El reino animal es la representación perfecta de la jerarquía. Pez grande se come al pequeño, dicen. No obstante, esto no es algo que pase sólo en ese mundo. Entre los humanos, también se dan clasificaciones por estratos. Sólo hay que fijarse en la jerarquía de una empresa, por ejemplo. A efectos de clasificación, no es lo mismo un jefe que un empleado.
Tampoco es igual la manera que tienen de interaccionar los miembros de las distintas escalas. Piensa en si, en una comida empresarial, te comerías la última croqueta o si se la dejarías a tu jefe. ¿Y si fuese un amigo del otro lado del plato? Quizá, ahí, sí que te lanzarías a por ella -a no ser que seas de los tímidos con 'la de la vergüenza'-.
Ese 'súper respeto' que sentimos hacia nuestros superiores puede ser considerado como una norma social aprendida, pero lo cierto es que guarda mucho más que ver con nuestra propia biología. Resulta que, según un estudio publicado en Nature, nuestro cerebro reacciona de una manera o de otra en función de la jerarquía que le adjudique a la persona con la que vamos a interaccionar.
Para comprobar esta hipótesis, los autores de la investigación pusieron a prueba a un grupo de ratones, a los que dividieron en jaulas de cuatro en cuatro y les dejaron convivir para que se desarrollasen naturalmente jerarquías entre ellos. Luego, los sacaron a competir en parejas y, en casi todos los casos, ocurría lo mismo. La confianza y la 'mentalidad ganadora' del ratón disminuía parcialmente cuando se enfrentaba al alfa.
Estos resultados han sido medidos mediante el registro de la actividad cerebral de todos los ratones, concretamente, de la corteza prefrontal medial (CPM), una parte relacionada con respuestas conductuales y que ya se había asociado con la representación del rango social de los mamíferos. Los científicos descubrieron que, en cuanto los ratones se emparejaban por parejas, la actividad de las neuronas de la CPM podía predecir el rango de su oponente y, en función de éste, el ratón adquiría un comportamiento u otro.
"Es la primera vez que hemos podido captar estos estados internos que conectan el rango social con el comportamiento", explica Kanha Batra, experto en neurociencia teórica de la Universidad de San Diego (Estados Unidos) y coautor del estudio.
Además, los investigadores encontraron otro hallazgo importante. La corteza prefrontal medial, a diferencia de lo esperado, tenía en constante consideración el rango social del otro ratón. "Esperábamos que los animales sólo percibieran el rango cuando oyeran el pitido para señalar la competición", indica Nancy Padilla-Coreano, investigadora de la Universidad de Florida y también autora del ensayo. Es decir, el rango no es algo que se aplicara sólo a un momento en concreto, sino que el cerebro de los ratones lo tenía constantemente presente.
La mentalidad de ganador
Sí que había un grupo de ratones, aquellos a los que se les ha atribuido la "mentalidad de ganador", que, a pesar de ser de una categoría inferior, lograban arrebatarle la recompensa al alfa. "Al igual que a veces uno puede ser más competitivo y ser capaz de arrebatarle la última porción al jefe, un ratón subordinado podía tener la 'mentalidad ganadora' y acabar venciendo", detalla la investigación.
Aunque cerebralmente la CPM de ese ratón le indicaba que se enfrentaba a alguien superior, esto no condicionaba la confianza en sí mismo para lograr la victoria.
La competitividad de estos ratones era lo que les alentaba, algo que ya ha sido probado en seres humanos. Por ejemplo, el estudio llevado a cabo por profesionales de la Medical University de Carolina del Sur (Estados Unidos) Demostró que lograr una jerarquía social más alta era igual de importante para los seres humanos que el dinero y que, para obtenerla, eran capaces de 'poner toda la carne en el asador'.
Para comprobarlo, midieron la actividad cerebral de 72 participantes mediante una resonancia magnética y se les hacía competir en un juego virtual contra contrincantes ficticios, aunque ellos creían que eran reales. A estos jugadores simulados se les asignaban niveles y, cuando los sujetos pensaban que competían contra alguien de un nivel superior, se esforzaban muchísimo más, aunque ya les habían asegurado que cobrarían el mismo dinero, obtuviesen el resultado que obtuviesen.
Otra investigación, en este caso desarrollada por investigadores de la universidad española Pompeu Fabra, llegó a la misma conclusión que la anterior. Los autores pusieron a prueba a 56 participantes, a los que pidieron que resolvieran un problema visual. Si el sujeto sabía que competía contra alguien que había sacado anteriormente una puntuación superior, su cerebro funcionaba de una manera mucho más rápida que si le tocaba jugar contra alguien de puntuación similar.
El cerebro reconoce las categorías sociales, pero también es capaz de poner en marcha esa "mentalidad de ganador", lo cual es un punto positivo para huir de la conclusión de un determinismo conductual en base a la concepción jerárquica que tenga de sí mismo y de los demás.