Temor en Eurovisión ante una victoria de Rusia
Los eurofans no quieren que Rusia gane el Festival de Eurovisión. Es la opinión que impera entre la comunidad eurofan desplazada hasta Viena desde que el pasado martes Polina Gagarina y su A million voices consiguieron subir hasta la tercera posición en las casas de apuestas.
Todavía está muy reciente el miedo con el que se desplazaron a Moscú en 2009 tras la victoria de Dima Bilan un año antes. Todavía están muy recientes las agresiones que algunos de ellos sufrieron.
Además, la creciente homofobia alimentada por su presidente Vladimir Putin no hace sino presagiar un hipotético Festival de Eurovisión en el que reine el temor y la opresión.
Este temor se vio reflejado en la rueda de prensa de los clasificados de la primera semifinal del certamen, cuando un periodista turco preguntó a Gagarina qué opinaba sobre las leyes anti LGTB de su país y si en realidad su tema era un canto al amor libre.
"Sólo puedo decir que mi canción es sobre el amor, que todos hablamos la misma lengua. No importa quién seas", dijo entre lágrimas antes de que la prensa rompiera a aplaudir.
Durante su actuación, como ya ocurriera con la de las gemelas Tolmachevy el pasado año o con la de Dima Bilan en el 60 aniversario del festival, se escucharon abucheos y se vieron ondear banderas gais.
Ya el año pasado, sólo unos minutos después de proclamarse vencedora, Conchita Wurst lanzó un desafío a Putin. "No sé si lo está viendo ahora. Pero si lo está haciendo, le diría que somos imparables". Rusia le había dado cinco puntos.
Su victoria, no obstante, causó tanto revuelo en el antiguo país de la Unión Soviética que las autoridades nacionales empezaron su cruzada personal para abandonar el certamen y crear su propio festival. Un año después, Rusia sigue participando en Eurovisión.