Cada provincia de Castilla y León tiene un poco de magia. Son muchos los que se sorprenden cuando visitan esta tierra por la belleza que tiene y la historia que alberga. De hecho, cada una de las provincias guarda algún secreto o sitio único.
Soria podríamos decir que es uno de los sitios menos conocidos de Castilla y León. Un espacio rodeado de belleza, arquitectura y cultura. Y es que, no solo la ciudad, sino que también sus pueblos forman un entorno maravilloso.
Quizá muchos castellanos y leoneses lo desconozcan, pero hay un pueblo de Soria que destaca especialmente por encima del resto. Muchos conductores de la A-2 comparten esta visión tan especial. Pasan por el kilómetro 150 de la autovía y se sorprenden al ver el Arco de Medinaceli. Realmente magnífico. Su ubicación no es fruto de la casualidad sino que se escogió para que pudiera ser visible como símbolo romano desde la distancia.
Una construcción que se asoma a unos 1.200 de altura y cuya rareza impresiona a todos los que acuden a la zona, dado que no es un elemento común. Su ubicación es especial, pero destaca por ser el único con tres vanos de toda España. Esta tipología era típica de los monumentos triunfales de los héroes y emperadores romanos y casi no se conserva en ningún punto del país. Se levantó en el siglo I y cumplía una doble función: puerta de acceso y emblema del Imperio.
En el caso de este pueblo soriano el homenajeado es Augusto. Está fabricado completamente en sillería y sus juntas se han reforzado con cantos y mortero. Tiene un tamaño de 13,20 metros de longitud por 8,10 metros de altura y 2,10 metros de grosor. El vano central servía para el acceso de carruajes y animales, mientras que los pequeños eran para los ciudadanos y viajeros.
Desde él, las vistas hacia la torre son espectaculares. Es importante destacar que casi no ha tenido restauraciones ya que solo ha sido golpeado por los avatares de una climatología que en Medinaceli destaca por ser ventosa.
En la actualidad no conserva su misión de ejercer de puerta para la ciudad, pero sí que tiene una belleza inigualable que sorprende a todos los turistas que pasan por allí cada año.
Medinaceli merece una visita, al menos, una vez en la vida. Más allá de su monumento romano propone al viajero un recorrido a lo largo de todas las épocas en las que este lugar fue relevante. Ahí también se encuentra el Palacio Ducal, la casa madre de los Duques de Medinaceli. Un espacio mágico que preside una de las plazas mayores con más belleza de toda la Comunidad.
También destaca la Colegiata de Santa María de la Asunción, un sobrio e imponente templo de estilo gótico, que deslumbra en el interior. Otro de los referentes es el Convento de Santa Isabel. En definitiva, un lugar de Castilla y León que merece una parada obligatoria.