Acostumbrados a verla llorar, las lágrimas de ayer de Lydia Lozano parecían formar parte de un enésimo episodio para atrapar a la audiencia. Pero no era así. En sus palabras había mucha mayor profundidad y se adivinaba un gran dolor, un fuerte hartazgo. De hecho, su compañera Gema López así lo reflejaba. “Yo la he visto hoy peor que nunca”.
Siempre remo a favor de obra. Pero yo no voy a participar de esto
“No me lo merezco. No se ha hecho con ningún periodista en este país. Siempre remo a favor de obra. Pero yo no voy a participar de esto. Yo me voy a mi casa y si queréis me echáis, pero yo no voy a participar de una vuelta al pasado”, se quejaba la colaboradora en un llanto que parecía incontrolable.
“Me lo dijeron: somos números y estuve a punto de tatuármelo. Pero yo ya no, yo ya he pagado mucho. Creo que esto no me lo merezco. Y como creo que no os habéis portado conmigo. Ni Lydia, ni Lili, ni nada. Yo me voy ahora mismo”, continuaba diciendo mientras era perseguida por Jorge Javier Vázquez.
En menos de dos minutos, la colaboradora hacía una descripción de hasta dónde han estado dispuestos a llegar en Mediaset España con tal de destruir a la competencia, con tal de atacar a Pasapalabra.
Y es que, conscientes del tirón de Lozano, que en pleno confinamiento llevó a Sálvame Tomate a su máximo de temporada a finales de marzo, los responsables del programa han decidido que, contentar a sus jefes, la colaboradora es el arma necesaria para luchar contra Pasapalabra.
Siempre a favor del show
Como bien decía ayer, la periodista siempre ha remado a favor del espectáculo. “A un reality se va a currar. No esa gente que está cuatro semanas en el concurso para luego ir a los debates, hacer bolos… Cuando estuvimos en Sálvame Okupa, la gente venía de copas y ponían el 24 horas y nos veían a Anabel (Pantoja) y a mí haciendo el ganso. Y yo, como comentarista, decía: 'No me puedo ir a la cama porque la gente quiere vernos'”, explicaba a este diario cuando se le preguntaba por su paso por Sálvame Okupa.
Una actitud que siempre hemos defendido y valorado desde estas páginas, donde llegamos a describir a Lozano como un personaje altamente necesario en la cuarentena porque se dejaba la piel para entretener a la gente en casa.
Sin embargo, todo tiene un límite. Y después de haber dado lo mejor de sí durante las últimas semanas y haberse convertido en alguien imprescindible para el buen rendimiento de La última cena el pasado viernes, Lozano no merece el machaque al que está siendo sometida durante estos días para que Mediaset España se cobre su venganza contra Pasapalabra y se llene de orgullo con titulares de audiencias.
No todo vale. Lydia no puede ser un muñeco de trapo al que se le da golpes siempre que se necesita. No cuando el tema de Ylenia Carrisi le hizo sufrir una menopausia prematura o que su marido sufriera un infarto. “¿No os ponéis en mi piel?”, les preguntaba a Vázquez y David Valldeperas. A razón de sus risas, parece que no.
Una cadena que busca valientes contra el bullying no puede tolerar algo así. Hay que ser muy frío para no se te hiele la piel viendo el llanto desgarrado de dolor de ayer de Lydia. Hay que ser muy vil para sentir placer por una victoria en audiencias con tal espectáculo. Algo así tenía que ser motivo suficiente para parar este machaque. Destruir a alguien así no es hacer televisión. Seguro que en Sálvame encuentran muchas otras bombas para explosionar contra el rival que no conviertan a la colaboradora en una víctima colateral.