Valladolid es una de las grandes cunas de la gastronomía. En los últimos años incluso se ha aupado del podio en cuanto a comer pinchos y tapas se refiere. Su concurso nacional es el mejor escaparate. Además, son varios los cocineros y restaurantes que pueden presumir de contar con una Estrella Michelín.
En tierras vallisoletanas se come mucho y bien. Por ejemplo, uno de los mayores manjares es el lechazo. En Valladolid hay auténticos templos para hacerlo. Sin embargo, hoy queremos hablar de ese plato típico que es vallisoletano y que no se come en el resto de Castilla y León. No se come, porque lleva un ingrediente básico que solo se puede conseguir en la provincia vallisoletana. Hablamos de una sopa castellana tradicional con pan de Valladolid.
Uno de los platos más tradicionales para los duros inviernos de la provincia, pero que es una receta fácil de hacer, y además económica, que se remonta a numerosas generaciones. A todos nos evoca a nuestras abuelas y a nuestros días en el pueblo. Eso sí, la verdadera sopa castellana llevará el pan de la provincia de Valladolid, un alimento protegido de Castilla y León, que tiene la Marca de Garantía propia desde 2004, por eso, no la puedes comer en otras provincias de la Comunidad.
El pan elaborado en la provincia de Valladolid tiene una gran tradición que se remonta al siglo IX, Sin ir más lejos, al mismísimo Carlos I, durante su retiro en el monasterio de Yuste, le hacían llegar el pan elaborado en Valladolid. El pan típicamente castellano recibe el nombre de pan candeal, sobao o bregado, ya que desde tiempos remotos en Castilla la variedad de trigo más utilizada es el trigo candeal. Por cierto, hay un museo dedicado a este alimento en el municipio de Mayorga. Pues estas sopas se tienen que hacer con este pan.
Y si te han entrado ganas de probar este manjar, te vamos a dar la receta mágica. Estos son los ingredientes que necesitas. Un buen caldo de gallina, ajo laminado, daditos de jamón, una cucharada de aceite de oliva, huevos, pimentón y, por supuesto, Pan de Valladolid laminado.
La receta
Así, en una cazuela de barro, se echa el aceite, los ajos y el jamón. Cuando se estén empezando a dorar los ajos, se añade el caldo y el pan laminado. Cuando esté empapado el pan, se le pueden añadir el huevo y revolver, o bien, repartir en cazuelas de barro individuales y escalfar un huevo en cada una de ellas. También se puede echar el huevo batido y terminarla al horno, con lo que conseguiríamos una sopa castellana costrada.
Como te decimos esta sopa lleva el ADN pucelano, pero es cierto que hay muchas variantes de esta sopa dependiendo de las provincias de Castilla y León, sustituyendo el jamón por chorizo, el caldo de gallina por el de cocer morcillas (calducho), en Burgos, o utilizar tomate en su composición. Ahora bien, las únicas sopas de ajo vallisoletanas son las que llevan este pan tan excelente.