El paraíso del dulce a los pies de un imponente castillo de la provincia de Valladolid: trufas de los sabores más increíbles
Jorge y Rebeca volvieron a dar vida a una pastelería que había cerrado años atrás. Ahora, triunfan con su amplia oferta
22 junio, 2024 07:00Noticias relacionadas
De entre todos los municipios de la provincia de Valladolid, uno reina por encima del resto por su tradición, cultura y belleza. Se trata de Peñafiel, cuna indiscutible de la Ribera del Duero y que pasa por ser una histórica villa castellana famosa por su castillo del siglo X que corona el cerro. También por su extensa tradición vitivinícola.
La Plaza del Coso, la Judería, o las bodegas son cita obligada para detenerse y disfrutar en un lugar que, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población de 5.172 habitantes, que llena de alegría las calles de un municipio histórico en la provincia.
Pero allí reina su fortaleza. Es el faro vigía del lugar. Un impresionante castillo declarado Monumento Nacional en 1917. Es testigo impasible del tiempo y de la historia. Lleva desde el siglo X dominando en estas tierras. La Torre del Homenaje alcanza los 34 metros de altura y es visible desde cualquier punto del lugar, y alrededores.
Precisamente, en el castillo, nos encontramos con el Museo Provincial del Vino, donde podemos degustar los mejores caldos. La mejor combinación es visitar este punto de la localidad y después, hacer parada en una pastelería que quita el sentido.
Se trata del paraíso del dulce. La Pastelería Varillas, que se sitúa en el centro del pueblo, en la calle Derecha al Coso, número 3. Allí arrancaron su andadura, hace apenas tres años, Jorge Simó Bouzas y Rebeca Delgado Tapia, de 32 y 35 años respectivamente, que triunfan con sus deliciosas elaboraciones.
EL ESPAÑOL de Castilla y León conoce los entresijos de un negocio que triunfa, pese a su corta historia, en Peñafiel.
Llegaron “por casualidad” al municipio para abrir su negocio
“Somos extrovertidos. Alegres, simpáticos. Nos gusta reunirnos con amigos y familia alrededor de una mesa. Somos de Valladolid, pero nos mudamos hasta el País Vasco con la idea de emprender. Llegamos a Peñafiel por casualidad. En Donosti teníamos ya la idea fija de emprender, tanto en el dulce como en el salado y nos pusimos a definir el plan para Varillas, pero la pandemia rompió todos nuestros planes”, asegura Jorge.
De hecho, se quedaron con las llaves del local de las manos hasta que apareció la idea de Peñafiel. Un pueblo en medio de la Milla de Oro de la Ribera del Duero en la que, ambos, podrían adaptar su negocio para dispensar un servicio destacado al mundo rural. Así comenzaron su aventura.
“La idea de Varillas llevaba en nuestras cabezas desde hace muchos años. No queríamos ser arrogantes. Creíamos, realmente, que necesitábamos tener unas buenas bases para lanzarnos a la piscina del emprendimiento rural”, añade Rebeca.
El local había sido ya una pastelería hacía años. De hecho, y como nos explica la pareja, Peñafiel “llegó a tener tres en apenas 15 metros” pero la localidad pucelana “vio como todas cerraban”.
“Nos motivo la idea de volver a dar al pueblo la oportunidad de tener ese negocio que gusta a grandes y pequeños e intentar hacer parte de nuestro proyecto adaptado al mundo rural con gran afluencia de turismo”, añade Jorge.
Apertura y tres años ofreciendo las más suculentas delicias
Después de “muchos quebraderos de cabeza” y “algún que otro disgusto después”, el 1 de mayo de 2021 la Pastelería Varillas habría sus puertas en el centro del municipio, concretamente en la calle Derecha al Coso 3, al lado del Ayuntamiento y muy cerca de los colegios.
Ofrecen “calidad, producto y cercanía”. Buscaban “fusionar esa tienda de barrio” con “toques más modernos para la gente joven”. Allí se puede degustar un café, o una taza de chocolate, con un abisinio de los de antes, una milhoja o un croissant.
“En nuestra pastelería te puedes comer una red Velvet o un roll de pistacho, chocolate blanco y vainilla. También de unas pastas de té de mantequilla, deliciosas, o de un surtido de trufas con sabor a limón, Baileys, whisky, Pacharán o vino de la DO Ribera del Duero y todo artesano”, añade Rebeca.
La tarta de queso es otra de sus especialidades y apuestan por el chocolate en toda la variedad de trufas que elaboran, junto a sus deliciosas pastas de té.
El esfuerzo de trabajar en el mundo rural y el futuro
“En la etapa que nos está tocando vivir a los jóvenes, es difícil sacar un negocio adelante estés donde estés. Da lástima ver gente con ideas y que tiene miedo a lanzarse a ellas por temas burocráticos y otros que esperan, durante meses, la visita de un inspector. Los que sostienen este país son un montón de locos que se lanzan a la aventura y arriesgan todo lo que no tienen por alcanzarlos”, explica Jorge.
Es su respuesta a la pregunta que le hacemos sobre las dificultades de sacar adelante su negocio en el mundo rural. “No cambia mucho la burocracia, pero si quieres crecer o contratar personal es un hándicap complicado de superar”, añade Rebeca.
Sin embargo, ellos son optimistas mirando al futuro. Quieren crecer y “abrir más proyectos ligados a su pasión”. Trabajan para ello, para poder conseguirlo.
“Antes o después, el que persevera, triunfa”, finalizan.