Es conocida aquella boutade que se le atribuye a Franco: "Haga como yo, no se meta en política". Maloliente sarcasmo, si ironizaba; infame estupidez, si la creyó. Dejando al margen tales disquisiciones, lo constatable es que esa herencia franquista la seguimos encontrando incluso entre supuestos detractores del autócrata. Cuando digo supuestos me refiero a los antifranquistas de cartón-piedra: aquellos a quienes siempre interesó más el postureo que la autenticidad; aquellos que sin haberse jugado nada cuando correspondía, ahora sí juegan a las ficticias heroicidades, al maniqueo señalamiento y al sectario sermoneo.
Atendamos a dos casos. Transcurridos unos días desde las recientes riadas, se le preguntó a Pedro Sánchez si contemplaba como sensato haber emprendido otros pasos cuando se desencadenó la tragedia: "No voy a entrar en debates políticos" (5-11-2024), zanjó el presidente sin inmutarse. Ya ven, quien acostumbra a no salir de la soflama mitinera, buscaba la escaramuza de que no iba a entrar al debate político. Agarra esa impostura por el rabo.
Begoña Gómez, por su parte, también optó por el mismo burladero, cuando fue convocada en la Asamblea de Madrid, a raíz de la cátedra extraordinaria que dirigía en la Universidad Complutense. Para ella es inaudito que alguien pueda indagar si existía algo raro en su cargo y en la gestación de su proyecto. Por eso se negó a responder a las preguntas de la Comisión de Investigación, y resolvió el asunto de similar forma que su marido: "Todo esto tiene un objetivo político evidente" (13-11-2024).
Surrealista subterfugio, porque clarificar este asunto desde luego encierra objetivos políticos bien legítimos: discernir si ha existido o no trato de favor, tráfico de influencias, conflicto de intereses, recursos públicos empleados para el aprovechamiento de una particular... Y podríamos seguir. En materia penal tendrá que ser la Justicia la que dirima; pero en materia de sonrojos y desvergüenzas, ya hay evidencias.
"Tengo una vida profesional labrada con mucho esfuerzo, como una más, como millones de mujeres en este país", añadió Gómez. Aunque afirme eso poniendo rostro de intensidad, el rector de la Complutense tuvo que reconocer que no existía situación equiparable: alguien con el perfil y la formación de Gómez no estaba al frente de ninguna cátedra. Recordemos que la reseñada cátedra nació a finales de 2020, unos meses después de que el rector Goyache se reuniera con Gómez en La Moncloa. Es decir, "como una más, como millones de mujeres en este país", pero resulta que la solicitante no es quien acude a rectorado, sino que es el rector quien se desplaza al lugar de residencia de la solicitante: un lugar que encierra el anecdótico detalle de ser la sede de la Presidencia del Gobierno. Y a su vez, por no alargarnos, ahí están los correos de una alto cargo de La Moncloa, trabajando al servicio del chiringo de Gómez y, por ejemplo, escribiendo a Reale Seguros para que suelte financiación. O sea que una cualificada funcionaria, desde su cuenta oficial, hace tareas de lobby para que el destinatario apoquine. Todo ello dentro de una cátedra nutrida por compañías que operan en sectores regulados. No está mal.
Algunos personajes se quejan de la antipolítica, y luego muestran esa mezquina consideración hacia la política. Algunos lloriquean ante la antipolítica, y luego contribuyen a retroalimentarla, pretendiendo confundir la política con el politiqueo de interés personal y partidista. La antipolítica es un problema, sí, y argüir la política como evasiva forma de escape son prácticas nada salubres.