Historia de la plaza de toros de Fabio Nelli o Viejo Coso vallisoletano (capítulo 1º)
La primera plaza de toros de fábrica de Valladolid fue inaugurada el 15 de septiembre de 1833 y durante 57 años fue la única plaza de toros de nuestra ciudad. En 1864, estuvo a punto de cubrirse con una cúpula de cristal cuyo presupuesto se valoró en veinte mil duros de la época.
En nuestra serie de siete capítulos sobre el coso del Paseo de Zorrilla, publicados en NCYL durante el pasado mes de septiembre, tratamos de soslayo el coqueto coso. Fue para paliar en parte la falta de festejos taurinos que, por culpa la maldita pandemia, se suspendieron.
Por cierto, desde 1890 sólo la guerra civil (por unos meses) impidió la celebración de las ferias taurinas septembrinas en nuestra ciudad. Incluso con la mal llamada “gripe española” no se suspendieron los toros.
Ahora, que seguimos sin llevarnos a la pluma ni una brizna de festejos taurinos, volvemos con más fuerza para, en profundidad, analizar con datos y fotos lo que fue este coqueto coso -en pleno centro de la ciudad- desde 1833 hasta 1891 que se celebró el último festejo. Surgió la idea cuando descubrí en las redes sociales del gráfico medinense, Fermín Rodríguez, (colaborador de NCYL) una serie de fotografías del coso. Y aquí estamos “toreando de nuevo con el teclado”.
Y para ello recurrimos a nuestro amigo Miguel Angel Soria, el ilustrador taurino (y de tantos y tantos temas) por antonomasia de Valladolid, quién nos ha facilitado el material; tanto en dibujo como en letra a través de los libros y su plumilla: Valladolid en la historia taurina (1152-1890), de Emilio Casares, editado por la Diputación Provincial en 1999. El Toreo y la torería, del mismo autor en Cuadernos Vallisoletanos (Obra cultural Caja Popular, 1986) y Lanzas, Espadas y Lances, de José Delfín Val (Junta CyL1996).
Pues con estos mimbres, esperemos, haremos un buen cesto taurino para dar cabida al primer coso de fábrica que tuvo nuestra ciudad. Antes las hubo, pero según cuenta Casares fueron de madera y desmontables hasta 1832, cuando se construyó la citada de Fabio Nelli.
La plaza de madera
Desde tiempos inmemoriales, los numerosos y tradicionales festejos de toros se venían celebrando en Valladolid en diversos lugares como la Plaza Mayor, San Pablo, Plaza de Santa Brígida, (antes de Los Leones) el Campo Grande e incluso se despeñaban toros en el Pisuerga a través de una rampa construida en “la huerta del Duque de Lerma”, actual Huerta del Rey.
La que nos ocupa, la desmontable de madera, según Casares, se instalaba en el “Campo de la Feria”, espacio que luego sería presidio y más tarde la actual Academia de Caballería. Las funciones de toros contaban con el privilegio de Real Orden y su construcción se arrendaba en dos mitades, una a los carpinteros por el lado del paseo hasta San Juan de Dios, y la otra mitad a don Pedro García, por el lado del Espolón Alto hasta los toriles.
Esta segunda mitad -dice Casares en relato de Agapito y Revilla- “tuvo la desgracia de hundirse en la función de toros el día 27 de septiembre de 1815, Fueron dos hundimientos causando bastantes desgracias en distintas partes del cuerpo de los asistentes”. Finaliza Casares con el fatídico hundimiento: “Rápidamente se armaron las gradas el mismo día por la noche a costa del asentista-armador, quién quedó preso en su domicilio”.
Luego se cambiaría el sitio de construcción de la plaza de madera junto al convento de Filipinos. “Carecía la contrabarrera de maroma de protección lo que facilitaba a las reses saltar al tendido, entre el natural pánico del público”.
En otra serie, dedicada a la historia de los toros en Valladolid, relataremos los distintos festejos y citas taurinas desde el año 1152, antes de que fuera nombrada ciudad cortesana por Alfonso VIII.
Con ello, finaliza Casares, terminó en 1832 el periodo en el que el público se valió de estas plazas de quita y pon para su afición favorita, ya que al año siguiente se inauguraba la plaza de Fabio Nelli
El Viejo Coso o de Fabio Nelli (en la actualidad Plaza del Viejo Coso)
Llamado así por su cercanía al palacio renacentista del banquero y cambista de origen italiano Fabio Nelli. Se construyó sobre el lugar que ocuparon las casas del Conde de Salinas y el Hospital de Pobres llamado plaza de Las Mazuelas. Su construcción se suma a la transformación de la zona que impulsó la desamortización de Mendizábal y posterior ley Madoz, recogemos del blog info.valladolid.es.
Desde que se fundó la Junta de Beneficencia en 1818, -escribe Casares- acudió con muchísima frecuencia al socorrido procedimiento de dar espectáculos públicos y, sobre todo, festejos taurinos a fin de aumentar sus reducidos recursos en bien de los pobres aislados en su establecimiento. La intervención de la citada Junta en la celebración de corridas de toros fue muy variada, de tal forma que siempre tenía participación en los beneficios y nunca fue discutida la costumbre o derecho con los propietarios de la plaza de toros.
La plaza, de mil ochocientos sesenta y cuatro metros, constaba de planta baja destinada a tendido, un primer piso para grada y otro alto para palcos y graderío. Otras dependencias eran las caballerizas para veinte plazas, ocho toriles y cuatro corrales; uno para encerrar el ganado, otro para apartar y embolar, uno más para tener los caballos preparados y un último que formaba un ancho corralón destinado para los arrastres y desolladero.
La plaza disponía de cuatro despachos para taquillas; dos en la plazuela de Fabio Nelli, a los costados de la puerta principal, y los otros dos en la calle del mismo nombre. A veces se habilitaba uno más en la plaza del Corrillo para comodidad del público. Disponía, además, de un amplio guadarnés, casa para el conserje. enfermería y servicio para el carpintero de plaza.
Dos entradas exteriores a la plaza estaban situadas en la plaza de Fabio Nelli, otras dos en la calle del mismo nombre, otra en la plaza de Santa Brígida para la caballería y dos puertas más en la calle de San Quirce, que servían para el arrastre y desolladero. El ruedo tenía cuatro entradas: una bajo el palco presidencial, enfrente la de arrastre; la de toriles a la derecha y la entrada de picadores (creo que se refiere a la puerta de cuadrillas) se situaba entre la presidencia y la de toriles.
José Delfín Val, recoge del “Diccionario Tauromáquico” de Sánchez de Neira de 1879, quién dedica unas líneas al nuevo coso: es capaz para más de nueve mil almas; tiene tendidos de asientos de piedra, una galería alta y otra llamada grada. No tiene malas condiciones para el público; pero el redondel no tiene barrera que le circuya, sino burladeros, y no puede construirse porque quedaría muy reducido. En la feria de septiembre hay funciones con cuadrillas de primer orden”.
La cubierta de cristales por veinte mil duros
También en el quehacer del tiempo, -relata Casares- a punto estuvo de sufrir una transformación en 1864 que hubiera sido única en España. El propietario del coso, Toribio Lacanda, se decidió a cubrirla toda ella de cristales calculando su coste en unos veinte mil duros. No se sabe si por su elevado coste o por otros motivos que se desconocen, el plan no se realizó.
La inauguración un 15 de septiembre de 1833 con una novillada
José Delfín Val describe esa inauguración como sin mayores solemnidades, viniendo a aclarar el error cometido por los autores de “La Tauromaquia”, que “habían traído” al nuevo coso al mismísimo “Paquiro” y a “El Salamanquino” para lidiar toros del Raso de Portillo, fechando la inauguración en el año 1931.
El cartel inaugural fue en la fecha descrita anteriormente con un único espada: el novillero salmantino Juan Martín. El contrato se firmó el 9 de agosto de 1833 y se comprometía Martín a lidiar las novilladas que tuvieran lugar los días 15,22 y 29 de septiembre y 4,6,13,14 y 20 de octubre. Es decir, todos los festejos que completaban la temporada.
Del libro de Juan Agapito y Revilla, “Cosas taurinas de Valladolid”, extrae José Delfín lo siguiente: “sería obligación del torero lidiar en cada corrida ocho novillos y matar algún toro, siendo estos de cuatro años; mataría tantos en cada corrida ocho novillos y matar algún toro, siendo estos de cuatro años; mataría tantos toros como corridas hubiera, y si en alguna no matara ninguno, en otra mataría dos", según mandaba la Junta de Beneficencia, institución consorciada de la plaza, que apostillaba más condicionantes: “…y si matare mayor número de toros que los correspondientes a uno por corrida, se le abonaría a razón de trescientos sesenta reales cada toro que excediera el cómputo expresado”.
El salario del torero, prosigue José Delfín, también quedaba aclarado entre los muchos pormenores del contrato.
“Percibiría Martín por corrida mil cuatrocientos reales. Con inclusión del toro que había de matar; siendo de su obligación traer cinco compañeros; y la de todos ellos lidiar y poner parches a los novillos y banderillear a los toros de muerte”. Aclara José Delfín: los novillos que no eran de muerte abandonaban la plaza, después de haber sido parcheados, en compañía de los cabestros, Y cerraba citando la suerte de parchear que aclararía en otro momento.
Por último, citaba que el ganado anunciado había sido contratado a Ángel Díez, vecino de Mota del Marqués, ignorando si este era ganadero o tratante de ganado bravo. El importe del ganado ascendió a mil reales y para cada uno de los festejos debería proporcionar ocho reses: un toro de cuatro años y siete novillos.
Bibliografía: Valladolid en la historia taurina (1152-1890), de Emilio Casares, editado por la Diputación Provincial en 1999. El Toreo y la torería, del mismo autor en Cuadernos Vallisoletanos (Obra cultural Caja Popular, 1986). Lanzas, Espadas y Lances, de José Delfín Val (Junta CyL1996). Fermín Rodríguez, blog info.valladolid.es. Lourdes Amigo Vázquez: http://maytediez.blogia.com/. https://www.valladolid.com/.arquitecturava.es/. Archivo Municipal.