Hace unos días, Santiago Abascal, líder de VOX, sorprendía a todos al hablar en el Congreso del supuesto “odio histórico de la izquierda hacia los homosexuales” ante un atónito Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y líder del partido que sacó adelante la ley que permitía a las personas homosexuales casarse con quien amasen.
Abascal vendía su partido como ejemplo del respeto a los homosexuales, a pesar de que la hemeroteca dice lo contrario. Si nos centramos solo con sus declaraciones televisivas, podemos recordar cómo en El programa de Ana Rosa el propio Abascal afirmó que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer y que a la unión de una pareja homosexual se le debe llamar unión civil. En ningún momento Quintana le rebatió que una unión civil no da los mismos derechos que un matrimonio o que estas uniones civiles no tendrían derecho a acceder a las ayudas a "familias naturales" que defiende VOX.
El discurso de Abascal en televisión deja claro que ve a los LGTBIQ como ciudadanos de segunda
O cuando fue a El Hormiguero, y dijo que las parejas heterosexuales deberían tener preferencia a la hora de adoptar sobre las homosexuales, porque un niño debe tener un padre y una madre. “Si hay un niño que no lo quiere adoptar nadie, no tengo problema en que lo adopten los homosexuales”, proclamaba en lo que parecía ser un manifiesto de tolerancia, cuando era justo lo contrario, pues sus palabras situaban a los homosexuales como ciudadanos de segunda, que no tienen los mismos derechos que los demás.
La televisión puede ser una herramienta para blanquear la extrema derecha, sí, pero también para abrir los ojos a otras muchas personas, para hacerles reflexionar y que detecten por sí mismo la merma de derechos que puede suponer que un partido de estas características ascienda al poder.
En ese sentido, podemos citar la actual edición de MasterChef, que ha contado con dos personas LGBTBIQ en el casting de su actual edición, la octava, y que lo han pasado muy mal en la vida por su condición.
Saray en su última prueba en 'MasterChef'
Saray, la transexual al a que trataban como una enferma en su familia
En el primer día en las cocinas de MasterChef 8, Saray nos conquistó con su historia personal. La de una joven gitana que ha tenido que enfrentarse a muchos reveses en la vida por su condición de transexual. Su identidad de género no era comprendida por toda su familia, e incluso no le dejaban ver a sus sobrinos “como si yo tuviera una enfermedad”. Aunque tenía el apoyo de su madre, otras relaciones no eran todavía fluidas, relataba emocionada, con lágrimas en los ojos.
Por desgracia, justo después el público le perdió el cariño porque mostraba una actitud beligerante en las cocinas, faltaba el respeto a los jueces y a sus compañeros, y finalmente, terminó expulsada al entregar una perdiz cruda, sin desplumar, con salsa alrededor. Un plato que ella tituló “pájaro muerto encima de un plato”.
La de Saray no ha sido la única historia dura de esta edición en el que la diversidad sexual está presente. Poco a poco, Michael, el estadounidense, se ha dejado conocer un poco más. Y hemos visto que su condición de homosexual le ha hecho vivir discriminación en su propia familia, que no le aceptaba.
Michael, durante una de las pruebas de 'MasterChef'
Michael, el americano al que echaron de casa por ser gay
Hace unas semanas, Michael contó cómo su madre le preguntó en su adolescencia si era gay. “Yo le dije que sí y entonces ella dijo prefiero tener un hijo muerto que uno gay y entonces ella me echó a la calle con dieciséis años recién cumplidos y solamente tenía (para comer) patatas fritas que me regalaba la vecina de abajo” relataba, para explicar por qué había cocinado unas patatas fritas.
Por suerte, el gobierno de California le puso en un programa de acogida para padres homosexuales. Una familia con la que sigue unido. “Es como mi padre todavía. Gracias a él soy así”, ha dicho sobre la persona que le acogió.
Michael es un ejemplo de cómo la política tiene que proteger a un colectivo tan vulnerable como los menores LGTBIQ, que sufren discriminación en la escuela y en el seno familiar en muchísimos casos.
"De pequeño era amanerado y me rechazaron. No fue una buena infancia", relató Michael
“De pequeño era un poquito más amanerado, más afeminado, y me rechazaron mucho, la gente del barrio y la familia”, narró la pasada semana, en una prueba en la que tenía que hacer un plato que le trasladase a su infancia. “No, no fue una buena infancia. Mi madre no forma parte de mi vida porque yo no le quiero faltar al respeto cuando ella me dices cosas antigays o que son degradantes. Y yo sé lo que se siente, no ser respetado ni aceptado”.
El testimonio de Michael es duro, y puede servir a muchas familias para comprender el sufrimiento que de un menor que se siente diferente a la mayoritaria. Además, el americano también ha alabado España como país que abraza la diversidad sexoafectiva. “Una de las razones por las que estoy en España es por eso, porque... ¡hay una diferente vida para mí, he conocido un hombre maravilloso, y tengo unos alumnos que los adoro!”.
Por eso no hay que permitir que un partido que ve a los LGTIBQ como ciudadanos de segunda, y que apoya cosas como la "libertad" para llevar a terapia a un hijo gay, continúe escalando hacia el poder. Para que, como le ocurrió a Saray, no les traten como enfermos dentro de sus casas. Para que no los echen de casa, como a Michael. En definitiva, para que se puedan sentir seguros y protegidos, ya desde la infancia.