verla y otros no? Para esto último, el estudio no ha encontrado respuesta. Sin embargo, sí que han hallado una explicación al porqué creemos que la imagen se mueve. Al parecer, esta ilusión engaña a nuestro cerebro al producir un reflejo de dilatación en las pupilas, que dejan entrar una mayor cantidad de luz cuando miramos fijamente la imagen, al igual que sucedería si nos estuviésemos adentrando en una zona oscura. "La pupila reacciona a cómo percibimos la luz, incluso si esta luz es imaginara, como en la ilusión", sentencia Laeng.
Para los investigadores, este es un paso más para entender cómo el cerebro y los ojos responden ante una estimulación visual y sus resultados evidencian que los movimientos de la pupila no siempre están guiados por cambios reales del entorno físico, sino que también actúan por percepciones imaginarias.
"La dilatación o contracción de las pupilas no es un mecanismo de circuito cerrado, impermeable a cualquier otra información que no sea la cantidad real de luz. Más bien, el ojo se ajusta a lo percibido e incluso a la luz imaginada", concluye el psicólogo sobre sus hallazgos.