El Telescopio Horizonte de Sucesos (Event Horizon Telescope o EHT por sus siglas en inglés), el mismo proyecto que logró sacar la primera fotografía de un agujero negro de la historia, ha hecho pública la primera imagen fotográfica de Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia.
"Estamos viendo por primera vez el centro de nuestra galaxia", ha afirmado en un discurso inaugural Xavier Barcons, investigador español y director general del Observatorio Europeo Austral (ESO) desde su sede en Garching, cerca de Múnich (Alemania). Es la primera evidencia fotográfica, explica, del "objeto compacto" que ejerce del núcleo del sistema.
El ESO es uno de los ocho observatorios internacionales que colaboran en el proyecto EHT para combinar señales situados en diferentes partes del mundo. El objetivo de la actual campaña era observar a Sagitario A*, el corazón de la Vía Láctea, cuyo diámetro aproximado es de 44 millones de kilómetros, con 4,3 millones de masas solares.
Las observaciones del EHT emplean una técnica denominada interferometría de muy larga base (VLBI por sus siglas en inglés), que sincroniza observatorios de todo el mundo y aprovecha la rotación de la Tierra para formar un gigantesco telescopio virtual del tamaño de nuestro planeta. El telescopio del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM) 30 metros en Sierra Nevada (Granada, España) es uno de los instrumentos participantes.
Observando a una longitud de onda de 1,3 milímetros y gracias a la técnica VLBI, el EHT alcanza una resolución angular de sólo 20 microsegundos de arco, suficiente para "poder leer un periódico en Nueva York desde una cafetería en París". Mediante esta tecnología, el telescopio consiguió hace tres años la primera imagen de un agujero negro supermasivo en el centro de la galaxia Messier 87 (M87), ubicada a 55 millones de años luz.
Estos fenómenos supermasivos fueron anticipados por Albert Einstein, y posteriormente descritos por los trabajos teóricos de astrofísicos como Stephen Hawking y Roger Penrose. La singularidad es el concepto que les permitió reconciliarlos con la teoría de la relatividad general: al comprimirse una cantidad enorme de materia y energía en los confines del agujero negro, la densidad y la gravedad se vuelven infinitas y las leyes del espacio-tiempo no se aplican.
La principal dificultad para captar el fenómeno consiste en atravesar la nube de partículas que lo rodean, ya que el agujero negro atrae toda la materia e incluso la luz que lo rodea. Anteriormente, la NASA había conseguido atisbar a Sagitario A* con un telescopio de rayos X y a partir del fogonazo de luz brillante de una nube de gas en la cercanía.
La parte visible, una corona de energía que rodea al agujero negro en sí, es el denominado horizonte de sucesos, la frontera entre la singularidad y el resto del Universo. También es el punto de no retorno: nada que lo sobrepase puede escapar de su poder de atracción. Este intercambio de materia y energía es la conocida como radiación de Hawking, emitida por las partículas que quedan atrapadas en ese punto.
"La región central oscura está rodeada por una estructura brillante con forma de anillo. La luz se curva por la poderosa gravedad del agujero negro, cuatro millones de veces más masivo que nuestro sol", explican desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "Hemos obtenido la primera confirmación visual de que el objeto del centro de la galaxia es, casi con toda seguridad, un agujero negro con propiedades que concuerdan con la Teoría de la Relatividad General de Einstein", afirma José Luis Gómez del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
Pese a tener una masa equivalente a cuatro millones de soles, Sagitario A* fue un desconocido hasta mediados de los años setenta, cuando Bruce Balick y Robert Brown descubrieron que algo perturbaba la órbita de una estrella cercana, S2. Pese a las sospechas, no pudieron identificar inmediatamente que fuese un agujero negro. Hubo que esperar hasta 2002, cuando el alemán Reinhard Genzel reveló que hablábamos de un agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia.
"¿Pueden ser los agujeros negros y las galaxias dos sistemas que se alimentan el uno al otro con un intercambio de gas y radiación?", declaraba Genzel a EL ESPAÑOL. "Vamos teniendo evidencia ahora de que esto es así, es fascinante lo que estamos aprendiendo: parece ser una relación cercana, pero aún no sabemos si fue primero el huevo o la gallina". Junto con Andrea Ghez, Penrose y Genzel recibieron el Premio Nobel de Física en 2020.
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