El universo de Disney lleva años encauzado a explotar audiovisualmente aquellas historias que ya le funcionaron en taquilla. En el último lustro se han estrenado numerosas películas de acción real que no son más que nuevas versiones de éxitos animados, como La Cenicienta o La Bella y la Bestia, pero también muchas series de televisión sobre personajes que conocimos a través de largometrajes.
La última propuesta ha sido una serie musical sobre High School Musical, el telefilme de 2006 que contó con dos secuelas a cualmás exitosas. Esta serie se llamará High School Musical: The Musical, y no narrará directamente los amores de Troy, Gabriela y compañía, sino que se centrará en cómo un colegio monta una función teatral inspirada en la película. Constará de diez episodios, y que cada uno tendrá una canción de la película original, así como algún tema inédito.
Esto supone un gran desafío para la compañía, porque High School Musical es una de sus franquicias más potentes de la última década. Lo que comenzó como una película más para televisión acabó con una trilogía cuya última entrega se estrenó en cines con un gran éxito. Y aunque luego Disney intentó repetir el éxito con Camp Rock u otros productos similares, ninguno logró los mismos frutos.
Las comparaciones son odiosas
En un sabio movimiento la compañía ha diseñado una serie con nuevos personajes, y así, se ahorra de paso las comparaciones con Zac Efron y el resto del reparto original. De momento, no se conoce el cásting de HSM: The Musical, y se ha anunciado enero como fecha de estreno de la ficción, que se podrá ver en la plataforma de streaming de la compañía, con la que pretende competir con Netflix o HBO.
Con este cambio de personajes, Disney evita uno de los mayores riesgos que siempre ha tenido a la hora de hacer series de sus éxitos han sido las comparaciones, principalmente, cuando hablamos de películas de animación. Hércules, Aladdin, La Sirenita, La Bella y la Bestia, El emperador y sus locuras o Tarzán son algunas de los largometrajes clásicos de Disney que se convirtieron en series, y por cuestiones presupuestarias, siempre contaban con una calidad muy inferior que su predecesora.
La animación de la serie de Aladdin, por ejemplo (que en España se vio en Club Disney) era de las más pobres, con una diferencia abismal en el color y el diseño de los trazos. Y a esto le sumamos que muchos dobladores cambiaban de la película original a la serie; en este caso, Robin Williams dejó de poner voz al genio, que pasó a ser responsabilidad de Dan Castellaneta, que en Los Simpson es el alma, en versión original de Homer, del abuelo Abe, de Willy, de Barney y de Krustry, entre otros.
En España también notamos esas carencias, y si en Aladdín la película el genio fue Josema Yuste, en la serie su voz era Pep Antón Muñoz. O en El emperador y sus locuras, cuyo protagonista en cine tuvo a Ángel Garó de doblador, y en la serie Kuzko, un emperador en el cole, fue doblado por David Robles.
Una fórmula para evitar comparaciones
En los últimos años, Disney ha desarrollado una fórmula muy curiosa para evitar comparaciones entre sus películas y sus series derivadas. Y esto es el darle un nuevo diseño a todos los personajes, para que recuerden a los originales, pero en otro estilo.
Así, Enredados, la película inspirada en Rapunzel y desarrollada con animación 3D, se convirtió en una clásica de 2D cuando saltó a la televisión a Enredados: La serie. Y en el caso contario, Campanilla, la serie derivada del personaje de Peter Pan, que pasó de ser un personaje bidimensional a tridimensional.
Igualmente, se puede mencionar la serie Los 7-E, un spin off de Blancanieves centrado en los siete enanitos, que han renovado completamente su imagen, actualizada al estilo de animación más actual.