'Beginning', la película más polémica y provocadora del año
La debutante Dea Kulumbegashvili arrasó en San Sebastián con su debut que ya está en salas. Una de las apuestas más sorprendentes de 2020.
Hay películas que dinamitan un festival de cine. Bombas de relojería que rompen el certamen. Obras que dividen, que generan discusiones acaloradas. Esos títulos que ponen picante, que sorprenden y remueven, para bien o para mal. Sin ellas los festivales serían aburridos. Uno espera siempre ese filme que provoque, del que uno no puede dejar de hablar. Si encima la bomba viene programada por un semi desconocido mejor que mejor. Uno se pone alerta, ¿quién ese director o directora que no tenías en el radar y que ha conseguido volar todo por los aires?
El pasado Festival de Cine de San Sebastián, cuando todos esperaban que grandes popes del cine europeo como Thomas Vinterberg o François Ozon se hicieran con la Palma de Oro en una de las secciones oficiales más potentes de los últimos tiempos, llego una joven de cuerpo menudo, pelo corto y nombre imposible a dar un golpe encima de la mesa. Se llamaba Dea Kulumbegashvili y con su ópera prima, Beginning -que venía avalada por el sello de Cannes 2020-, provocó un terremoto en Donostia y terminó llevándose la Concha de Oro y otros tres premios.
La polémica comenzaba con ella. Un conocido crítico se salía de la sala a mitad de proyección, justo tras un plano de cinco minutos que parte el filme a la mitad y en el que la cámara aguanta sin moverse en el rostro impasible de la protagonista.
Una obra que ponía a prueba a los espectadores, pero que les recompensaba con una experiencia única, desasosegante, y que presentaba a una realizadora que asustaba por la precisión de una puesta en escena que jugaba con el plano fijo y el fuera de campo para meter a su protagonista en una prisión estética.
La misma que sentía el personaje, Yana, una mujer de una comunidad de Testigos de Jehová que comienza a ser amenazada y acosada. Un atentado en la iglesia con el que comienza Beginning dejando ya a todos los espectadores con los ojos abiertos. Lo que viene después es el desmoronamiento de esa mujer, y ese desmoronamiento viene provocado por la misoginia del mundo en el que se mueve. Desde su marido, su comunidad, al grupo que la acosa.
Todo ello contado con planos larguísimos, asfixiantes, no aptos para los más impacientes. La cámara oprime y todo se va haciendo cada vez más enfermizo y se desboca en la escena de la polémica, una violación rodada con la cámara distante pero que muchos acusaron de regocijarse estéticamente en una agresión contra una mujer. Un momento que levantó ampollas en el festival y por el que respondió en la rueda de prensa posterior.
"Crecí en este pueblo que aparece en la película. Si nos fijamos en la belleza de la naturaleza, lleva ahí antes de que naciera y estará después de que yo no esté. La belleza del mundo está presente, pero la violencia también existe. Separar los dos, mirar una y otra, no era una buena decisión para mí. Vivo el mundo de manera más holística, como si fuera una unidad, un único tejido. Las escenas de violencia forman parte de la vida de esta mujer, y no puedo mirar para el otro si seguimos cada uno de sus pasos. No podía permitirme mirar para otro lado, que es lo que elegimos habitualmente como sociedad", explicó la realizadora.
Las escenas de violencia forman parte de la vida de esta mujer. No podía permitirme mirar para otro lado, que es lo que elegimos habitualmente como sociedad
En ese encuentro con la prensa explicó que su intención era “hacer una película acerca de una mujer que se la considerara un personaje secundario en la narrativa clásica del cine. Es la mujer de un líder religioso y está siempre en el trasfondo, quería examinar su vida de manera más cercana. Me surgían muchas preguntas acerca del personaje y la rabia se empezó a acumular dentro de mí, ese sentimiento estaba ahí y quería que la gente mirara a esa mujer, una mujer que no es lo que se puede esperar de un personaje principal".
Violencia, patriarcado, y por supuesto las estructuras de los grupos religiosos. Un tema espinoso, como reconoció también:"Hablar acerca de la religión es difícil. No quería hablar solo de un grupo religioso en particular, sino la estructura que por definición establece los papeles y las normas para las personas y no permite una elección personal. Como seres humanos, todo se reduce a una elección personal y esa fue la parte más importante para mí, lo que quería explorar con la película. Quería mirar las decisiones y las elecciones como seres humanos".
El resultado es la película más libre, polémica y hasta provocadora del año. Beginning es la demostración que el cine de autor está más vivo que nunca y que no todo está dicho. Que siempre hay nuevas miradas y directoras que van a aportar algo que sorprenda y sacuda. Apunten su nombre, y si pueden, porque Dea Kulumbegashvili dará que hablar.